La partícula sin Dios
Al inicio y al fin de todas las cosas está el Creador de las partículas, es decir, Dios.
El mundo científico estuvo agitado hace tres años. El Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN) anunció, en Ginebra, Suiza, el descubrimiento de una partícula totalmente nueva identificada como bosón de Higgs, una entidad subatómica cuya búsqueda se estaba extendiendo por casi 50 años y que también se conoció como la Partícula de Dios. La partícula nueva presentó, en un primer análisis, características de masa y comportamiento previstas para el bosón de Higgs por el llamado Modelo-Padrón, la “tabla periódica” de la física de las partículas.
El artículo sobre el bosón, publicado en un sitio brasileño de divulgación científica, termina así: “Agradezcamos a los científicos que descubrieron una parte misteriosa más de la naturaleza sin la cual nada de lo que conocemos hoy existiría, ni siquiera nosotros mismos”. Así, atribuyen la creación del Universo a una partícula, y no al Creador de todas las partículas. El sitio agradece solo a los científicos y a la partícula. Por eso, lo acertado sería llamarla, desde el punto de vista de esas personas, la Partícula sin Dios.
La importancia del bosón de Higgs, según los físicos, está en su capacidad de conferir masa a las demás partículas. Es más o menos como una persona que nada en una piscina y sale de ella mojada. Las partículas, al atravesar el “mar de bosón de Higgs”, salen de él con masa. ¿Cómo sucede eso? Ahí usted tendrá que preguntárselo a un físico. De cualquier forma, a pesar de las interpretaciones filosóficas, las investigaciones realizadas en LHC (Gran Colisión de Hadrones) han sido muy importantes para entender el mundo de las partículas subatómicas.
La nota de prensa sobre el descubrimiento procuró enfriar un poco los ánimos. El texto dice: “El próximo paso será determinar la naturaleza exacta de la partícula y su significado para nuestra comprensión del universo. […] toda la materia que podemos ver parece no ser más de 4% del total. Una versión más exótica de la partícula de Higgs puede ser un puente para entender el 96% del Universo que permanece oscuro”.
Podemos ver solo un 4% de materia del Universo. El 96% de él permanece como un misterio para los científicos. Eso nos da una idea de cuán poco conocemos sobre el Universo y la realidad que nos rodea, y debería inspirar mucha humildad en los científicos.
El descubrimiento de bosón tiene 4,9 sigmas de significancia. Esos “sigmas” miden la probabilidad de los resultados obtenidos. El valor de 4,9 sigmas representa una chance menor que uno en un millón de que los resultados sean mera coincidencia. Por eso, los científicos consideran ese número como una confirmación del descubrimiento.
Curiosamente, las chances de que el Universo (con sus leyes y constantes finamente ajustadas) haya “surgido” por acaso y de que la vida haya “aparecido” a partir de materia inorgánica son todavía menores que una en un millón. ¡Pero los científicos evolucionistas encaran esa improbabilidad como un hecho!
¿Acaso?
Resumen de la operación: Es muy improbable que el Universo haya surgido por casualidad y conocemos muy poco de ese Universo (4%). Entonces, no deberíamos excluir la posibilidad de un diseño inteligente en la creación del cosmos. Si los números y las evidencias efectivas no nos dicen lo contrario a esa conclusión, el naturalismo se trata únicamente de una filosofía adoptada por cualquier otro motivo que no sería el ofrecido por la ciencia experimental.
Entender las partículas –y todo lo que nos rodea– es una aventura, y tanto el conocimiento y la investigación es algo que debe ser estimulado y promovido siempre. Pero, ¿por qué negar con base a opiniones y deseos la existencia del Creador de las partículas y del Universo?
Hace dos semanas, tuve la oportunidad de visitar el CERN. Guiado por un físico que trabaja allá, pude observar las instalaciones, el centro de control y mirar los videos explicativos. Además, pude hacer algunas preguntas y constatar que ¡el equipo es realmente tremendo! Cerca de diez mil científicos de cien países están involucrados en investigaciones relacionadas al LHC. Cada colisión de partículas hechas allí genera datos que ocupan los procesadores de computadores por muchos y muchos meses. Los descubrimientos han beneficiado el área médica, por ejemplo, y principalmente ampliado la comprensión de los físicos en relación a la constitución de la materia y de la energía.
Emprendimientos como el LHC revelan la gran curiosidad con que el Creador dotó al ser humano. No nos contentamos con la simple realidad de despertarnos todas las mañanas, trabajar, estudiar, pagar cuentas, divertirnos, reproducirnos y después de algunos pocos años, morir. Queremos saber. Queremos sondear el Universo que nos rodea. El aquí y ahora no nos satisface. ¿Sabe por qué? Porque fuimos creados con el anhelo de eternidad (Eclesiastés 3:11). Así, religiosos y científicos buscan lo mismo, solo que unos y otros no siempre se dan cuenta de eso, y a veces siguen por caminos diferentes.
En el principio y el fin de todas las cosas está el Creador de las partículas esperando que sus hijos lleguen a la conclusión de que fue él quien nos trajo a la existencia y quiere vivir para siempre con ellos.