La abuela que sorprendió a Google
Si tratásemos a las personas con bondad, cortesía, compasión y piedad muchas personas más serían atraídas a Jesús.
“Al que piensa sabiamente, se le llama inteligente; las palabras amables convencen mejor” (Proverbios 16:21, DHH).
Entre los millones de consultas al buscador de Internet más famoso del mundo, la de May Ashworth expulsó de la monótona rutina a los programadores de Google y los sorprendió gratamente.
El caso es que esta abuela de 86 años, residente en Wigan (Reino Unido) recurrió a los servicios de esta empresa para despejar una duda al respecto del significado de números romanos. Sin embargo, lo hizo de una manera muy particular. Cuando Ben (su nieto de 25 años) fue a visitarla, quedó sorprendido al abrir la computadora y descubrir cómo había tecleado su última búsqueda en Google. Decía: "Por favor, traduzca estos números romanos mcmxcviii. Gracias".
Al joven le conmovió la combinación de ternura y amabilidad de May y decidió tomar una captura de la pantalla y compartirla en su cuenta de Twitter. Enseguida, la imagen se volvió viral y cuenta ya con más de 20 mil retweets y 18 mil personas la han marcado como favorita.
Por su parte, los operarios de Google no quisieron ser menos y ofrecieron su respuesta. Decía: "Querida abuela de Ben, esperamos que esté bien. En un mundo con miles de millones de búsquedas, la suya nos hizo sonreír. ¡Ah! Y es 1998. Muchas gracias".
Valorar al ser humano, ser amables en un mundo cada vez más tecnológico e impersonal, tratar con cariño y afecto a los demás, sin duda, hace una gran diferencia. May tuvo la delicadeza, el sentido común y la bondad de tratar correctamente a los anónimos y desconocidos trabajadores de Google.
Como cristianos, tenemos el privilegio y el desafío de hacer algo similar. A veces, podemos predicar más con una palabra amable, una sonrisa sincera y una frase de ánimo que con un completo y profundo estudio bíblico. No, nadie dice que dejemos de dar estudios bíblicos. Son necesarios, sin dudas, y debemos realizarlos. Pero a ellos, debemos agregarles del notable plus de la cortesía cristiana.
Elena de White escribió una declaración sorprendente:
“Si nos humilláramos delante de Dios, si fuéramos bondadosos, corteses, compasivos y piadosos, habría cien conversiones a la verdad donde ahora hay una sola” (Testimonios para la iglesia, tomo 9, pág. 152).
¿Cuántas personas se bautizaron el año pasado en tu iglesia? ¿20? ¿30? ¿50? Imagina que, con solo practicar las cuatro cosas que menciona la cita, esa cifra se multiplicaría… ¡por 100! Estoy completamente seguro que, con más oración, con más estudio de la Biblia, con más publicidad en las redes sociales y con más trabajo misionero se ganarían más almas para Cristo de las que se ganan actualmente. Sin dejar de hacer todas estas cosas, prueba con ser bondadoso, cortés, compasivo y piadoso.
Sal a la calle y sorprende a todos con tu sonrisa. Ejerce la sana costumbre de decir “por favor”, “disculpe” y “gracias”. Preocúpate por el que sufre y trata con bondad y amor al enfermo y desvalido. Practica la piedad.
El mundo necesita más personas como May. La iglesia, también.