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El diluvio y la segunda venida de Cristo

Delante de la maldad e iniquidad universal (Génesis 6:5) fue propósito divino enviar el diluvio.


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O-dilúvio-e-a-segunda-vinda-de-CristoLas Escrituras consistentemente se refieren al diluvio como un evento histórico (ver Isaías 54:9; Mateo 24:37-39; Lucas 17:26, 27; Hebreos 11:7; 1 Pedro 3:20 y 2 Pedro 2:5). Los primeros capítulos de Génesis tratan de asuntos universales como la creación, la caída, el surgimiento de las naciones, la corrupción de los seres humanos, el diluvio y la dispersión de la humanidad. El espacio que Moisés dedicó al tema del diluvio es una evidencia de la grande importancia histórica y teológica del evento.

“El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas. La fecha exacta con su falta de simbolismo obvio, marca un hecho real bien recordado”.[1] La revelación especial concedida a Noé referente al arca, un siglo antes del diluvio enfatiza el hecho de que el acontecimiento no fue simplemente una catástrofe natural.[2] Por otro lado, si el diluvio hubiera sido solo local y regional, ¿no hubiera sido una locura dedicar 120 años en la preparación de un arca suficientemente grande para cargar animales de todo el mundo?[3]

La Biblia declara que el diluvio cubrió las cumbres más altas de las montañas (Génesis 7:19, 20), esto es, aproximadamente 17.000 pies de altura en la región de Ararat, donde el arca se posó. Y aquella situación prevaleció por diez meses (Génesis 8:5) después del comienzo del diluvio. Fue una demanda hidráulica imposible por la cantidad de agua involucrada, para ser solo una inundación local y tranquila.[4]

Aunque Moisés podía contar con la tradición oral para describir los hechos del diluvio, debemos recordar que fue inspirado por Dios, y sobre todo, dependió de la revelación divina. Y a pesar de que el diluvio mundial sea ampliamente confirmado, cada ser humano necesita recurrir en primer lugar a la ayuda de la Palabra de Dios para entender la razón y la amplitud de ese magno evento. Ante la maldad e iniquidad universal (Génesis 6:5) el propósito divino fue enviar el diluvio: “Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho” (Génesis 6:7).

El diluvio no fue enviado solo con el propósito de destruir a los impenitentes antediluvianos, sino para separar y mantener en la Tierra hombres piadosos (ver Génesis 6:8 y 9). Después del diluvio, Dios siguió con la intención original de bendecir a la humanidad (Génesis 9:1), actuando como si fuera una segunda creación. Uno de los problemas más difíciles que enfrentan los que niegan el diluvio universal es el pacto que Dios hizo con Noé después de terminada aquella gran catástrofe, pues, si el diluvio destruyó solo una parte de la raza humana, los que escaparon de las aguas no fueron incluidos en el pacto del arco iris.[5]

Tanto el diluvio ocurrido en el pasado, como la futura segunda venida de Cristo son eventos que las Escrituras describen como históricos, universales, audibles, visibles y de consecuencias catastróficas para la Tierra y los impíos. El primero es un símbolo del segundo, pues Jesús comparó su segunda venida al diluvio. “Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:38, 39). Si el diluvio no fue real y universal, a partir del momento en que Jesús lo presentó así, puso en riesgo la credibilidad de sus enseñanzas en cuanto a la realidad del mayor evento de la historia: su segunda venida en gloria y majestad. El regreso del Señor será universalmente visible, glorioso y audible (ver Mateo 24:27, 30 y 31; Apocalipsis 1:7).

Por la lectura de Mateo 24:38 y 39, algunos intérpretes concluyen que la venida del Señor será secreta y la mayoría de las personas en el mundo no la notará, pero es exactamente lo contrario lo que Jesús enseñó haciendo un paralelo con el diluvio. Lo que la generación de Noé no notó, no fue la llegada del diluvio, sino justamente el momento en que finalmente la puerta del arca se cerró, y pasó la oportunidad de salvarse. Así, todo el mundo será tomado por sorpresa, pues la puerta de la gracia se cerrará a la hora que nadie sabe, y como el diluvio “se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (v. 39).

El apóstol Pablo afirma que mientras el mundo una vez fue destruido por agua, un segundo diluvio, esta vez de fuego, purificará la tierra de pecado (ver 2 Pedro 3:6, 7). Así como sucedió en relación al diluvio, Dios también dio suficiente información y avisos a la humanidad sobre la inminencia de la segunda venida de Cristo y la necesidad de prepararse.

 

[1]Derek Kidner, Gênesis, introdução e comentário [Génesis: introducción y comentario] (São Paulo: Sociedade Religiosa Edições Vida Nova, l985), p. 85.

[2]Carl E. Baugh y Clifford A. Wilson, Dinosaur [Dinosaurio], (Orange, CA: Promise Publishing CO, 1991), p. 115.

[3]Henry M. Morris, Scientific Creationism (San Diego, CA: Creation Life Publishers), 253.

[4]ibíd., 252, 253.

[5]John C. Whitcomb and Henry M. Morris, The Genesis Flood [El diluvio de Génesis], (Phillipsburg, NJ: Presbyterian and Reformed Publishing, 1992), p. 22.

 

Wilson Borba

Wilson Borba

Sola Escritura

Las doctrinas bíblicas explicadas de manera simpe y práctica para la vida cristiana

Bachiller en Teología, con maestría y doctorado en la misma área por el Centro Universitario Adventista de Sao Paulo (Unasp). Fue profesor y director del Seminario Adventista en Ecuador, y hoy es docente y director del Seminario Adventista Latinoamericano de Teología (SALT) de la Faculdade Adventista da Amazônia (Faama), en Brasil.