Lo que los conquistadores colocan en la maleta al momento de volver a casa
Participantes comparten recuerdos que se llevarán del V Camporí Sudamericano.
Los pórticos que llenaban la vista ya se desarmaron. Las carpas se guardaron y ahora se ve la inmensa área verde que fue el palco de “La Mejor Aventura”. Los bolsos ya están en el ómnibus, y muchos de ellos en la vereda; los abrazos fuertes despiden amigos que no saben cuándo se reencontrarán. Y así, de a poco, la ciudad que fue la casa de 100 mil personas en las últimas dos semanas pasa a ser solo un recuerdo.
Entre los participantes, no es raro encontrar historias de vidas que fueron impactadas por el V Camporí Sudamericano. Después de todo, la estructura y las actividades fueron planificadas para atender a miles de personas pero, al mismo tiempo, para dar como resultado decisiones individuales, como la que ocurrió en la vida de Éliton Júnior.
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En los últimos días, el niño de 12 años inició un nuevo hábito. “Yo no acostumbraba a leer la Biblia, pero aquí me incentivan y la leo siempre a la noche, cuando mis compañeros están durmiendo. Estoy disfrutando de esta experiencia y, al ver las predicaciones, me dan ganas de ser pastor”, afirma el conquistador de Maringá, en Paraná.
El encuentro internacional también será inolvidable para Isidora Uvalentina, de 15 años, que vino de Concepción, en Chile, decidida a bautizarse por la influencia de lo que aprendió en el club. “Estoy [en el Club] hace cinco años y me ayudó, ya que cuando era niña no iba mucho a la iglesia porque me aburría. Si no hubiera ingresado al Club, tal vez nunca hubiese vuelto”, enfatiza.
Constaza Paulettela, su hermana gemela, llevará recuerdos de las historias de fe que conoció. “Lo que me llama la atención es que, aunque todos sean de países diferentes, son todos unidos, se ayudan entre sí. Veo testimonios de personas que se han colocado en las manos de Dios, y Dios los ha ayudado mucho”, destaca.
Un ministerio de conservación y discipulado
Después de cuatro años de preparativos para ofrecer una experiencia que marcara la vida de cada participante, el pastor Udolcy Zukowski, director de los conquistadores para ocho países sudamericanos, cree que ellos dejaron la ciudad de Barretos con una certeza. “Está bien claro en la mente de cada uno de los 100 mil conquistadores que vinieron aquí que ‘la mejor aventura’ está dentro del Club de Conquistadores. La mejor aventura es entregarse a Jesús y ser un misionero”, argumenta.
El pastor Erton Köhler, presidente de la Iglesia Adventista para estos ocho países, evalúa que el Camporí sirvió para dejar evidencias de que el Club de Conquistadores sigue siendo fuerte y posee un modelo saludable con potencial para expandirse a la comunidad, incluso con la creación de clubes en escuelas públicas.
“Los líderes deben ver en este movimiento un medio de potencializar el cumplimiento de la misión, de mantener a los jóvenes en la Iglesia, y de hacer de ellos líderes que perserven esta iglesia viva y enfocada cuando nosotros no estemos más aquí; y si Cristo no viene antes”, subraya Köhler.
Evangelismo integrado
Durante 21 días, los habitantes de la ciudad de Barretos también conocieron más con respecto a la Biblia y su mensaje. Paralelamente al Camporí, se llevaron a cabo tres campañas de evangelismo en el municipio con el apoyo de la Asociación Paulista Oeste, sede administrativa de la Iglesia Adventista para el oeste del estado de São Paulo, que envió un equipo compuesto por colportores voluntarios de la Misión Caleb y Un Año en Misión.
Pero los conquistadores también tuvieron participación en la estrategia misionera. “Pusimos una invitación en cada libro (de los 100 mil ejemplares de la obra Esperanza para la Familia, que fueron entregados por los niños). Así, invitamos a las personas a las campañas de evangelismo. El campamento impactó la ciudad y los conquistadores potenciaron el evangelismo. Ellos son misioneros que abren el camino”, refuerza el pastor Luís Gonçalves, evangelista de la Iglesia Adventista para ocho países sudamericanos.
En total, fueran bautizadas 898 personas, tanto en las programaciones diarias de las dos ediciones del V Camporí como en las conferencias que tuvieron lugar en el municipio.
Continuidad
La fecha y lugar de la próxima edición del evento aún no fueron definidas, pero ya se comenzó el proceso de estudio. “Existe una serie de cuestiones involucradas, entre ellas el crecimiento acelerado del número de conquistadores, que en los últimos cinco años fue del 112%. Si continúa a ese ritmo, tendremos que hacer tres ediciones. Estamos evaluando para luego tener una idea precisa de cómo será”, explica Zukowski.
Mientras espera el anuncio, la estudiante Karen Ordóñez regresa a su país, Bolivia, con el deseo de contarles a sus amigos sobre su fe. “Viví una experiencia inolvidable. Dejo este Camporí aprendiendo a confiar en Dios y sabiendo que él hace maravillas. Cuando llegue [a casa], hablaré sobre la Palabra de Dios y contaré que Dios nunca nos dejará”, garantiza.