La crisis está ahí, pero vendrá otra peor
Una regla importante en las familias cuando surgen las crisis: no desistir. Lea el artículo y entienda más sobre este asunto.
Hace tiempo que escuchamos decir que nuestro país está sumergido en una crisis terrible. Estoy refiriéndome a la crisis económica. En este tema, son innumerables los aspectos que podríamos abordar; pero elegí como ejemplo, el desempleo. Una investigación del IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística) realizada entre diciembre de 2015 y enero y febrero de 2016, señala una tasa histórica de 10,2% de trabajadores que están fuera de mercado, sin trabajo.
Son nada más ni nada menos que 10,4 millones de brasileños. Este número, siempre según el IBGE, representa un aumento del 40% con relación a lo registrado el año pasado en ese mismo trimestre. Esa información también impacta en los sueldos, que vienen cayendo. Además de eso, una investigación inédita realizada en todo el país por una empresa de análisis de crédito muestra que la mitad de la población más pobre, no tiene solvencia, ya que no logra pagar más sus cuentas al estar desocupada.
Con esta información en mente, ya que el tema nos interesa a todos, hoy temprano prendí la radio y escuché una noticia que me interesó bastante. Era el único anuncio de los nuevos líderes del gobierno brasileño para el área económica a partir de ahora. Ellos son el nuevo presidente del Banco Central y los secretarios de Previsión, de Seguimiento Económico, de Política Económica, de Recaudación Federal y del Tesoro Nacional. Hombres muy bien preparados académicamente y también con vasta experiencia acumulada. Lo que también me llamó la atención fue una palabra, que repitieron varias veces: desafío.
Sin dudas, ellos enfrentarán una serie de desafíos y eso es lo que normalmente sucede cuando estamos ante una crisis. Para ese equipo daré mi voto de confianza y también mis oraciones. Y más: deseo que jamás utilicen la palabra “desánimo”. Digo eso porque es con tristeza que veo a muchas personas desanimarse ante una crisis, sea cual fuere. Obviamente entiendo que, en muchos casos, el desánimo es fruto de innumerables tentativas frustradas de revertir la situación. Pero es necesario proseguir, es necesario levantar la cabeza y avanzar. Incluso porque somos ejemplos para nuestros hijos no solo en los buenos momentos, sino también en los malos. Ellos observan la manera como reaccionamos a las diferentes situaciones, y, en el futuro, repetirán nuestras actitudes.
Es bueno enseñar a nuestros hijos que los momentos difíciles nos sirven para moldearnos. Sirven para prepararnos para la mayor crisis que nunca hubo y que se aproxima rápidamente. Como cristiana, adventista del séptimo día, creo que estamos a las puertas del mayor acontecimiento de nuestro planeta. Creo que Jesús está muy próximo a volver y creo que las crisis que se van acumulando, en todas las áreas, son una clara señal de ello. Pero lo que hace temblar mis piernas es constatar que tal vez no estemos preparándonos como deberíamos para ese momento.
Muchas iglesias predican que si usted entrega su vida a Jesús, él le dará empleo, una casa nueva, un auto cero kilómetro, salud y todo lo que más desee. Para el investigador más atento de la Biblia, sin embargo, es evidente que esas promesas no son verdaderas. Lo que la Biblia nos dice es que al aproximarnos de los momentos finales de la historia de la Tierra, enfrentaremos crisis tras crisis, luchas y dificultades. Versículos como los que están registrados en 2 Timoteo 3 versículos 1 al 5, dejan bien en claro el tipo de gente con quien tendremos que convivir: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella”;
La Biblia también describe la situación caótica que nuestro planeta enfrentará: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:7-13).
Esta descripción no se parece en nada con lo que predican por ahí. No porque Jesús no nos ame y no desee darnos lo mejor, sino porque tendrá que ser así, como consecuencia del pecado, para que él vuelva y establezca su reino. Será una crisis sin precedentes. Y si usted cree en la Biblia, como yo creo, le hago la pregunta que me he hecho a mí misma todos los días: ¿estamos preparados? ¿Estamos preparando a nuestros hijos? La buena noticia es que habrá salida para esa crisis. Pero solo para quienes no se desanimen. El texto bíblico nos dice: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”.
Sí estamos delante de una crisis económica, también política y moral. Pero sepa que la mayor de todas las crisis está por venir. Y para esa crisis futura no habrá economistas o predicadores que puedan ayudarnos. Piense en eso.