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Isaías 26: un bálsamo contra el Coronavirus

Existe esperanza en medio de la crisis. Es solo un poco más.


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Existe esperanza en medio de la crisis. Es solo un poco más. (Imagen: shutterstock)

“Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación” (Isaías 26:20).

El mundo está en pánico, rendido frente a una pandemia. No importa qué portal de Internet consultemos o qué red social miremos. Todos hablan del Coronavirus. Las noticias de hoy parecen reducirse a un sinfín de datos numéricos: cantidad de contagiados y cantidad de muertos. Como un mero resultado deportivo, al final de cada jornada esperamos a ver cuántos nuevos casos y decesos hay en tal y cual país.

Como resultado, en muchas naciones los gobiernos recomiendan el aislamiento social y la cuarentena. Esto implica tener el menor contacto humano posible y en salir de nuestros hogares solo para lo indispensable. Los lugares públicos están vacíos. La vida se trasladó casi íntegramente al interior de las casas.

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Días atrás alguien me preguntó si existía algún versículo o historia en la Biblia que hablara de la cuarentena o de permanecer aislados. Sí, existe. Y es un texto enclavado en un contexto singularmente similar al que estamos viviendo. Como si todo esto fuera poco, este versículo se encuentra en un capítulo maravilloso de la Escritura: Isaías 26.

Te invito a repasar algunos versículos porque, sin duda, son un reparo de tranquilidad y protección en medio de la lluvia de noticias alarmantes que escuchamos por doquier.

Antes de sumergirnos en Isaías 26 no podemos dejar de mencionar el marco en el que se desarrolla este capítulo. Isaías fue un profeta llamado por Dios y desarrolló su ministerio en una época de gran prosperidad de Judá, bajo los reinados de Uzías, Jotán, Acaz, Ezequías y Manasés. Pero, como muchas veces sucede hoy, la prosperidad material había producido decadencia espiritual. Las condiciones morales y sociales eran tristísimas, ya que se cometían injusticias en los tribunales, los magistrados aceptaban cohechos y los gobernantes se dedicaban principalmente a los placeres y a lograr ganancias personales. Predominaban la codicia, la avaricia y la adoración a los dioses paganos. Cualquier semejanza con la realidad actual de nuestro mundo el pura “coincidencia”.

Entonces, como mensajero del Cielo, Isaías alza su voz y advierte al pueblo sobre tales condiciones. Esta realidad no duraría por mucho tiempo. Los mensajes del profeta son de severa reprensión, pero también están cargados de amorosas invitaciones de Dios para que todos se arrepientan y vuelvan al buen camino.

Por eso, en medio de mensajes de juicio y amonestación, aparece un capítulo como el 26. Estos versículos son un canto de esperanza y confianza de los justos ante la crisis inminente. Bien pueden constituirse en un bálsamo en estos tiempos complicados. Veamos:

Isaías 26: 1 y 2 dice que Jerusalén es una ciudad fuerte, que Dios puso salvación en sus muros y que allí habitan los justos y quienes guardan las verdades. ¡Qué extraordinario privilegio y qué hermosa promesa tenemos! El privilegio es ser fiel a Dios y a su verdad y la promesa es que Dios nos guardará. Estaremos tan seguros como dentro de una ciudad con muros y antemuros.

Isaías 26:3 es, sin duda, el versículo más conocido, repetido y memorizado del capítulo. Dice que Dios guardará en perfecta paz a aquel que piensa en él constantemente y confía en él. Como cristianos contamos con algo que (a veces alocada y frenéticamente) busca la humanidad hoy: la paz. Y no es cualquier paz. Es una paz perfecta. ¿Cómo obtener este tipo de paz en este tipo de mundo? Obedeciendo a Dios y viviendo por fe. Esto, ni por asomo, significa la ausencia de problemas y contratiempos. La paz que Dios quiere darnos no se trata de una vida encapsulada en una atmósfera de bienestar continuo y ficticio. No. Se trata de una paz total: Antes del temporal, en medio del diluvio y luego de la catástrofe. Esa paz es la que había obtenido Pablo aún en medio de azotes, persecuciones, naufragios, frío, hambre, sed, cárcel y peligros (2 Cor. 11: 16-33).

Isaías 26:12 refuerza la idea anterior. Ante la opresión, irrumpe en el relato la frase “Jehová nos dará paz”. Dios obra constantemente en favor de su pueblo, Jamás en su contra. Más allá de las pruebas que los fieles deben experimentar, todo es para el bien de ellos. Por el contrario, el destino de los enemigos del pueblo de Dios es muy diferente: vergüenza y muerte.

Isaías 26:16 expresa que, ante la urgencia desesperante, frente a la situación límite y cara a cara con el abismo, los justos buscan a Dios y derraman su alma en oración. ¿Cuántas veces en nuestro aislamiento o nuestra cuarentena hemos orado con fervor y hemos humillado nuestro corazón ante el Creador?

Finalmente, llegamos al versículo prometido. Se trata de Isaías 26:20. Así como el pueblo de Israel tuvo que permanecer dentro de sus casas mientras eran muertos los primogénitos de Egipto (Éxodo 12: 22- 23), Dios invita a su pueblo a que se esconda en él durante las crisis, los ataques y las pandemias. Ocultos el él, ya que él es nuestro "amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones" (Sal. 46: 1).

Al respecto, Elena de White comenta lo siguiente en Profetas y reyes, p. 535: “La palabra que dirige el Señor a sus fieles es ésta: ‘Anda, pueblo mío, éntrate en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la ira. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar, para visitar la maldad del morador de la tierra contra él’ (Isaías 26:20, 21)”.

Y también agrega: “La gran crisis está por sobrecogernos. Para hacer frente a sus pruebas y tentaciones, para cumplir sus deberes, se necesitará una fe perseverante. Pero podemos triunfar gloriosamente; nadie que vele, ore y crea será entrampado por el enemigo” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, p. 11).

 

 

 

 

 

 

 

Pablo Ale

Pablo Ale

Noticias de hoy, reflexiones de siempre

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Es Licenciado en Teología y en Comunicación Social. Además, tiene una maestría en Escritura creativa. Es autor de los libros “¿Iguales o diferentes?”, “1 clic” y “Un día histórico”. Actualmente es editor de libros, redactor de la Revista Adventista y director de las revistas Conexión 2.0 y Vida Feliz, en la Asociación Casa Editora Sudamericana. @PabloHernanAle