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Héroes anónimos

Héroes anónimos

“El ángel respondió: Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado a hablarte y darte esta buena noticia” (Lucas 1:19/ Reina-Valera 2000). Hay historias que conmueven. La del soldado anónimo que rescató a un centenar de persona...


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“El ángel respondió: Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado a hablarte y darte esta buena noticia” (Lucas 1:19/ Reina-Valera 2000).

Hay historias que conmueven. La del soldado anónimo que rescató a un centenar de personas en un centro comercial de Kenia, es una de ellas.

El sábado 21 de septiembre, un grupo de terroristas armados atacó el lujoso shopping Westgate de Nairobi.  Murieron 72 personas. La trágica noticia dio la vuelta al mundo. Luego de cuatro días, el ejército recuperó el control del edificio y liberó a los rehenes. Y entonces, surgió la noticia de este héroe.

Al menos cien personas le deben la vida a un ex soldado del Cuerpo de Marines británico, quien el pasado sábado estaba tranquilamente tomando un café en el lugar de los hechos. Sin dudarlo, este hombre treintañero, alto y ágil (vestido con jeans, botas y una campera de cuero) fue y volvió doce veces al interior del complejo para extraer a quienes estaban dentro a pesar de los intensos tiroteos que se realizaban en el lugar. “Salvó a 100 personas. Imagínense entrar allí cuando sabía lo que estaba pasando adentro”, comentó un amigo del soldado, cuya identidad fue preservada por motivos de seguridad. En una de las fotos publicadas en Internet, se lo ve abrazando a una madre y una hija, a quienes rescató del infierno, en una de sus tantas incursiones.

Jesús podría haberse quedado sentado cómodamente en el Cielo, mientras en este planeta las fuerzas del mal mantenían esclavizada a la raza humana. Pero no lo hizo. Su incomprensible amor lo llevó a incursionar como niño en este mundo arrasado por el pecado. Su extrema misericordia lo llevó a vivir como hombre y pasar hambre, cansancio y sed. Su absoluta renuncia lo llevó a morir como un malhechor en una cruz que no le pertenecía en lo absoluto.

Jesucristo es nuestro héroe con nombre y apellido. Su maravillosa entrega en el Calvario hizo posible nuestra salvación.

Cuando el ángel le dio la noticia del nacimiento de Juan a Zacarías, este no creía. Le parecía demasiado bueno para ser verdad. Pero era cierto. Él y su esposa Elisabet tendrían un hijo, cuya misión en la vida sería dar la buena noticia de la llegada del Mesías. El ángel Gabriel le comunicó, seis meses más tarde, a la bienaventurada virgen María que ella sería la madre de Jesús. María y Elisabet tuvieron concepciones milagrosas porque Dios tenía un propósito especial para ellas y sus hijos.

No obstante, la vida de ambos hijos se vería truncada. La de uno, por que moriría como mártir en prisión. La del otro, porque acabaría su vida pendiendo en una cruz entre dos malhechores. Dos nacimientos, dos vidas, dos niños. Y dos historias de dádivas y de entrega.

En un mundo infectado de malas noticias, hay una buena nueva: Dios se complace en dar. No había nada más valioso en el cielo que su Hijo. Y él lo envió a la Tierra para morir. Pero su muerte nos dio vida. Su sangre nos libra del pecado y de la culpa. Gracias a su victoria y a su resurrección podemos acceder a la eternidad.

Hay historias que conmueven. La de Jesús es una de ellas.

 

Pablo Ale

Pablo Ale

Noticias de hoy, reflexiones de siempre

Informaciones cotidianas que nos hacen pensar en realidades eternas

Es Licenciado en Teología y en Comunicación Social. Además, tiene una maestría en Escritura creativa. Es autor de los libros “¿Iguales o diferentes?”, “1 clic” y “Un día histórico”. Actualmente es editor de libros, redactor de la Revista Adventista y director de las revistas Conexión 2.0 y Vida Feliz, en la Asociación Casa Editora Sudamericana. @PabloHernanAle