En el cuaderno “Ilustrada” de Folha de S. Paulo del 10 de octubre del 2009, el Dr. Drauzio Varella publicó el artículo “Premio Nobel”. En cierto momento, escribió: “Como todos los seres vivos descienden de un ancestro común, la estructura química de los genes es siempre la misma. No importa si los genes son de eucaliptus, ballenas, hongos, mosquitos, dinosaurios extinguidos o de las bacterias. Al contrario de lo que predican los místicos, la especie humana no fue creada a imagen y semejanza de nadie. Surgimos hace 5 o 6 millones de años a través de un recorrido penoso, en el cual los menos aptos fueron eliminados sin piedad”.

Dejando de lado el hecho de que el Dr. Varella nunca pierde la oportunidad de usar el darwinismo para predicar su ateísmo, podemos formular algunas preguntas teniendo como base lo que él escribió en ese artículo:

1. Ancestro común: el árbol de la vida de Darwin ya no tiene sustento. No sabemos si es monofilética o polifilética. En realidad, según investigaciones más recientes, todo indica que el árbol tiene más hojas, o sea, muchas especies diferentes fueron traídas a la vida en algún tiempo pasado y, desde entonces, pasaron por modificaciones limitadas (microevolución).
2. La estructura similar de los genes está más para un diseño inteligente que para el lento proceso gradualista de Darwin. Las semejanzas entre animales (algunos ni siquiera “parientes”, como el ser humano y el pulpo, que tienen ojos muy parecidos) apuntan a las manos del Creador.
3. La afirmación del Dr. Varella de que no fuimos creados a imagen y semejanza de nadie no es científica, sino puro prejuicio y oposición ideológica. ¿Cómo podría probar “científicamente” esa afirmación?
4. La incoherencia del Dr. Varella: si surgimos por medio de un proceso lento y penoso en el que los menos aptos fueron eliminados sin piedad, ¿por qué, como médico, él interfiere en el proceso evolutivo en el cual solamente los más aptos sobreviven? Él debería dejarlos morir sin piedad y que el “hecho” de la evolución ocurra delante de sus ojos.

La idea de la macro-evolución, como se puede ver, se acerca más a la metafísica, a la creencia y la filosofía que a la ciencia experimental, como les gustaría al Dr. Dráuzio Varella y a muchos darwinistas.