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¡Muerte a mi falso “Yo”!

El único plan que debemos seguir para sentirnos realizados y utilizar nuestros dones es, ser nosotros mismos.


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Foto: shutterstock

Creyendo que tenía las características necesarias y la preparación suficiente, quería ocupar un puesto que me permitiera estar cerca de las mujeres de mi iglesia y que me proporcionara la oportunidad de realizar actividades de crecimiento personal, para fortalecerlas en sus diferentes áreas de actuación: la familia, la iglesia, la sociedad.

Puse en práctica muchas estrategias para conseguirlo, pero siempre había alguien mas capacitada, con más experiencia y en mejor situación que yo. El único reconocimiento que recibía de las personas que estaban por encima de mi era: “Eres una persona muy especial”.

Es así que con el tiempo me iba sintiendo cada vez más frustrada e incomprendida por mis amigos, mis líderes e inclusive, hasta por Dios.

En mi mente surgían preguntas y afirmaciones que sonaban como:

  • Señor, como, ¿no ves que estoy capacitada para esta área?
  • ¿Soy buena haciendo esto o aquello?
  • Siento que es esto lo que debo hacer
  • Es mi sueño para poner mis dones y talentos a tu servicio.
  • ¿A caso no eres tú quien coloca los sueños en mi corazón?
  • ¿Qué estoy haciendo mal?
  • ¿Por qué no encuentro mi lugar para trabajar en esta área?

Buscando una respuesta a mi insatisfacción, llegó a mis manos el libro “El ser que quiero ser” conviértete en la mejor versión de ti mismo, de Jhon Ortberg.

En él se explica que existen varios tipos de yo, lo cual me llevó a entender que tal vez no estaba utilizando mi verdadero yo, el que Dios me había creado para ser… aquí te dejo un resumen de cada uno:

  • El ‘yo’ que no quiero ser: La circunstancias no me definen y no puedo pasarme la vida esperando que el viento sople a mi favor. Debo luchar contra quienes se empujan codo a codo para tomar el lugar de quien fueron hechos para ser. No puedo esperar que Dios me coloque en el lugar indicado como por arte de magia. El puso en mí características y habilidades que, si las pongo a su servicio, me posicionarán en el lugar perfecto para usarlas y ser de bendición.
  • El ‘yo’ que finjo ser: Cuando mi vida esté por terminar, Dios no me preguntará por qué no fui como Moisés, Elías o Ester. Él me preguntará ¿Por qué no fuiste tú? “Fingir quién no somos es muy trabajoso, por eso quedamos exhaustos luego de una entrevista de trabajo, de una primera cita, o cuando estamos entre personas con las que sentimos que tenemos que proyectar una imagen”. (Pág. 29) Ser simplemente quien soy, me da una libertad incomparable que me coloca en posición de producir una influencia inigualable. Soy única y especial.
  • El ‘yo’ que creo que debería ser: Muchas veces nos comparamos con personas de éxito que se encuentran ocupando el lugar que nos gustaría tener. La comparación mata al verdadero yo. “La grandiosidad espiritual no tiene nada que ver con ser mejor que los demás. Tiene que ver con ser tan grande como cada uno de nosotros puede ser” (Pág. 32). Dios me creó para desear el plan que él trazó para mi vida. Es por eso que la competencia es conmigo mismo, buscando sacar a la luz mi esencia, mi verdadero yo.
  • El ‘yo’ que los otros quieren que sea: Todos los que forman parte de nuestra vida quieren que cambiemos. El jefe quiere que seamos más productivos, el personal del gimnasio quiere que estemos en mejor forma, la administradora de la tarjeta de crédito quiere que nos endeudemos más, el canal de TV quiere que asistamos más películas, el dentista quiere que lo visitemos más seguido. Ese es el yo que los otros quieren que seamos. Nunca alcanzaré la verdadera libertad intentando volverme ese yo que los otros quieren que sea. “Ni yo mismo puedo decir como cambiar porque no fui yo quien me formé. La única persona en todo el universo capaz de hacer esto a la perfección es Dios” (Pág. 35) ¡Él sabe cual es mi mejor versión! Amar a alguien es desear que ese alguien se vuelva la mejor versión de sí mismo y trabajar en ese sentido. Por eso Dios está trabajando en mí, y no dejará de hacerlo hasta que complete su obra el día en que Jesús vuelva.
  • El ‘yo’ que teme lo que Dios quiere: Aquí es cuando nos sentimos presionados a cumplir ciertas reglas para ser aceptados por Dios. Cuando decimos: - Tengo que ser de tal o cual manera para recibir la bendición de Dios. -  Jesús no dijo “yo vine para que ustedes puedan cumplir las reglas” sino “Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia”. (Juan 10:10) El guardar las reglas viene como consecuencia de nuestra relación con Dios y de nuestra confianza plena en que él nos bendice, aunque nos equivoquemos… “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan para bien”. (Romanos 8:28) (Pág. 36)
  • El ‘yo’ que fracasé en ser: Esto se produce por la deficiencia en el crecimiento. Es cuando alguien continúa viviendo, trabajando y produciendo, pero perdió el sentido de esperanza y significado. Es la ausencia de vitalidad mental y emocional. Fatiga del alma, incapacidad para deleitarse con la vida. Cuando comenzamos a vivir estamos llenos de sueños y proyectos, pero al pasar el tiempo simplemente los abandonamos, ya sea por las circunstancias o porque no nos creemos capaces, permitimos que la desilusión tome cuenta de nuestra perspectiva de la vida y nos acomodamos a la mediocridad … “Hay una persona dentro de mí esperando para experimentar la vida”. (Pág. 39)
  • El ‘yo’ que fui hecho para ser: Dios nos creó para prosperar. Esa prosperidad responde a un “para qué” … para ser parte del proyecto redentor elaborado por él. Dios quiere que prospere para que el pueblo pueda ser motivado, los jardines puedan ser plantados, los enfermos puedan ser auxiliados o las empresas pueden tener éxito, cosa que no lo conseguirían de otra manera. Cuando dejamos de ser la persona que Dios planificó que fuésemos, el mundo pierde la oportunidad de disfrutar de nuestro don. (Pág. 41) “Estar vivo en el sentido espiritual significa recibir poder de Dios para causar un impacto positivo en el mundo”. (Pág. 41)

Después de reflexionar en cada uno de mis falsos “yo” y de las consecuencias que intentar vivirlos habían provocado en mi vida, descubrí que el único plan que debo seguir para sentirme realizada y utilizar mis dones es, ser yo misma. ¡Debía dar muerte a mis falsos yo!

Quién sabe, sin quererlo, más allá del puesto, el cargo, la responsabilidad frente a un grupo de mujeres…  mi vida, mis experiencias y mi relación con Dios podían marcar una diferencia en la influencia ejercida a mi alrededor.

El detalle es: ¿¡Qué más podríamos desear que ser la persona que Dios nos creó para ser!!!?

 

 

Lía Treves

Lía Treves

Detalles de Mujer

Un plan detallado de Dios para la mujer cristiana de hoy

Profesora de enseñanza primaria, graduada por la Universidad Adventista del Plata, en Argentina. Está casada con el pastor Jorge Rampogna y madre de dos hijas.