Más de dos millones de personas recibieron ayuda por acciones adventistas
Los datos fueron recolectados por la Agencia Adventista Sudamericana de Noticias en los departamentos y se refieren al primer semestre del 2021.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) muestra en una investigación[1], que el 2021 todavía no logrará revertir los efectos adversos de la pandemia. La entidad, que cuenta con 46 países miembros y ocho territorios no independientes, en julio de este año alertó que los impactos sociales de la crisis pandémica todavía son graves.
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De acuerdo con estos datos, en el último año la tasa de pobreza extrema en esta región (América Latina y el Caribe) alcanzó el 12,5%, y de pobreza el 33,7%. Otra información difundida fue que la inseguridad alimentaria moderada o grave alcanzó el 40,4% de la población de esta región en 2020.
El desafío de reducir los efectos desastrosos en la sociedad también ha sido encarado por organizaciones religiosas. Las instituciones adventistas, por ejemplo, fueron responsables por atender de diferentes formas más de dos millones de personas en ocho países sudamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay. Todo eso en el primer semestre de 2021. Además de los números calculados, hay otros proyectos desarrollados que no fueron computados.
ADRA y ASA
La agencia humanitaria adventista, ADRA, contabilizó en los primeros seis meses del año la realización de 112 proyectos en el territorio sudamericano. Las iniciativas resultaron en la atención de 972.233 personas beneficiadas de manera directa. ADRA actúa en cooperación con organismos públicos y entidades privadas, y mantiene un trabajo permanente de solidaridad.
La Acción Solidaria Adventista (ASA), que es un departamento de la Iglesia con actuación en las congregaciones locales adventistas, también presentó un trabajo expresivo en favor de los que sufren, en el primer semestre. Fueron 51.286 proyectos solidarios, con 953.044 beneficiados. En total, los registros demuestran que los voluntarios de ASA fueron responsables por la recaudación de tres millones de kilos de alimentos. Sin contar las 60.026 personas que participaron de cursos de desarrollo humano.
Vida por Vidas y Oído Amigo
Otra acción permanente, que también tuvo una acción destacada, fue el proyecto de incentivo a la donación de sangre. El Vida por Vidas, coordinado por el Ministerio Joven de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, se realiza ya hace varios años, y en los primeros seis meses de 2021 contó con un registro de 63.277 donantes. Una parte considerable de estos donantes es frecuente en los bancos de sangre, lo que es esencial para el mantenimiento de las reservas.
Oído Amigo, una iniciativa que comenzó durante la pandemia, sigue firme en los ocho países sudamericanos. El proyecto consiste en la atención gratuita a personas que buscan ayuda psicológica, muchas por causa de los efectos de la pandemia. De enero a junio de este año fueron 7.097 los pedidos atendidos.
La Red de Educación Adventista también contribuyó para este balance social. Por medio de las instituciones educativas de ocho países (lo que incluye colegios, escuelas, centros universitarios, facultades y universidades), 50.661 personas recibieron atención por medio de iniciativas sociales, con la donación de 25.033 cestas básicas.
Para el presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Sudamérica, el pastor Stanley Arco, los datos dan evidencia de por lo menos dos aspectos. El primero es que la sociedad necesita de actividades permanentes y no puntuales. “Y en este caso, los adventistas buscan no solo iniciar buenos proyectos, sino también mantenerlos constantemente, inclusive y especialmente en el período de pandemia, a fin de que haya continuidad en la atención a los más vulnerables”, resalta el líder.
El otro aspecto que Arco enfatiza es el de que la solidaridad descrita no es solo una acción de instituciones adventistas. Él llama la atención al hecho de que por detrás de estos números hay dedicación y amor de muchas personas que voluntariamente extienden su mano para ayudar a su semejante. “Este balance social es el resultado de la fe y del amor de personas movidas por el Espíritu Santo para disminuir el dolor del que está sufriendo a nuestro lado”, resalta el líder adventista.