Mandela Day
“Súbete sobre un alto monte, tú que anuncias buenas noticias a Sion. Levántala, no temas. Di a las ciudades de Judá: Aquí está vuestro Dios” (Isaías 40:9/Reina-Valera 2000). Tanto en la esquina del moderno edificio del Centro Internacional de Convenc...
“Súbete sobre un alto monte, tú que anuncias buenas noticias a Sion. Levántala, no temas. Di a las ciudades de Judá: Aquí está vuestro Dios” (Isaías 40:9/Reina-Valera 2000).
Tanto en la esquina del moderno edificio del Centro Internacional de Convenciones de Ciudad del Cabo, como en las pintorescas callecitas de la zona de Waterfront; tanto en la famosa y comercial Long Street, como camino al bellísimo cabo de Buena Esperanza, una silueta anaranjada que reposa repetidamente en cientos de carteles me saluda silenciosa. Es la de Nelson Mandela, el líder político que cambió la historia de Sudáfrica en la década de 1990 y le devolvió a su pueblo algo de la humanidad perdida al abolir el Apartheid, el terrible régimen de segregación racial.
Los carteles refieren al Mandela Day, que se celebra cada 18 de julio, día del cumpleaños del otrora Premio Nobel de la Paz. Las circunstancias hicieron que esa jornada me encuentre recorriendo esa bellísima metrópolis del sur de Sudáfrica, que me recibe tibiamente fría, parcialmente nublada y tímidamente lluviosa.
Más allá de eso, es una jornada festiva. Pasacalles, gorros, camisetas, banderas, tapas de diarios... una sana invasión visual impregna en ambiente con frases y figuras referidas a este día.
En noviembre de 2009 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 18 de julio como “Día Internacional de Nelson Mandela” en reconocimiento de la contribución aportada por el ex Presidente de Sudáfrica a la cultura de la paz y la libertad, por su dedicación al servicio de la humanidad a través de su labor humanitaria en los ámbitos de la solución de conflictos, las relaciones interraciales, la promoción y protección de los derechos humanos, la reconciliación, los derechos de los niños y otros grupos vulnerables, y la defensa de las comunidades pobres y subdesarrolladas.
Por eso, en este día, la propuesta en Sudáfrica era dedicar una hora para un servicio comunitario desinteresado. Esta es la mejor manera de festejar el cumpleaños de Mandela. En la página www.mandeladay.com se brindan algunas sugerencias para hacer en esta jornada de movilización y cambio:
- Haga nuevos amigos: En lo posible, conozca a alguien nuevo de una cultura diferente.
- Léale al que no puede ver: Visite un hogar para ciegos y ábrale las puertas de un mundo nuevo a otra persona.
- Ayude en el refugio para animales de su comunidad: Los perros que no tienen hogar también necesitan cariño y afecto.
- Ayude a alguien a encontrar trabajo: Tal vez puede enseñarle cómo buscar empleo en Internet o, simplemente, imprímale el Currículum Vitae.
- Visite un hospital y hable con los enfermos: A veces, una palabra de ánimo ayuda más que todos los remedios del mundo.
- Regale ropa que ya no use o compre una frazada para aquel que está pasando frío: No vale la pena tener prendas de vestir sin usar en el ropero cuando alguien de la calle las necesita.
La lista sigue y podríamos hacerla aún más larga y creativa. Pero, si aun así alguien no se anima a realizar algo de esto, todos tenemos un arma letal contra el desánimo y la desesperanza: la sonrisa. Caminar sonriendo por la calle es hoy (en medio de una sociedad deprimida y ansiosa) es una manera más de testificar y mostrarle al mundo lo que Dios hizo por y en nosotros.
Apelando a la compasión y al perdón, Mandela intentó de fundir en una sola alma una nación racialmente dividida. Y como la mejor manera de predicar es el ejemplo, perdonó y no se vengó de aquellos que le quitaron la libertad durante 27 años, condenándolo a prisión en la Isla de Robben. “El perdón libera el alma y elimina el miedo. Por eso es un arma tan poderosa”, sostuvo Mandela.
Sin embargo, todo esto no es más que un eco de las enseñanzas de Jesús en el Sermón del Monte. Cada concepto de los capítulos 5, 6 y 7 de San Mateo es una lección de vida plena: amar al enemigo, hacer la segunda milla, orar por quien nos desprecia, tratar a otros como nos gustaría que nos traten a nosotros... Mandela Day queda casi reducido a la nada cuando se compara con los notables consejos inspirados por el Cielo. Todo podría cambiar a nuestros alrededor si siguiéramos en la práctica lo que Cristo predicó.
Frecuentemente somos dominados por un egoísmo innato y absorbente. Velamos por nosotros mismos y somos partícipes del mayor pecado. Tal como escribió Elena de White en El ministerio de curación, pág. 121: “La inhumanidad del hombre para con el hombre es nuestro mayor pecado. Muchos se figuran que están representando la justicia de Dios, mientras que dejan por completo de representar su ternura y su gran amor”
Hoy es el día de anunciar las buenas noticias. Levante y alza tu voz. Haz el cambio.
“Podemos cambiar el mundo y hacer que sea un lugar mejor. Está en tu mano hacerlo realidad” (Nelson Mandela).