“Ni a la izquierda ni a la derecha: para arriba”, afirma doctor en Sociología
Conceptos de izquierda y de derecha son esclarecidos por especialista en el área en entrevista exclusiva a ASN.
Brasilia, Brasil… [ASN] La creciente discusión, ampliada por los medios sociales de comunicación, sobre la derecha y la izquierda es intensa en los medios cristianos y ha generado una polarización inmediata. De un lado, los que defienden determinada ideología considerada de izquierda, y del otro, los que defienden ideas atribuidas a un concepto de derecha. La Agencia Adventista Sudamericana de Noticias (ASN) resolvió conversar sobre esa temática con Thadeu de Jesus e Silva Filho, licenciado, magíster y doctor en Sociología, y actual director del Departamento de Archivo, Estadística e Investigación de la Sede Sudamericana Adventista.
Hoy se discute mucho en todo el mundo la polarización entre los que defienden ideologías llamadas de izquierda y de derecha. Sobre el punto de vista sociológico, ¿qué significa esa polarización y también cómo pueden comprenderse esos dos lados?
El inicio del debate político “derecha e izquierda” tiene fecha, lugar y escenario conocidos: fin del siglo XVIII en Francia, momento conocido como Revolución Francesa. Tan pronto como fue instaurada la asamblea constituyente de 1789, los favorables a la permanencia del poder del rey se sentaron del lado derecho del presidente para no mezclarse a los adeptos a la revolución, haciendo que el lado izquierdo del parlamente pasara a ser el lugar de la causa de los menos favorecidos que necesitaban casi completamente de la atención del Estado, y el derecho, el de mantener la situación de elitismo.
Desde entonces, y con más frecuencia a partir de la caída del Muro de Berlín, las concepciones sobre “derecha” e “izquierda” cambiaron mucho. Hay opiniones que dicen que la derecha es quien está en el poder, y la izquierda, la oposición, pero que, terminado el mandato, partidos y personas hoy en un lado pueden pasar al otro, a depender de quien sea elegido. Otro señala que la diferencia está en torno a la propiedad, con la derecha promoviendo un mercado cada vez más libre de regulación, y la izquierda, luchando por un mayor control estatal de la economía. Una tercera comprensión ve que la polarización es un concepto de justicia, donde en el polo derecho están los que defienden que el dinero debe ir para quien trabaja más, y en el izquierdo, para quien necesita más. Otro punto de vista se basa primordialmente en las bases filosóficas de las ideologías, al punto de ver tantas diferencias internas de ambos polos que lo correcto es llamar “las izquierdas” y “las derechas”, en plural.
Otra, sin embargo, dice que el debate “derecha e izquierda” no tiene más sentido ante el escenario complejo de ideologías políticas conflictivas, al paso que otro entendimiento dice que el escenario social llegó a un punto tal de complejidad que pasó a exigir una tercera vía: el centro. Y hay otros que dicen que la polarización entre izquierda y derecha existe solo mientras Estados Unidos sea el país más rico y poderoso. En los casos concretos de propaganda partidaria, lo que se vio a lo largo del siglo XX fue la ocupación del polo izquierdo del debate por ideologías favorables a la injerencia del gobierno en la vida privada basado en el ideal de igualdad (que debe ser superior a cualquier otro), y del polo derecho, por defensores de los derechos individuales, contrarios a la intervención del Estado, para quien la moral está sobre cualquier reforma.
A pesar de la variación y multiplicidad de significados de los términos y de las banderas que cada polo levantó, cuatro hechos de naturaleza sociológica son ciertos. El primero es que “derecha” e izquierda” siempre fueron oposición entre sí, nunca cooperación o complementación. El segundo es que, históricamente, los términos de la dicotomía fueron obra de las izquierdas, presentando su causa como justa y considerando de derecha a quien se oponía a ella. Y el tercero es que esa polarización produjo tipos humanos bien distintos, basados en una especie de actitud básica inicial ante el mundo y la vida: el tipo de la derecha, que ve los límites impuestos por la naturaleza de las cosas y por la biología como realidad insuperable, rindiéndose o acomodándose ante ellas; y el de las izquierdas, que niega la situación y no se conforma con el estado de las cosas ni con su propia condición existencial, que lo dotan de una postura metafísica de contestación que culmina en revolución. La formación de esos dos tipos humanos distintos, incompatibles por definición, es lo que más llama la atención desde el punto de vista sociológico. El cuarto en llamar la atención es un aspecto poco recordado de la Revolución Francesa, pero importantísimo desde el punto de vista sociológico: la fuerza de las ideas al encontrar un portador adecuado. En aquel caso, las ideas fueron las de igualdad, libertad y fraternidad oriundas del Iluminismo, y el portador, la clase trabajadora burguesa oprimida por los nobles. Valiéndose del binomio “igualdad-pobres”, aquella revolución alteró abruptamente la atribución del poder en Francia y fijó la polarización de sus ciudadanos por medio de ideas.
Desde el punto de vista de la cosmovisión bíblica, ¿las iglesias tienen un punto común con esas ideologías? ¿O las iglesias que se dicen cristianas deberían o podrían seguir por una tercera vía?
Cualquier persona que decida ayudar al prójimo encontrará en Cristo la concreción perfecta del cuidado: alimentó a multitudes hambrientas, curó enfermos, lloró con las hermanas de Lázaro al saber de la muerte de su amigo, resucitó al hijo de la viuda de Naín, restauró la vista de un ciego de nacimiento a quien el pueblo veía como pobre. En la cruz, amparó a su madre al pedirle a Juan que cuidara de ella, y su parábola más conocida dice que se debe “hacer el bien sin mirar a quien”. Cuando la ideología presenta elementos semejantes al de Cristo, evidentemente se establecen puntos comunes, aunque sean solo en la apariencia. El de protección a los pobres expresado por las izquierdas es uno de ellos. Es un discurso muy atractivo, especialmente en regiones como Sudamérica, donde es enorme la cantidad de gente que vive en condiciones indignas. Pero, observando con más atención, revelará que ese no es el núcleo de la ideología de las izquierdas ni tiene que ver con la religión de Cristo, por ser una plataforma de acción política, o sea, algo que opera según la lógica del poder y que está lejos del amor desinteresado, como es el de Jesús por sus hijos. Además, aunque el objetivo de las izquierdas fuera la emancipación del ser humano de las condiciones indignas por las vías del Estado (según dijo Karl Marx), se ve con más claridad que no es el mismo objetivo que el de Jesús.
La religión de Cristo es de naturaleza sobrenatural y cualitativamente superior a las creaciones humanas. Si hubo alguna duda sobre el objetivo del Salvador al socorrer al ser humano, observe que él llamó a sus milagros señales, es decir, algo que no es un fin en sí mismo, pero cuya finalidad es señalar a algo mucho más importante, como lo hace una placa de tránsito al indicar un evento o designar una acción. Al atender milagrosamente las necesidades humanas, Cristo usó elementos de este mundo para llamar la atención a algo mayor, el amor y la justicia de Dios. De modo que, por la cosmovisión bíblica, la religión de Cristo puede verse como la religión del otro, y por lo tanto, la misión de la iglesia incluye cuidar de gente, pero con el objetivo de inspirar a las personas para el reino de Dios que un día ha de establecerse y librará definitivamente al ser humano de la condición degradante del pecado.
¿Eso significa decir que las iglesias cristianas, como la Iglesia Adventista, deberían ver con cuidado algunos movimientos que en sí parecen ser muy justos, pero que pueden estar en contramano del discurso bíblico?
Ciertamente. Las ideologías humanas poseen argumentos que pueden parecer justos, y algunos de ellos hasta necesarios en un escenario de injusticias. Algunos de esos argumentos inclusive son bastante populares. Pero, el punto central a considerar es el tipo de persona que alguien llega a ser cuando asume ciertas ideas. El llamado de Jesús es para ser humildes, mansos, hambrientos y sedientos de la justicia de Dios, misericordiosos, pacificadores, limpios de corazón, perseguidos por causa de la justicia de Dios e injuriados por la sencilla razón de ser parecidos a él. ¿Qué ideología humana lleva a esa semejanza con Cristo?
¿Usted defiende una iglesia políticamente más a la izquierda o más a la derecha?
Ni a la izquierda, ni a la derecha, sino para arriba, para Dios.
“Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo” (Juan 8:23). [Equipo ASN, Felipe Lemos]