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Carta de amor para Esmirna - Parte III

Cómo la fidelidad del pueblo cristiano sirve de testimonio de fe para hoy.


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Los primeros cristianos se mantuvieron firmes en las promesas de Cristo y mantuvieron la fe incluso frente a la persecución. (Foto: Shutterstock)

Querido lector, este artículo es el tercero y último de una serie sobre la carta a la iglesia de Esmirna. En él, veremos la exhortación y la promesa que Jesús les hizo a los creyentes de esa ciudad. Para recordar el contexto histórico, la presentación cristológica de Jesús, su evaluación de la iglesia y los hechos proféticos en el desarrollo de la historia humana, lea los artículos anteriores.

Exhortación

"Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida" (Apocalipsis 2:9, 10).

Siguiendo el mismo principio de la aplicación profética que se desarrolla durante el curso de la historia y con base en la interpretación día/año que existe en la Biblia, en donde cada día en la profecía es equivalente a un año literal, se entiende que estos diez días pueden cumplirse realmente en la historia en un periodo de diez años.

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A mediados del siglo III, el emperador Septimio Severo inició una política religiosa de carácter sincretista que se agravaría años después, bajo el mando de Decio. Alrededor del año 249 d. C., Decio deseaba revivir las viejas costumbres del culto pagano. Por lo tanto, volvió a encender las llamas de la persecución de la iglesia. "La persecución de Décio no duró mucho. En 251, Galo sucedió a Decio, y la persecución disminuyó. Seis años más tarde, bajo Valeriano, el antiguo compañero de Decio, hubo una nueva persecución, pero cuando en el año 260 d. C. los persas hicieron prisionero a Valeriano, la iglesia volvió a disfrutar de una paz que duró más de cuarenta años.[1]

Después de este período, floreció una nueva y gran persecución a los cristianos, del 303 al 313 d. C. Quien estaba en el poder del Imperio Romano era Diocleciano. El conflicto comenzó porque muchos creyentes no querían servir en el ejército, y los que sí lo hacían rechazaban los cultos paganos. Se promulgó un nuevo edicto, se destruyeron edificios y libros sagrados, y se privó a los cristianos de su dignidad y de sus derechos civiles. En esa misma época, ocurrieron dos misteriosos incendios en el palacio. El viceemperador Galerio acusó a los cristianos de haber provocado el incendio, lo que aumentó aún más la persecución. El Emperador emitió un decreto que obligaba a todos a ofrecer sacrificios ante los ídolos, dando lugar a una de las persecuciones más crueles sufridas por los cristianos, quienes fueron severamente torturados y luego ejecutados. Esa violencia recién llegó a su fin después de la promulgación del Edicto de Milán, por parte de Constantino, en el año 313 d. C.

Las palabras de Jesús a la iglesia de Esmirna fueron: "Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida" (Apocalipsis 2:10). En consecuencia, también dijo: "Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno" (Mateo 10:28). Muchos cristianos se aferraron a estas palabras y obedecieron al Maestro hasta el martirio. Incluso frente a la hoguera, la horca o la espada, recordaban la promesa de la corona de la vida. Y solo para reiterar, la palabra "corona" en Apocalipsis 2:10 se refiere a una guirnalda de hojas o flores que se les daba a los atletas en los antiguos juegos olímpicos, como símbolo de la victoria alcanzada.

Cristo cumplirá su promesa a todos los que perseveren hasta el fin (Mateo 24:12). Se llama al cristiano a la fidelidad, incluso frente a una muerte segura. Debemos recordar que el carácter se revela en tiempos de crisis. Por lo tanto, en la Biblia está escrito: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Santiago 1:12).

Promesa

"El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte" (Apocalipsis 2:11). Es cierto que "No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: 'Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?'  ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?' ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" (1 Corintios 15:51–57).

¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!


João Renato Alves da Silva es pastor distrital en Cuiabá, Mato Grosso. Licenciado en Teología, tiene un posgrado en Interpretación y Enseñanza de las Escrituras del Seminario Adventista Latinoamericano de Teología de Bahía.


Referencias:
[1] GONZÁLEZ, Justo L. História ilustrada do cristianismo: a era dos mártires até a era dos sonhos frustrados. Traducido por Hans Udo. 2ª edición, São Paulo: Vida Nova, 2011, p. 90.

Leonardo Godinho Nunes

Leonardo Godinho Nunes

Conexión Profética II

Profecías, en su contexto, explicadas para quien quiere entender el tiempo en que vive.

Es casado con Beverly S.M. Nunes y es padre de Larissa y Eduardo. Pastor durante más de 25 años, dieciséis de los cuales se desempeñó como profesor de teología. Doctor en Teología Bíblica de la Universidad Andrews. Actualmente se desempeña como Coordinador del Seminario Latinoamericano de Teología Adventista en el Instituto Adventista Paranaense.