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Educación

Antes que sea demasiado tarde

Muchas veces puede ser tarde pensar en aquello que los niños consumen en términos de contenidos comunicacionales.


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antes-que-seja-tarde-demaisLa responsabilidad legítima en la educación de los hijos es de los padres

 Era un jueves de  mañana y nos dirigíamos a la escuela para dejar a nuestros hijos, antes de ir a nuestro trabajo. De repente vimos a un niño que corría en medio de una calle de mucho movimiento de nuestra ciudad. El niño no debía tener más de cinco años. Estaba de pantalones cortos y camiseta, con los pies descalzos. Sonriendo corría despreocupadamente, mientras dos adultos intentaban alcanzarlo y llevarlo a un lugar seguro. La escena sucedió bien delante de nosotros, y solo entonces nos dimos cuenta de que los adultos no eran los padres del niño. Eran solo transeúntes que también vieron el peligro e intentaban impedir que lo peor sucediera. Para el pequeño, su accionar no pasaba de un juego.

Un muchacho logró acercarse y, mientras los autos se detenían, tomó al niño y lo sostuvo en los brazos. La última cosa que vimos fue a alguien tratando de comunicarse con el 190, posiblemente para intentar ubicar a los padres del niño. Por la ropa teníamos la impresión de que el niño se había despertado y salió a la calle sin que los responsables lo notaran. Me quedé pensando cuál fue la reacción de la madre cuando se dio cuenta de que su hijo no estaba en casa, y en la desesperación que debe haber sentido al saber el riesgo al que el niño estuvo expuesto. Tal vez, el sentido de culpa haya atormentado a los padres durante algunos días, con la pregunta implacable: ¿Cómo pudimos permitir que esto sucediera?

Mientras esa escena de desesperación venía a mi mente, no pude dejar de hacer una analogía con la situación de muchas familias de hoy. ¿Será que los niños están realmente protegidos y seguros? ¿Podrían estar “perdidos” dentro de casa? Como padres, ¿estamos asumiendo la responsabilidad, no solo por el bienestar y la integridad física de ellos, sino también por su desarrollo emocional y espiritual? ¿O estamos transfiriendo esa responsabilidad a otros?

Una amiga, líder del Ministerio del Niño y del Adolescente en un estado del sur de Brasil, me envió recientemente un audio revelador. Se trata de la experiencia que una madre tuvo con su hijito de solo cuatro años. De una hora para otra, el niño comenzó a poner objeciones por qué tenía que ser niño. Por qué no podía ser una niña. Los padres conversaron y le explicaron, pero el niño continuó insistiendo en la idea. Cierto día, mientras la madre estaba preparando el almuerzo, el niño entró en la cocina y le preguntó por qué ella le había mentido. Entonces, él afirmó de manera desafiante que podría ser niña. Él podría serlo si lo quisiera. La madre le preguntó quién le había dicho eso. Y él le respondió: “mi amigo que viene todos los días a jugar conmigo”.

Como la madre sabía que ningún niño había venido a jugar con su hijo, le preguntó qué amigo era ese. La respuesta fue sorprendente. El niño le dijo que el amigo estaba sentado en el sofá. Pero, no había nadie allí. Usando la psicología, la madre le pidió que el niño describiera a tal amigo. Ella quedó “helada” cuando notó por los detalles quién era la figura que el niño estaba describiendo.

Atónita, la madre le dijo al niño que ese “amigo” debería irse inmediatamente. En seguida, ella llevó al hijo al cuarto y comenzó a orar con él, le pidió perdón a Dios por haber dejado “brechas” por donde el enemigo estaba no solo pasando, sino día a día instalándose en ese hogar.

Solo esa parte de la historia ya sería suficiente para dejar a padres y madres dedicados bien asustados. Pero, después, la mujer contó que comenzó a orar diariamente para que Dios le mostrara dónde estaban las fallas. Como el niño pasaba gran parte del tiempo frente al televisor, ella decidió mirar los dibujos animados que el niño acostumbraba mirar. Ahora todo tenía sentido. En el audio, ella mencionó dibujo por dibujo y describió inclusive algunas escenas con mensajes demasiado explícitos para cualquier franja etaria.

La imagen del niño que mencioné al inicio del texto, corriendo despreocupadamente, sin noción del peligro al cual estaba expuesto, y el mensaje de alerta de esa madre, me hicieron pensar en las advertencias que Elena de White da en el libro La conducción del niño. Quiero compartir algunas de ellas con usted:

“Despertad, padres, de vuestro sueño espiritual y comprended que la primera enseñanza que reciben los niños debéis dársela vosotros. Debéis enseñar a vuestros pequeños a conocer a Dios. Debéis realizar esta obra antes de que Satanás siembre sus semillas en sus corazones” (pág. 23).

  • “Una solemne responsabilidad reposa sobre los padres […] de moldear los caracteres de sus hijos de tal modo que posean una fibra moral que les permita resistir a las numerosas tentaciones que entrampan los pies de la juventud” (pág. 21, 22).
  • “Las influencias educativas del hogar son un poder decidido para el bien o para el mal. […] Si no se instruye correctamente al niño en el hogar Satanás lo educará por instrumentos elegidos por él” (pág. 17).
  • “El Señor no justificará el mal gobierno de los padres. Hoy día centenares de hijos hinchen las filas del enemigo, viviendo y obrando apartados de los propósitos de Dios. Son desobedientes, ingratos, no son santos; pero el pecado yace a la puerta de sus padres. Padres cristianos, millares de hijos perecen en sus pecados debido al fracaso de sus padres en el sabio manejo del hogar” (pág. 169).

Sin duda, esos “tirones de oreja” duelen. Pero, a veces, son necesarios para que despertemos y asumamos la responsabilidad legítima que tenemos como padres. No estaremos sin culpa si transferimos el control de la situación a otros canales que no sean los indicados por Dios. Tenemos suficiente luz en la Biblia y en los testimonios proféticos para no equivocarnos en cuanto a nuestra misión.

Los niños necesitan conducción y orientación para que su carácter sea un reflejo del carácter del Padre.  Antes que sea demasiado tarde…

 

 

 

 

Neila Oliveira

Neila Oliveira

Generación escogida

Cómo preparar a niños y adolescentes para el tiempo del fin

Licenciada y posgraduada en Letras, trabaja en la redacción de la Casa Publicadora Brasileira (CPB) hace más de 30 años. Es autora de libros infanto-juveniles y coordinadora editorial de la Lección de la Escuela Sabática de los adolescentes en portugués.