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Revivir especies extintas: la "desextinción" reaviva el debate científico, ambiental y religioso

¿Existen límites para la manipulación de la vida?


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Los avances de la ingeniería genética también traen implicaciones para la perspectiva creacionista. (Foto: Shutterstock)

En abril de 2025, una noticia científica sorprendente acaparó los titulares: la empresa de biotecnología Colossal Biosciences, de Estados Unidos, anunció haber “resucitado” al lobo terrible (Aenocyon dirus), un cánido extinto hace miles de años. Técnicas de ingeniería genética permitieron esta hazaña; un logro sin precedentes que, de confirmarse, marcaría la primera recreación exitosa de una especie extinta hace aproximadamente 12.000 años[1] (de acuerdo con la cronología convencional).

Se cree que el lobo terrible coexistió con otras especies notables de la megafauna del Pleistoceno. Los fósiles revelan que estos animales tenían patas y mandíbulas más robustas que las de los lobos modernos y priorizaban la fuerza por encima de la velocidad. Eran depredadores de gran tamaño de la Era de Hielo, dominantes en vastas regiones de Norteamérica.

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 Colossal Biosciences reveló el nacimiento de tres cachorros entre finales de 2024 y principios de 2025: Rómulo, Remo y Khaleesi. En un comunicado oficial, la empresa describió el evento como “el primer animal ‘desextinto’ con éxito en el mundo”[2]. La noticia se viralizó en sitios y portales de noticias, y desató intensos cuestionamientos éticos: ¿La humanidad está sobrepasando límites peligrosos al “jugar a ser Dios” y manipular la vida? ¿Cuáles serían las implicaciones de reintroducir una criatura extinta en nuestro mundo contemporáneo?

‘Recreando’ un lobo prehistórico

Para “recrear” al lobo terrible, se emplearon técnicas de ingeniería genética de vanguardia. Investigadores de Colossal secuenciaron el ADN extraído de fósiles del animal, incluyendo un diente de unos 13.000 años y un hueso del oído de 72.000 años.[3] Al comparar ese material con el ADN del lobo gris (Canis lupus), su pariente vivo más cercano, identificaron unas 20 secuencias en 14 genes exclusivos del lobo terrible, asociadas a rasgos físicos distintivos, como mayor tamaño, cabeza más ancha y pelaje más grueso.

Tras mapear esas diferencias, los científicos usaron la técnica CRISPR para editar el ADN del lobo gris, incorporando las secuencias del lobo terrible. Esencialmente, insertaron información genética del lobo extinto en 20 segmentos específicos del genoma del lobo gris. Esas secuencias modificadas se emplearon luego en un proceso de clonación.

El material genético editado se introdujo en óvulos de perro doméstico, y los embriones resultantes se implantaron en perras que actuaron como madres de alquiler. Tras una gestación de aproximadamente 62 días, nacieron tres cachorros sanos—Romulus, Remus y Khaleesi—que exhiben rasgos del lobo extinto.

Es importante destacar que el “lobo terrible” resucitado no es una réplica 100 % fiel de los animales que vivieron hace milenios, sino una modificación de una especie existente para asemejarse al extinto. Por tanto, afirmar que el lobo terrible volvió totalmente de la extinción puede considerarse exagerado, generar expectativas irreales, similares al escenario ficcional de Jurassic Park.

La clonación de animales no es una novedad. La innovación aquí radica en la edición previa del ADN antes de la clonación. Para la empresa responsable, casos como este podrían servir como herramientas de conservación de la biodiversidad, ofreciendo una plataforma tecnológica para futuras aplicaciones; por ejemplo, insertando genes de resistencia a enfermedades o aumentando la variabilidad genética de poblaciones en disminución.[4]

Los cachorros Rómulo y Remo. (Imagen: Colossal Biosciences)

Preocupaciones, críticas y desafíos

Pese al entusiasmo, muchos científicos expresan preocupación y escepticismo sobre la viabilidad ecológica de la ‘desextinción’ del lobo terrible. Aunque Colossal presume “haber devuelto al lobo terrible a su lugar en el ecosistema”, algunos sostienen que la idea es fallida, pues estos animales habitaron un momento histórico que ya no existe y su hábitat ha desaparecido.

Lo mismo se aplica a los mamuts lanudos, que la empresa también planea ‘desextinguir’. La reintroducción de un depredador de tal tamaño en ecosistemas actuales podría tener consecuencias imprevisibles, como dificultades de adaptación o sufrimiento si el entorno no satisface sus necesidades ecológicas. Otra preocupación es la posible competencia o depredación de especies nativas, lo que podrá provocar caídas poblacionales o incluso nuevas extinciones locales[5]. En otras palabras, introducir un “nuevo-viejo” integrante en la red ecológica actual podría abrir una caja de Pandora ecológica.

Un asunto crucial es ¿dónde vivirían estos animales de forma segura? En el caso de los lobos terribles de Colossal, los tres cachorros permanecen en un santuario cerrado de poco más de 800 ha, en una ubicación no divulgada. La empresa no planea—al menos por ahora—liberarlos en la naturaleza. Incluso si lo hiciera, reinsertar criaturas criadas en cautiverio en su ambiente salvaje supone un gran desafío: estudios muestran que las especies nacidas fuera de su hábitat a menudo no desarrollan comportamientos de supervivencia adecuados. Muchos mamíferos dependen de la convivencia con sus progenitores para aprender a cazar, defenderse y esconderse, incluso establecen estructuras jerárquicas.

Como señalan conservacionistas, los animales clonados o criados en laboratorio tienden a enfrentar mayores dificultades en cautiverio que las que tendrían en libertad, de soltarse sin preparación adecuada. Así, la realidad más probable es que estos “lobos temibles” queden bajo cuidado humano permanente, lo que contradice el objetivo de restaurar plenamente una especie extinta en su rol ecológico original.

Los expertos también advierten sobre los retos técnicos. La clonación y gestación de especies extintas exige innumerables intentos y presenta bajas tasas de éxito. El caso del bucardo, una cabra montés de los Pirineos extinta en el año 2000, ilustra esta dificultad: científicos españoles clonaron un ejemplar en 2003, pero el clon sobrevivió solo unos minutos tras el nacimiento, por problemas respiratorios congénitos. Obtener ese único nacimiento requirió implantar más de 200 embriones en cabras de alquiler durante varios años. Esta experiencia demuestra los enormes obstáculos biológicos: incluso con ADN viable, recrear vida implica enfrentar altas tasas de fallo embrionario, riesgos de malformaciones y complicaciones en el parto.

En el caso de los lobos terribles, Colossal informa que utilizó perros domésticos como madres de alquiler y recurrió a cesáreas para asegurar el parto. Aun así, persiste la incertidumbre sobre la salud a largo plazo de estos animales generados artificialmente: los clones, en general, pueden presentar envejecimiento acelerado o vulnerabilidades inmunológicas debido a los procesos de manipulación celular, según estudios previos.

Cosmovisión cristiana y la manipulación de la vida

¿Existe un límite para la intervención humana en la naturaleza, en especial al traer de vuelta especies ya extintas? Algunos críticos advierten sobre el peligro de la arrogancia de creer que poseemos control absoluto sobre los seres vivos. ¿No estaríamos así instrumentalizando la vida y tratándola como un mero objeto de laboratorio, con fines comerciales? Inversores y celebridades ya participan en iniciativas de este tipo, buscando convertir animales extintos en atracciones de zoo o productos de mercado, lo cual genera desconcierto ético en muchos observadores.[6]

Frente a avances científicos tan impresionantes como el anuncio del “regreso” del lobo terrible, surge la reflexión desde la cosmovisión cristiana, particularmente en el contexto adventista y creacionista. ¿Cómo interpretar este desarrollo científico, especialmente en biotecnología, desde una perspectiva bíblica?

En primer lugar, la Biblia enseña que Dios es el Creador y sustentador de toda forma de vida, y que la Tierra y todo lo que existe le pertenecen. En el libro de Génesis, aprendemos que Dios les concedió a los seres humanos “dominio” sobre los animales (Génesis 1:26–28), pero esa autoridad no debe entenderse como permiso irrestricto para la explotación. Al contrario, cuando se comprende debidamente, el mandato de “dominar” y “someter” la Tierra refleja el deseo divino de que cuidemos el planeta y tratemos a los seres vivos con respeto. “Las Escrituras defienden la mayordomía ambiental”, afirman teólogos, resaltando que Dios le encargó al ser humano cultivar y cuidar de la creación (como en el Edén, Génesis 2:15) y proteger a las criaturas (como en la conservación de especies en el arca de Noé, Génesis 6:19). En resumen, desde una perspectiva bíblica, somos mayordomos del planeta, no dueños absolutos.[7] El planeta pertenece a Dios, no a nosotros; un recordatorio constante de humildad ante cualquier empresa científica.

Aplicando esos principios al caso en cuestión, un cristiano creacionista valora la vida como un don de Dios y aborda con cautela cualquier manipulación de ella. Esto no significa rechazar la ciencia o los esfuerzos de conservación, sino reconocer que existen límites morales para el dominio humano sobre la naturaleza. La tecnología de ‘desextinción’, aunque suene fascinante, plantea cuestiones sagradas: la vida y la biodiversidad que constituyen la obra creadora divina. Por un lado, puede haber valor en intentar reparar daños ambientales: cuidar la creación está en consonancia con la misión dada por Dios; por otro, es fundamental evaluar si honramos o violamos los propósitos del Creador al intervenir tan profundamente. ¿Estamos restaurando algo bello que se perdió o transgrediendo fronteras impuestas por el orden divino? Esa disyuntiva exige oración, reflexión y humildad.

Otro aspecto relevante es la noción de mayordomía responsable y esperanza escatológica. Nosotros, los adventistas, interpretamos la observancia del sábado, memorial de la creación, como recordatorio constante de nuestra “obligación moral de cuidar y preservar las obras de la creación de Dios”. Es decir, la fe refuerza la responsabilidad de velar por el medio ambiente y las criaturas, pues la naturaleza es expresión del carácter divino y un don a preservar. Al mismo tiempo, creemos que este mundo, corrompido por el pecado, será un día restaurado por Dios a su perfección original. Esta creencia ofrece una perspectiva singular: no nos corresponde “salvar” o “recrear” la creación por nuestra cuenta, sino cooperar en su preservación mientras aguardamos la redención final. En definitiva, existe una línea sutil entre actuar como cuidadores innovadores y usurpar un papel que le pertenece exclusivamente a Dios.

En el equilibrio entre el avance científico y el respeto a la creación divina, la cosmovisión cristiana nos llama a la moderación y la sabiduría. La ingeniería genética y otros avances pueden—y deben—utilizarse para el bien, incluyendo la protección de especies amenazadas y la mejora de la calidad de vida. Sin embargo, la máxima de que “no todo lo que es científicamente posible es moralmente deseable” debe guiar nuestras decisiones. Al contemplar el regreso de criaturas extintas, el creyente debe recordar las palabras del Salmo 24:1 (RVR1995): "Del Señor es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan". Esta verdad implica un profundo respeto: la vida pertenece a Dios y debe tratarse con santidad. Resucitar a un lobo terrible puede interpretarse como un tributo a la increíble creatividad humana concedida por Dios, pero también como una advertencia contra la soberbia de exceder los límites de nuestro papel como mayordomos.

*CRISPR es una herramienta de edición genética que permite modificar el ADN de las células mediante enzimas que actúan como “tijeras moleculares”. Esto posibilita insertar, corregir o eliminar genes. La técnica tiene múltiples aplicaciones, incluso en el tratamiento de enfermedades.


Referencias:

[1] Scientists say they revived dire wolf through biotech company’s de-extinction process. Disponible en: https://abcnews.go.com/US/dire-wolf-revived-biotech-companys-de-extinction-process/story?id=120558562

[2] Has the dire wolf come back to life? Here is what we know. Disponible en: https://www.aljazeera.com/news/2025/4/8/has-the-dire-wolf-come-back-to-life-here-is-what-we-know

[3] A biotech company says it has bred three pups with traits of the extinct dire wolf. Disponible en: https://www.npr.org/2025/04/08/nx-s1-5355686/dire-wolf-extinct-colossal-biosciences

[4] These fluffy white wolves explain everything wrong with bringing back extinct animals. Disponible en: https://www.vox.com/future-perfect/407781/dire-wolves-deextinction-colossal-biosciences

[5] De-extinction of Dire Wolves via Genetic Engineering: Feasibility, Ethics, and Ecological Impacts – A Cautious Path Forward? Disponible en: https://www.forwardpathway.us/de-extinction-of-dire-wolves-via-genetic-engineering-feasibility-ethics-and-ecological-impacts-a-cautious-path-forward

[6] First Extinct-Animal Clone Created. Disponible en: https://www.nationalgeographic.com/science/article/news-bucardo-pyrenean-ibex-deextinction-cloning

[7] «Mordomos do planeta». Disponible en: https://www.revistaadventista.com.br/da-redacao/destaques/mordomos-do-planeta/#:~:text=fornecendo,Gn%206%3A19

Maura Brandão

Maura Brandão

Ciencia y Religión

Los principales hallazgos de la ciencia analizados desde el punto de vista bíblico

Es bióloga graduada por el Centro Universitario Adventista de São Paulo (Unasp) y doctora en Ciencias por la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP), con énfasis en Patología, trabajando en el campo de la contaminación atmosférica y sus efectos en la salud. Se desempeñó como coordinadora del Origins Museum of Nature, ubicado en el Archipiélago de Galápagos, donde llevó a cabo actividades de apoyo a la investigación, grupos de estudio con la comunidad local y atención a los visitantes del museo. También es miembro de la Sociedad Criacionista Brasileña (SCB), NULON-SCB. Es co-creadora y co-productora del Origens Podcast, un podcast de divulgación científica disponible en las principales plataformas de audio. Actualmente, es profesora de Biología en la Educación Adventista en el Norte de Santa Catarina, Brasil.