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Cómo los Adventistas del Séptimo Día dieron pasos rumbo a la organización

El análisis hecho en el Concilio Anual muestra que los pioneros adventistas rechazaron el modelo congregacionalista y abrazaron la unidad organizacional


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El responsable por presentar el primer mensaje sobre unidad organizacional adventista fue el pastor Josanan Alves, director de Mayordomía Cristiana de la sede sudamericana adventista. (Foto: Gustavo Leighton)

El domingo 5, durante el Concilio Anual de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Sudamérica, fue presentado el primero de tres temas sobre cómo se estableció la organización adventista a lo largo de la historia. El objetivo fue fortalecer el sentido de unidad de la organización y llamar la atención a los riesgos del modelo de gestión llamado congregacionalismo.

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Históricamente, el congregacionalismo es considerado una forma de gobierno eclesiástico donde cada congregación local es autónoma e independente. Su sistematización está atribuida al movimiento puritano, del siglo XVI. Y la primera comunidad congregacional en América fue fundada en 1620.[1]

Cambio de visión

En su exposición, el pastor Josanan Alves, director del área de Mayordomía Cristiana, explicó que la Iglesia Adventista del Séptimo Día dio pasos claros en dirección a una organización con actuación diferente. Entre los años 1845 y 1850, el grupo pionero de adventistas del séptimo día fue resistente a la idea de constituirse una organización. El crecimiento de la denominación, sin embargo, llegó a ser mayor a partir de 1852, llevando a los adventistas del Séptimo Día a repensar el sistema congregacionalista. “En el período de 1850 y 1852, la Iglesia Adventista pasó de 200 a más de tres mil miembros y, a partir de entonces, pasó a crecer 30% al año”, resaltó Alves.

Desde su organización oficial, en mayo de 1863, la Iglesia Adventista del Séptimo Día abandonó definitivamente el concepto adoptado por los hermanos milleritas. Los líderes de aquel movimiento mantenían una idea de que toda organización religiosa más amplia podría caracterizarse como el sistema político y religioso de Babilonia, mencionado en los capítulos 14 y 18 del libro del Apocalipsis.

Etapas rumbo a la organización

Josanan Alves en su exposición identificó por lo menos tres aspectos que contribuyeron para un avance en dirección a un sistema unificado organizacionalmente. Las disensiones e ideas consideradas heréticas, la necesidad de administrar un número creciente de propiedades de la iglesia y el propio mantenimiento de los ministros son ejemplos de lo que los pioneros adventistas enfrentaron en ese aspecto.

A partir de 1860, por lo tanto, comenzaron a seguirse algunas etapas. La primera se refería a la transformación de la editora adventista en una empresa (persona jurídica). Además, se inició la organización de las propiedades de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, porque muchas de ellas todavía estaban bajo el nombre de personas..

Hasta aquí se comprende que el modelo era todavía un tanto congregacionalista. Los cambios significativos vinieron después de 1861, cuando fueron establecidas asociaciones estatales para supervisar el trabajo en las congregaciones locales y funcionar como casa del tesoro. Al mismo tiempo fueron desarrolladas las primeras reglas para la incorporación y transferencia de miembros. La primera entidad creada fue la Asociación de los Adventistas de Michigan, Estados Unidos, en octubre de 1861. Dos años más tarde, la Asociación General fue estructurada con ocho asociaciones estatales.

Mayo de 1863

Entre los días 20 y 23 de mayo de 1863, fueron tomados algunos votos importantes en dirección a una estructura organizacional como la que se conoce hoy entre los adventistas del Séptimo Día. Según Josanan Alves, comenzó a existir el estatuto para la formación de la Asociación General. De la misma manera, fue votado el estatuto para la elección del presidente y otros oficiales, el sistema de pago regular y la reglamentación de credenciales y llamados a los ministros.

Al final de su presentación, Alves ponderó algunos aspectos para la reflexión de los delegados. Para el líder, “la organización no puede llegar a ser un fin en sí misma, ni inhibir o anular la iniciativa y las responsabilidades de las congregaciones locales. Debemos tener cuidado con una mentalidad congregacionalista”. Josanan también enfatizó que algunas ideas pueden ser pensadas a partir de la discusión sobre congregacionalismo. En su evaluación, es necesario crecer en términos de transparencia, escuchar más lo que se dice y nunca permitir que la estructura sea más importante que la misión. 


Referencias:

[1] Os congregacionais no Brasil (1855 – 2015) - https://teologiabrasileira.com.br/os-congregacionais-no-brasil-1855-2015/