Detallistas, pero no perfeccionistas
La importancia de ser detallista en la educación de los hijos es de grande valor.
Nosotras las mujeres construimos nuestra vida sobre detalles. Por eso el título de nuestra columna es ‘Detalles de mujer’.
Basadas en la variedad de roles a cumplir a lo largo de nuestra vida, podemos agregar que nos encanta adornarlos con un sin número de originales y únicos detalles, que según nuestra personalidad suman a la lista de características complejas con las que salimos de las manos del creador.
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La gran variedad de experiencias vividas, los altibajos en las relaciones, el conocimiento adquirido, la influencia de los medios de comunicación y la competencia por destacarnos del común, nos empuja a buscar a ser cada día más detallistas.
Y no me mal entiendas. No tiene nada de malo ser detallistas si lo que buscamos es salir de nuestra zona de confort, resaltar aspectos positivos de nuestra personalidad que enriquecen a la sociedad y al desempeño en nuestro trabajo.
El problema está cuando el ser detallistas nos vuelve perfeccionistas, al punto de evaluar exhaustivamente cada arista de la realidad que vivimos; al extremo de quedarnos estancadas en el tiempo y el espacio privando al mundo de nuestros dones y talentos cuando juzgamos los resultados, a nuestro parecer, imperfectos.
Algunos especialistas dicen que hay una carga genética que puede llevarnos al perfeccionismo, pero más allá de esto hay ciertas causas relacionales y ambientales que pueden traernos esta consecuencia.
Causas:
Según el psicólogo, Jonathan García-Allen, en su página web: Psicología y mente, existen las siguientes causas que pueden llevarnos a ser perfeccionistas:
- Crecer en un ambiente en el que se reciben elogios constantemente
- Ser humillado constantemente durante la infancia
- Padres autoritarios que exigen mucho de sus hijos
- Algún tipo de experiencia negativa o trauma
- Crecer en un hogar con padres o hermanos muy exitosos
- Hijos de padres perfeccionistas
- Alguien que sufre baja autoestima
- La poca tolerancia al fracaso
- La sociedad altamente competitiva
Podemos observar que la mayoría de las causas tienen como origen la influencia de los padres en la crianza de sus hijos… ¡Cuán detallistas debemos ser al educar a nuestros hijos para no ser perfeccionistas!
Consecuencias:
Baja autoestima. La persona no se siente satisfecha con los logros obtenidos. “Puede realizar tareas con un alto grado de excelencia, pero su percepción irracional le hace creer que su trabajo no ha estado a la altura a pesar de los elogios de los demás”.
Auto recriminación y culpa son habituales por pensar que no ha cumplido sus expectativas.
Pesimismo por un alto nivel de exigencia que no le permite disfrutar del proceso de ejecución y le causa excesiva tensión. Esto puede desencadenar en una depresión
Rigidez, no hay espontaneidad ni flexibilidad. Obsesión, quiere tener todo bajo control.
Pérdida de la autoconfianza. Percibe que nunca podrá lograr alcanzar su objetivo perfectamente.
No es fácil convivir con una persona detallista con el agravante del perfeccionismo, pero con el poder de Dios tenemos la seguridad que podemos renovar nuestra forma de ver la vida, de experimentar y disfrutar nuestros logros. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)
Y para comprender cual sería el verdadero perfeccionismo a perseguir, les dejo esta reflexión de mi querida amiga Raquel Fonseca, quien escribió en su libro: “180º La jornada victoriosa para una vida plena”, lo siguiente:
¿Existen las personas perfectas?
Digo que sí, en esta línea de raciocinio, en la cual el arte de pensar es libre. Una persona es perfecta cuando descubre para qué fue creada, cuál es su talento y cumple su misión; que tiene los más variados papeles, que ejerce a lo largo de la vida las más diversas funciones, que sabe orquestar haciendo de su vida una regencia armónica reconocida y apreciada.
Es perfecta cuando conoce su valor sin necesidad de que otro se lo diga, o de tener que disminuir al otro para sentirse mejor.
Es perfecta cuando sabe callarse delante de lo bello y pronunciarse delante de la injusticia, levantando al herido, al abandonado o rechazado.
Una persona es perfecta cuando mira más allá del velo y ve que el cielo comienza aquí.
Una persona es perfecta cuando tiene el coraje de llorar y la osadía de sonreír; cuando vence la introversión y aunque sin tener la flor o el perfume para entregar, mira a los ojos al otro y le dice: ¡Te amo!
Una persona es perfecta cuando sabe perdonar y aceptar el perdón. Pedir y compartir el pan.
Una persona es perfecta cuando sabe la hora de retirarse de escena, dejar el palco, permitir que el otro reciba los aplausos y se pone a aplaudir también.
Cuando entiende que la jornada de la vida es solo un trecho de la eternidad que Dios colocó en su corazón.
Un abrazo y sigamos siendo perfectas detallistas a los ojos del Creador.
Fuente: https://psicologiaymente.net/personalidad/personalidad-perfeccionista-desventajas#!
Raquel Fonseca, 180º: a jornada vitoriosa para uma vida plena, SP, Literare Books Internacional, 2016, p 52