Lecciones de Deuteronomio 6
Siempre habrá personas que defienden la idea de que no pasa de un simple dibujo y que los niños tienen la capacidad de separar la realidad de la ficción. Lea este artículo y entienda más del asunto.
Los recursos modernos pueden construir o destruir la historia bíblica
Recientemente comencé a participar de un curso sobre el ministerio con las nuevas generaciones. Me sentí impresionada con las valiosas lecciones sobre educación de niños que uno de los profesores hizo de un solo capítulo del libro de Deuteronomio. Mientras él leía directamente de la Biblia, las verdades parecían saltar a nuestros ojos. La conclusión a la cual llegamos es obvia. Los riesgos a que está expuesta la generación actual son los mismos riesgos que existían en el pasado: olvidarse de quién es Dios, y con el tiempo dejar de relacionarse con él.
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Moisés recibió la orientación de transmitir al pueblo de Israel los mejores caminos para mantener la nación unida al Señor, el único Dios. En los primeros versículos vemos la responsabilidad de las familias y el papel que los padres desempeñan en el proceso de la formación espiritual del niño. Destaco aquí por lo menos tres aspectos fundamentales:
- Los padres son los principales discipuladores de los hijos y nietos (versículo 2).
- Hay un mensaje a ser transmitido; la historia de los hechos de Dios tiene que contarse y recontarse, muchas y muchas veces. Si ella está en nuestro corazón será más fácil seguir adelante (vers. 6, 7).
- Los mandamientos, los testimonios y los estatutos que el Señor ordenó deben ser entendidos y obedecidos, tanto por los padres como por los hijos (vers. 17).
Dios mismo nos da la razón para oír sus palabras: “para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida” (vers. 24), la presente y la eterna. Los israelitas estaban por entrar en Canaán. Poco después estarían disfrutando de las bendiciones que el Señor les había prometido. Cuando el período de paz y comodidad llegara, no deberían caer en la tentación de olvidar quién los había conducido hasta allí. El recuerdo de los milagros divinos debía mantener el nombre del Señor permanentemente vivo en la memoria de la nueva generación. Cuando en el futuro los hijos preguntaran sobre el significado de los testimonios, estatutos y juicios de Dios, los padres deberían estar listos para contar todo lo que había sucedido, desde que fueron librados de Egipto (vers. 21-23).
Un ejemplo de desafío actual
Recordar las lecciones de Deuteronomio 6 trajo a mi memoria una experiencia que tuve en uno de mis viajes en el 2017. Está relacionado al episodio de un dibujo animado sobre el que ya había escuchado hablar, pero que todavía no había mirado. Como estaría por lo menos una hora y media dentro del avión, resolví ver lo que se estaban pasando en los canales infantiles. Y allí estaba el tal dibujo.
Justamente ese episodio mostraba los personajes principales apreciando la exposición de piezas de Egipto antiguo en un famoso museo de Francia. Lo que sucedió a continuación me pareció más una película de terror que un dibujo destinado a los niños entre 4 y 11 años. Un joven inteligente, hijo del organizador del evento, quedó profundamente lastimado cuando el padre no creyó en su potencial y no le dio el debido valor. Notando allí una oportunidad, el malvado hechizó al joven y lo dominó con el espíritu de Akenatón. Usando los poderes mágicos del faraón de la antigüedad, el joven transformó a las personas de la calle en momias y comenzó un ritual macabro para traer de vuelta a la vida a su amada princesa Nefertiti. ¿De qué se trataba el ritual? La ofrenda de una ingenua y pura adolescente como sacrificio humano.
Finalmente, con los respectivos trajes de héroes (que milagrosamente ocultan su verdadera identidad), la niña y el joven consiguen engañar al villano y deshacer el hechizo, salvando tanto el “sacrificio” como al joven que estaba poseído por el espíritu de faraón.
La música final, resaltaba el poder y la autosuficiencia del personaje que da el nombre al dibujo, y cumple su papel de dar el mensaje, tanto en el inicio como al final: “Yo soy siempre la mejor. Voy a luchar contra el enemigo…”
Lo que los niños no saben y lo que los adultos olvidan
Siempre habrá personas que defienden la idea de que no pasa de un simple dibujo y que los niños tienen la capacidad de separar la realidad de la ficción. Sin embargo, me gustaría llamar la atención a lo que es un hecho, y no una suposición. En el proceso de la creación de cualquier dibujo, no importa a qué público se destina o qué contenido se tiene la intención de presentar, la historia viene antes de todo. Ella será la base para el desarrollo de un guion y para la ejecución hasta transformarse en un producto terminado. El dibujo es solo el recurso, el medio, el canal por el cual la historia se transmitirá. La cuestión aquí no es el dibujo como vehículo sino el contenido que lleva.
El punto de partida en el dibujo mencionado es algo que sucedió miles de años atrás cuando un mago ayudó a los kwamis (seres semejantes a las hadas) a interactuar con los seres humanos por medio de joyas mágicas, llamadas Miraculous. Dos de ellas son más poderosas que las demás: la que representa el poder de la creación y la que representa el poder de la destrucción. Cuando se unen, el usuario llega a tener poderes semejantes a los de un dios. Coincidencia o no, hay un libro con las informaciones registradas en forma de código. De acuerdo con la homepage, como pocos saben descifrar el código, la mayoría permanece en la ignorancia de esos poderes.
Es interesante, ¿verdad? Miraculous, libro, código... ¿Le recuerda alguna cosa? ¿Qué historia se cuenta?
En el pasado, Dios dijo que los israelitas debían usar todos los recursos disponibles, incluyendo libros y señales, para que la milagrosa historia de la liberación de Egipto no fuera olvidada por las nuevas generaciones. El objetivo era que el nombre de Dios y sus hechos fueran constantemente recordados. Esa sería la mejor protección contra las prácticas paganas con las cuales ellos tendrían contacto.
Queridos, no descuidemos la misión que nos fue confiada. Teniendo la Biblia como la fuente original y la base de nuestra fe, usemos todos los recursos disponibles para contar la verdadera historia de la salvación del ser humano y presentar a quién realmente la hizo realidad, no solo a los niños, sino también a los jóvenes, los adultos y los ancianos. El Espíritu Santo no dejará a nadie en la ignorancia. Descifrar el código es una posibilidad extendida a todos.