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La acción integrada de ministerios cambia la historia de una empleada doméstica

Además de la oración intercesora, ejemplos en el hogar y la recepción en la iglesia influenciaron las elecciones de Lilia Silva.


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La experiencia vivida por Lilia en la casa de la profesora Glaucia (derecha) también se extendió a sus hijos. (Foto: Archivo personal)

El contacto que Lilia de los Santos Silva recibió por teléfono parecía ser solo una oportunidad más de trabajo. Del otro lado de la línea, había una mujer recién llegada a la capital federal, que vino con los dos hijos para asumir un nuevo desafío en el currículo. Ella necesitaba una empleada doméstica para ayudarla con las tareas del hogar, ya que pasaría buena parte del día fuera de él.

Lo que ambas no imaginaban era que esa relación se transformaría en una amistad que trascendería las acciones profesionales. “Ella vino a trabajar en casa, fue a través de los puntos en común que nos acercamos, como nuestros hijos, por ejemplo”, recuerda la profesora Glaucia Korkischko, que identificó allí una oportunidad evangelizadora. “Comenzamos a conversar sobre la educación cristiana y les ofrecí estudios bíblicos. Pero ella no aceptó porque dijo que ya era cristiana practicante”.

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Dos años después, en medio de conversaciones sobre temas espirituales y de educación de los hijos, Glaucia, que desde el primer contacto ya oraba por la familia, entendió que era hora de invitar nuevamente a Lilia a estudiar la Biblia. La respuesta fue la misma: “Soy cristiana y estudio mucho la Biblia con mis hijos”. A partir de allí, la conversación tomó otros rumbos. “Pero ¿qué métodos usa usted?”, quiso saber Glaucia. “Leemos un versículo todos los días y el domingo estudiamos un material de mi iglesia”, respondió la empleada.

La profesora le preguntó si durante la semana había alguna actividad espiritual para los hijos en ese contenido. Ante la respuesta negativa, ella entonces sugirió el uso de algo bien específico. Era una “revistita” con una porción de estudios para cada día. En ese momento, Lilia no lo sabía, pero se trataba de la Lección de la Escuela Sabática, una guía con orientaciones e historias espirituales.

Como se trataba de dos hijas pequeñas y de dos hijos adolescentes, la profesora entendió que lo más adecuado sería una versión que contemplara la diferencia de edad. Por eso, eligió la Lección de Primarios, una de las clases de la Escuela Sabática para niños entre 7 y 9 años. Lilia, a su vez, comenzó a estudiar ese contenido con sus hijos todas las noches, después de la jornada de trabajo.

Lecciones en la pandemia

Cerca de cuatro meses después del inicio de la pandemia de COVID-19, en 2020, la empleada le comentó a Glaucia que estaba muy triste. Eso era atípico, y le dijo el motivo: debido a las restricciones sanitarias, ella extrañaba estar en su iglesia para estudiar la Biblia. En ese momento, Glaucia le contó que también enfrentaba la misma situación, pero que Dios la estaba sosteniendo durante los estudios que hacía ella sola. Y le propuso: “¿Por qué no lo hacemos juntas?” En esa ocasión, Lilia no lo rechazó.

“Allí descubrí un Jesús que no conocía. Lo que había en mi iglesia no era un estudio bíblico. Yo temía a Dios, pero no lo conocía. Y el cuidado que doña Glaucia tuvo para explicarme hizo mucha diferencia”, recuerda Lilia.

Los estudios avanzaron y de a poco ella comprendía los impactos de las enseñanzas en su vida espiritual. Hasta que decidió visitar un templo adventista. Pero lo hizo solo con una de sus hijas, sin contarle a Glaucia. Descubrió una dirección cerca de su residencia y fue hasta allá. Al entrar, se sorprendió por la manera en la que fue recibida.

“Cuando llegué allá, me sentí en casa. Ese día no era el pastor de la iglesia el que predicaba. Todo aquello me pareció tan lindo. Estuve desde las 8:45 hasta el mediodía y me encantó. Decidí que era allí donde quería estar. Si no me hubiera sentido bien, me hubiera retirado”, detalla.

Lilia (derecha) durante un programa de su iglesia local. (Foto: Archivo personal)

A partir de allí comenzó a frecuentar las reuniones regularmente. Sus hijas pronto ingresaron en los clubes de Aventureros y Conquistadores, dos iniciativas de carácter social y espiritual dirigidas a niños y adolescentes. En poco tiempo, todas ya estaban integradas a las actividades de la iglesia, aprendiendo más sobre la Biblia y desarrollando sus talentos.

Oraciones que modelan corazones

Pero la nueva fase de la historia de Lilia y su familia fue construida basada en la oración de otras personas. Además de trabajar en la casa de la profesora Glaucia Korkischko, actual directora del Ministerio Infantil y Ministerio del Adolescente de la sede sudamericana adventista, ella también es empleada doméstica en la residencia de otras cuatro familias adventistas.

En la casa de la familia Ribeiro, por ejemplo, las hijas del matrimonio Marcelo y Neuzelí formaron un grupo pequeño para estudiar la Biblia con una de las hijas de Lilia. Debido a la distancia, las reuniones se hacían on-line. Cuando llegaba la madre a casa, le prestaba el teléfono para que la pequeña se conectara. “Mi hija se enamoró”, afirma.

Además, en cada una de esas casas, ella encontraba tres elementos en común: 1) Las personas estaban orando por ella. 2) Se proponían ayudarla a conocer más sobre la Biblia. 3) Fueron un ejemplo e inspiración. “Considero linda la manera en la que trata uno al otro. Hay respeto, cariño. Yo quería eso para mi casa. Nosotras, quienes trabajamos en la casa de las personas, vemos cómo son las relaciones. Yo vi que en esos casos era muy diferente, señala.

Lilia se bautizó durante el programa de los Diez días de Oración de la sede sudamericana adventista. Junto a sus hijas declaró haber elegido a Cristo, a quien ahora conoce. “Al tratar con estas personas, comencé a creer en el poder de la oración. Yo no oraba. Mi cambio fue enorme, incluso en mi familia”, destaca. “Hoy mi familia es diferente. Es maravillosa. Ojalá hubiera conocido todo esto antes”.

Al llegar a la iglesia, las hijas de Lilia fueron abrazadas por los clubes. (Foto: Víctor Trevelato)

Para Glaucia, este es un resultado del poder divino a través del trabajo integrado de los departamentos de la Iglesia, como Conquistadores, Aventureros, Escuela Sabática, Ministerio de la Mujer, Ministerio Infantil, Ministerio Personal, Ministerio de Recepción y de oración intercesora. Ahora, Lilia también está influenciando a otras personas, como sus hermanas. “Cuanto más estudio, más conozco sobre ese amor. Y no puedo guardarlo solo para mí”, confirma ella.

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