La revista Veja del 16 de agosto de 2017 tiene una entrevista a la periodista británica Ângela Saini, especialista en ciencia. El tema de la entrevista trata sobre el sexismo de la ciencia que contribuyó a una visión equivocada de inferioridad femenina.

Primero, es importante aclarar y reafirmar que en la Biblia es evidente que el hombre y la mujer tienen papeles distintos, pero no hay menor capacidad de cualquiera de los géneros. Ese concepto no es bíblico.

El hombre y la mujer fueron creados por Deus y se completan en la formación de la familia y de la sociedad. En la creación de la mujer a partir del hombre, Génesis 2:18 trae la palabra “auxiliadora” (kenegdo) para el papel de la mujer, que denota igualdad y suficiencia.

O sea, nadie está en nivel de superioridad por causa de su género, aunque como ya he afirmado, con funciones características y que no pueden y no deben ser comparadas por cualidades biológicas como siendo mejor o peor.

Pero imagino que alguien lee el texto y se pregunta: ¿Pero no dice en el Nuevo Testamento que la esposa debe ser sumisa al marido? (Efesios 5:22). La respuesta está en los dos versos a continuación, cuando Pablo dice que los maridos deben amar a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, o sea, Cristo se sometió a la muerte para la salvación. Eso significa la vía de doble mano de la sumisión.

Cualquier pensamiento que rebaje a la mujer es una desvirtuación científica en la tentativa de explicar el origen de la vida. Una de las respuestas de la periodista en la entrevista fue la que terminó motivándome a escribir este artículo.

La pregunta trataba sobre la existencia de alguna teoría moderna que transmita la idea de la inferioridad biológica femenina. Ângela presenta un estudio que la Universidad McMaster publicó sobre la menopausia. La tesis propone que la mujer deja de ovular porque los hombres dejan de sentir atracción por las mujeres más viejas. Una característica adquirida por la evolución.

La periodista rebate la teoría presentando un estudio del biólogo evolucionista George Williams. Esa investigación revela que la menopausia surgió en nuestra especie como un mecanismo para proteger a las mujeres más viejas de los riesgos del parto, “haciéndolas vivir más y garantizar la seguridad de la especie, teniendo en vista que los humanos dependen por más tiempo de la familia que otras especies”.

Dentro de esa perspectiva, todo es fruto de la casualidad y de una evolución inteligente, sea cual sea la explicación racional que se acepte. En esa inmersión científica se termina entrando en medio de una neblina de conjeturas para al final parecer profundidad académica. El resultado son los pensamientos sexistas, machistas o cualquier otra idea que siga en esa línea.

Entender el origen de la vida es la base para la formación de los presupuestos acerca de la vida, la familia, la sociedad y el futuro. Las teorías siempre surgen y constituyen de cierta manera el pensamiento corriente de hoy sobre cómo comenzó todo. Por ejemplo, la abiogénesis o también conocida como Teoría de la Generación Espontánea. Fue formulada por Aristóteles (384-322 a.C.), en la Grecia antigua y decía que los seres vivos surgen de la materia bruta, espontáneamente. Según esa teoría, existirían dos principios, uno pasivo que es la materia y otro activo, que es la forma. En el momento en que las condiciones fueran favorables, esos principios se conjugarían, originando vida.

Aristóteles llegó a afirmar que los cocodrilos del río Nilo surgían del lodo. Otros científicos, siguiendo el raciocinio de Aristóteles, describían los procesos de generación espontánea: Paracelso explicó cómo generar sapos, tortugas y ratas a partir del aire, del agua, de la paja, de la madera en descomposición, entre otros materiales; Van Helmont explicó cómo generar ratones a partir de una camisa sudada en contacto con germen de trigo (en ese caso, el sudor humano sería el 'principio activo').

Alrededor de 1860, Louis Pasteur (1822-1895) afirmó que logró probar definitivamente que los seres vivos se originan de otros seres vivos. En esa misma época (1859), Charles Darwin publicó el libro On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life ("Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida"). Solo en la sexta edición (1872) se abrevió el título a The Origin of Species (El origen de las especies), como es conocido popularmente.

Las ideas de Darwin son aceptadas por las comunidades académicas y científicas como la respuesta al enigma del comienzo de la vida. “Sin Darwin, muy poco del mundo natural tiene sentido", dijo David Attenborough a Reuters. “Darwin convirtió la historia natural en ciencia”. http://g1.globo.com/Noticias/Mundo/0,,MUL999013-5602,00.html

Martin Rees, presidente de la Royal Society entre 2005 y 2010, la academia científica más antigua del mundo, dijo que la influencia de Darwin "es omnipresente en la cultura contemporánea, más que la de cualquier otra figura científica". No tengo dudas de que es por eso que lidiamos con teorías absurdas que generan aberraciones como la inferioridad de la mujer entre otras.

Paralelo a todo eso, el ser humano lucha contra sí mismo cuando niega la existencia de un ser superior. La incapacidad humana de comprender a Dios en su esencia desprovisto de fe fue registrada en los periódicos en una frase dicha por Richard Dawkins cuando estuvo de paso por Brasil: "Acabo de regresar del Pantanal y quedé deslumbrado con tanta belleza, si no conociera a Darwin, me arrodillaría y diría que eso es obra de Dios". O Estado de São Paulo, 2 de julio de 2009.

Por eso, ante todas las vertientes y suposiciones, mi consejo es: “Creed en Jehová vuestro Dios y estaréis seguros; creed a sus profetas y seréis prosperados”. (2 Crónicas 20:20).