Cómo mantener su cerebro joven – Parte 1
Adopte nuevos hábitos para preservar la salud de tu cerebro.
Envejecimiento es una palabra que asusta, atemoriza y genera preocupación en mucha gente. Pero, infelizmente, la mayoría de las veces las preocupaciones son meramente estéticas. Nadie, o tal vez un grupo muy pequeño, está preocupado con el envejecimiento de los órganos internos. De todos, la mayor atención debería darse al maestro de todo el organismo: el cerebro.
Cuando nacemos, el cerebro es como un HD (disco duro o disco rígido): limpito, listo para almacenar nuestras memorias que pueden dividirse en tres tipos diferentes:
Memoria genética: Almacena experiencias e informaciones vividas todavía en el útero materno y en los primeros años de vida, durante lo que llamamos primera infancia. Esa memoria ayuda a explicar mucho de nuestro comportamiento, que a veces tenemos dificultad de descifrar, porque actuamos de determinada manera ante algunas situaciones.
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Memoria existencial: Son todas las experiencias que vivimos e informaciones que adquirimos durante nuestra vida, pero que no necesitan utilizarse o recordarse cada día. Está allí, calentita, esperando que sea leída por alguno de los fenómenos de lectura de la memoria. Cuando se contacta nos puede recordar experiencias amargas, traernos un sentimiento de angustia, un vacío existencial o un nudo en la garganta. Hay otras memorias nos traen sensaciones agradables: hacen nuestro día más feliz, productivo y el cielo queda más iluminado.
Memoria de uso continuo: Esta memoria contiene las experiencias recientes y las informaciones que más necesitamos obtener en relación al trabajo, estudio o las relaciones que vivimos. Toda la información contenida en la memoria de uso continuo puede migrar a la memoria existencial si no se la recuerda con cierta frecuencia. Por eso, es importante recordar los buenos momentos de la vida, de las personas queridas y de los lugares que nos marcaron.
Infelizmente, el estilo de vida del mundo actual no contribuye a la longevidad del cerebro. Envejece precozmente y lleva nuestras memorias a algún hueco negro donde no conseguimos recuperarlas. Las enfermedades como el Alzheimer y la demencia, que se manifestaban solo en la tercera edad, están golpeando a la puerta precozmente.
Cuando llegamos a los 40, un proceso de muerte neuronal llamado gliosis (muerte de las células de la glía, un tipo de neurona) se intensifica. Ese fenómeno puede observarse cuando realizamos una tomografía computarizada: se pueden ver espacios en blanco, lo que representa la muerte de neuronas.
Eso sucede cuando no se sustituyen. Pero existe algo que nos alienta: un proceso llamado plasticidad neural, capacidad que la neurona tiene de prolongar sus desechos, cubriendo los espacios vacíos que surgieron como consecuencia de la muerte neuronal. Sin embargo, para que eso suceda, es importante tener un estilo de vida saludable.
Por eso, vea algunas indicaciones importantes que le ayudarán a mantener su cerebro joven, aún en la vejez.
Mantenga el peso ideal: En Brasil, tenemos una estadística alarmante: aproximadamente el 60% de la población se encuentra con sobrepeso. Cuando el porcentaje de grasa corporal aumenta, se forman puntos de acumulación de grasa distribuida por el organismo. La región abdominal es el lugar de mayor depósito, pero exámenes señalan acumulación de grasa en el cerebro, lo que genera inflamación. Esos procesos inflamatorios interfieren en el buen funcionamiento cerebral.
Cuanto mayor el peso, mayor la sobrecarga de trabajo del corazón. Estar encima del peso también perjudica la circulación.
Cambie los alimentos refinados por los integrales: El proceso de refinamiento promueve innumerable pérdida de nutrientes. El alimento ya viene empobrecido porque el suelo no recibe el abono necesario y sufre pérdidas que comprometen su calidad nutricional. Durante el proceso industrial, el 100% de la fibra insoluble se pierde, el 90% de las vitaminas del complejo B y también la vitamina C quedan eliminadas y, por fin el 80% de los minerales se pierden durante el procesamiento. Los refinados son los famosos alimentos ricos en calorías vacías. Estos mantienen el almidón, que favorece el aumento de peso, sin ayudar a nutrir el organismo.
Haga actividad física: El buen funcionamiento cerebral depende de una buena circulación sanguínea. La práctica de la actividad física mejora la circulación, lleva más nutrientes y favorece la eliminación de los residuos que se producen por la actividad cerebral. Además, mejora el humor, aumenta la autoestima de las personas, promueve mejores elecciones en la vida diaria y libra de la necesidad de depender de la dopamina (hormona de la satisfacción). El ejercicio también cansa el cuerpo y mejora la noche de sueño.
Controle el consumo de sal: El sodio presente en la sal de cocina aumenta el volumen de sangre. Como consecuencia, se produce el aumento de la presión sanguínea, lo que puede elevar la fricción sobre los vasos sanguíneos. Esto predispone a la formación de las placas de ateroma, placas de grasa que se forman dentro del vaso sanguíneo y que dificultan el paso de la sangre. Una menor cantidad de sangre que llega al cerebro equivale a una menor nutrición. Como consecuencia de ese aumento de presión, crece la tasa de filtración glomerular: los riñones tienen que trabajar más y así muchos minerales se pierden en la orina, lo que perjudica el funcionamiento cerebral.
No fume: El humo del cigarrillo aumenta la presión y genera problemas parecidos al exceso de sodio. Pero además de esa condición, lo que preocupa es la formación de los radicales libres, que son especies radioactivas de oxígeno. Ellos promueven oxidación de las células y generan lesiones. Cuando en los vasos sanguíneos, puede ocurrir la formación de placas de ateroma, como también la rigidez de las arterias, lo que perjudica la circulación. El cigarrillo también destruye la vitamina C, fundamental para el transporte de oxígeno.
Evite el consumo de estimulantes: Elimine de su menú la cafeína presente en el café, gaseosas a base de cola, energéticos y chocolate. También retire la teína presente en la yerba mate (llex paraguariensis) y en los tés verde, negro, blanco, rojo y amarillo (Camelia sinensis). Otro estimulante es la teobromina presente en el chocolate. El azúcar y la grasa, principalmente la saturada, también tienen acción estimulante y deben retirarse del menú.
En el próximo artículo veremos otras orientaciones para mantener el cerebro en pleno funcionamiento.