Habitación 2015
“Vino la noticia a la casa de David, de que Siria se había confederado con Efraín. Entonces se estremeció el corazón de Acaz y su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento” (Isaías 7:2/Reina-Valera 2000). En aras de la liber...
“Vino la noticia a la casa de David, de que Siria se había confederado con Efraín. Entonces se estremeció el corazón de Acaz y su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento” (Isaías 7:2/Reina-Valera 2000).
En aras de la libertad el ser humano vive cada vez más encerrado y con miedo. Primero fueron las rejas. Después, los sistemas de alarma. Y ahora parece ser una habitación completamente blindada y hermética (llamada Panic Room), secreta o perfectamente visible, el arma con la que los ciudadanos de los países desarrollados buscan protegerse de un eventual robo o ataque externo. Suena casi cinematográfico. Y de hecho lo es. Porque en 2002 la película “Panic Room” (La habitación del pánico), protagonizada por Jodie Foster, se encargó de mostrar cómo funcionan estos espacios de seguridad.
Pregunta: ¿Qué lleva a miles de personas a instalar un Panic Roon en sus casas?
Respuesta: El miedo.
Sin embargo, las garantías de seguridad preocuparon a la humanidad en todas las épocas. Cerca del 730 a.C., Dios envió a Isaías con un mensaje de ánimo para el rey Acaz ante el inminente ataque de la confederación que habían formado entre Siria y Efraín. Ante el extremo peligro, el corazón de Acaz se estremeció como una hoja llevada por el viento. Si hubiera podido, tal vez habría adquirido un Panic Rooms.
La historia de Acaz nos muestra lo inútil que es invertir toda la confianza en el poder humano y lo terrible que es desobedecer a Dios. En una jugada estratégica sumamente desesperada, Acaz recurrió a Tiglat-pileser, rey de Asiria, para que lo socorra (2 Rey. 16: 7). A cambio, le daría al monarca extranjero jugosos tesoros provenientes de los alfolíes del templo de Dios. La ayuda momentánea y la paz supuestamente ganada en ese entonces duraron poco; ya que Asiria no tardó en invadir a Judá.
La extrema apostasía de Acaz lo hizo desconfiar del poder divino. Con el propósito de aumentar la confianza de Acaz, Dios le mandó un mensaje de esperanza. Isaías 7:4 es un texto maravilloso: “Guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean...”.
Con el objetivo de fortalecer la fe de Acaz, Dios le otorgó la petición de una señal (Isa. 7:11), que sería un recordativo para que los fieles de Dios permaneciesen firmes a través de los siglos y sirviera de estímulo en las crisis venideras. Y entonces, aparece Isaías 7:14: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (esto es, Dios con nosotros)”. Así, ante la opresión inmediata, emerge radiante, la promesa del Mesías Salvador.
La palabra “tristeza” se enlaza con una familia bien definida de vocablos latinos que tienen a ter como raíz (de allí proviene el latín tremo, que es “temblar”). El tr onomatopéyico se extiende a un rosario de palabras que usamos frecuentemente, como “trueno” o “tiritar”. De esta familia es la palabra “tribulación”, y por supuesto “trillar” que es triturar un grano, un proceso nada feliz.
En latín, tristis se refiere a alguien apagado o mal humorado. Nadie puede tener dicha en esa condición. Uno figuradamente está siendo “triturado” por los problemas o inconvenientes; y atraviesa “trauma” porque le sucedió algo “atroz”. En esa condición uno está “atribulado” y está también “destrozado”, es decir convertido en trozos. “Estoy hecho pedazos”, se lamenta alguien cuando las circunstancias lo oprimen. Cuando un ser creado por Dios como una unidad psicofísica espiritual esta en trozos, algo no funciona correctamente. El cuerpo y la mente no pueden ejercer sus funciones con eficiencia y claridad. Entonces, el ser queda “destruido”. Como Acaz.
Cuando tus enemigos exteriores te ataquen, cuando tus fantasmas interiores te opriman, cuando el cuadro de situación te lleve a temblar (literalmente) de miedo y te sientas como una hoja llevada por el viento, no debes olvidar que Dios es un Dios presente. Dios es un Dios que está. Es “Dios con nosotros”. Nunca separado o lejos de nosotros.
Navidad es Isaías 7:14: Es Dios con nosotros.
Con ese pensamiento, Año nuevo será como una Habitación 2015: un lugar donde habitar confiado, porque Dios es nuestro Sustentador. Por eso, el cristiano no se inquieta ni se desespera por las circunstancias externas. Sabe que, aunque ande en valle de sombra de muerte, el gran Pastor (Emanuel) estará con él.
Hoy podemos ingresar en la habitación del pánico o en la “casa de Jehová” del Salmo 23.
Pregunta: ¿A cuál entraremos?
Respuesta: Las llaves están en tu mano.