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La Biblia y lo que hay después de la muerte

El texto bíblico ofrece una perspectiva muy diferente a la que algunos cristianos suelen entender sobre la muerte y lo que viene después


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Las tradiciones religiosas presentan diferentes puntos de vista sobre lo que sucede cuando la vida termina. La perspectiva bíblica es muy clara en el Antiguo y Nuevo Testamento. (Foto: Shutterstock)

El texto bíblico ofrece una explicación coherente para la muerte y lo que ocurre después de esta. Pensé en eso cierta vez, cuando me pidieron algo poco común en mi realidad. Me solicitaron que fuera a un funeral de una señora para decirles algunas palabras de aliento a los familiares que lloraban su muerte. Esa mujer inerte vestía la camiseta de un proyecto que ayudé a liderar durante una determinada época. Mirando al cajón, decidí pensar no en la finitud de la vida, sino en la esperanza posterior de vida eterna. Y comencé a hablarles a los presentes sobre el concepto bíblico.

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Para entender la muerte dentro del razonamiento descripto por la Santa Biblia, es necesario primero conocer el pensamiento popular sobre el tema, el cual fue moldeado por influencias de la cultura del Antiguo Egipto y la Antigua Grecia. El filósofo ateniense Sócrates (470 a. C. – 399 a. C.), en diálogos expuestos por Platón, define la muerte. Él dice que la búsqueda por la verdad será facilitada por la muerte, si nuestra alma está completamente separada de la contaminación del cuerpo. La idea del alma como una entidad eterna e independiente influenció el pensamiento teológico cristiano. Y las consecuencias se ven hasta hoy, pues se estableció una idea contradictoria con la que describen los escritores bíblicos.

Vida y muerte

La Biblia afirma que la vida humana es concedida por Dios. Se trata de la unión entre el polvo de la tierra y el aliento de vida (Génesis 2:7). El término en hebreo neshamah es el poder que transmite vida y no un ente independiente del cuerpo. Salomón presenta a la muerte exactamente como lo opuesto en Eclesiastés 12:7, donde dice que el espíritu vuelve a Dios. Samuele Bachiocchi afirma que “el término hebreo generalmente traducido por espíritu es ruach, que literalmente significa aire en movimiento, viento”. Y completa: “el poder manifestado por el viento es asociado en las Escrituras al soplo de Dios, que es su poder creativo y sustentador”.

Por lo tanto, la muerte es el fin de esa unión entre el aliento (espíritu) y el polvo de la tierra. Es el fin de la vida integral como la conocemos. Al comentar Ezequiel 18:4, John Taylor asegura que “la palabra almas no debe ser entendida en términos de espíritus incorpóreos. El alma (nephesh) hebrea representaba la totalidad de la persona o la fuerza vital dentro de ella”. Si uno lee almas en varias partes del Antiguo Testamento, puede sustituir la palabra por personas y encontrará el sentido original bíblico.

Estado inconsciente

Una pregunta recurrente es si las personas muertas tienen o no consciencia de lo que ocurre en la realidad de los vivos. Varios textos bíblicos sugieren un estado inconsciente y que los muertos no pueden interactuar con las personas vivas. Eclesiastés 9:5, 6 dice: “[…] pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. […]”.

La misma idea de inactividad en términos de pensamientos y acciones en la muerte aparece en Salmos 146:4. El autor del cántico registra, sobre el ser humano: “Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos”. Jesús fue aún más enfático sobre eso al comparar la muerte de su amigo Lázaro a un sueño. El contexto era el de la resurrección de su amigo que vivía en Betania. En el relato del evangelio de Juan 11:11, Jesús enseñó a los discípulos: “[…] Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle”. Lógicamente, Lázaro no estaba dormido, sino que no tenía ningún tipo de consciencia de lo que pasaba.

Resurrección y no reencarnación

¿Y después de la muerte? ¿Cuál es el escenario que presenta la Biblia? Hay muchas teorías sobre lo que ocurre después que la vida se desvanece. Una de ellas es la reencarnación, una especie de regreso de un alma o espíritu de un muerto independiente a algún cuerpo por una o sucesivas veces. Otras teorías hablan de lugares específicos que los muertos visitan en una condición espiritual. O incluso la transformación en ángeles.

El texto bíblico atribuye el papel de lo que hay después de la muerte a Dios, el legítimo dador de la vida. Si él es el responsable de hacer vivir, también es quien revive a las personas como seres integrales y no divididos en partes. En el Antiguo Testamento, específicamente en el sexto siglo antes de Cristo, el texto del profeta Daniel ya hacía alusión a la resurrección como acción divina. En Daniel 12:2, el libramiento de Miguel, señalado como Jesús, implica el destino de la humanidad. “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”.

La explicación de Pablo a la comunidad cristiana en Tesalónica es muy clara. En 1 Tesalonicenses 4:13-18 hay una síntesis bien construida sobre la resurrección, que se asocia, en el caso de las personas salvas, a una vida para siempre con Dios. En el versículo 14, Pablo asegura: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él”.

Jesús resalta el papel de la resurrección no solo como el fin de la muerte. Sino que él también habla de la acción de resucitar como una acción divina direccionada a fin de que todos participen del justo proceso de juicio. Al enseñar sobre su autoridad como Hijo de Dios, él refuerza el tema en Juan 5:28, 29: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.

Verdadera esperanza

El versículo 18 de 1 Tesalonicenses 4 tiene un detalle significativo. Pablo recomienda que la explicación sobre la resurrección sirva de aliento y verdadera esperanza a las personas. Él afirma que el tema debe servir de consuelo a quien está triste o preocupado por la muerte.

El fin o eliminación de la muerte, según Apocalipsis 20, es el inicio de la vida eterna. En Juan 3:16, la máxima de Jesús en el diálogo con Nicodemo es contundente: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. La vida de dolores y limitada dará lugar a una condición de inmortalidad y contacto permanente con Dios en otro nivel. 

La verdadera esperanza para quien perdió a un ser querido es más plausible y consoladora en la Santa Biblia. El silencio de las Sagradas Escrituras es total sobre lugares temporarios mientras se aguarda un destino o donde algún mérito humano pudiera hacer la diferencia.

La Biblia revela la esperanza de que Jesús resucitará a las personas que hayan aceptado su gracia. El último libro de la Biblia realza la invitación divina hacia una perspectiva de vida diferente. Apocalipsis 22:17 registra: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: ‘Ven’. Y el que oye, diga: ‘Ven’. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.

El fin de la muerte tiene relación directa con lo que vivimos aquí al lado de Dios. Esencialmente, eso es lo que el texto bíblico nos muestra. ¡Es esperanza total y real!


Referencias:

  1. Bacchiochhi, Samuele. Imortalidade ou ressurreição? Uma abordagem bíblica sobre a natureza humana e o destino eterno. Unaspress, 2007. Engenheiro Coelho, SP, páginas 38-40.
  2. Spark Notes - https://www.sparknotes.com/philosophy/phaedo/idea-welcoming-death/
  3. Taylor, John. Ezequiel – Introdução e comentário. Mundo Cristão, 1969. São Paulo, SP, página 135.