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Carta de amor para Esmirna - parte II

Cómo la fidelidad del pueblo cristiano sirve de testimonio de fe para los días actuales.


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En la carta, Jesús demuestra conocer la identidad de la iglesia de Esmirna. (Foto: Shutterstock)

Este artículo es el segundo de una serie sobre el contenido de la carta a la iglesia de Esmirna. En él está la evaluación que hizo Jesús acerca de ella y cómo se desarrollan los hechos proféticos en la historia terrenal. Para leer el primer artículo, en el que se expone el contexto histórico y la presentación cristológica de Jesús para Esmirna, haga clic aquí.

El segundo punto revelado por el Señor Jesús es la evaluación que hace de la iglesia de Esmirna: “Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás” (Apocalipsis 2:9). Esta afirmación está en contraste directo con la evaluación de la iglesia de Laodicea, que decía ser rica, estar bien y no tener necesidad de nada. Pero, en la comprensión de Cristo, era pobre y miserable. Posiblemente, Esmirna disfrutaba de una madurez espiritual próspera, porque la carta no contiene ninguna palabra de reproche, sino de ánimo.

Todo indica que los cristianos de Esmirna ya estaban sufriendo persecuciones en el período de Domiciano, y la “tribulación y pobreza parecen estar relacionadas. Podemos suponer que la pobreza de los hermanos de Esmirna no provenía solo de su situación económica normal, sino de la confiscación de propiedades, de bandas hostiles que saqueaban y de la dificultad de ganarse la vida en un ambiente hostil”.[i] Hebreos 10:34 dice: “[…] y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos”. Ese versículo es una indicación clara de cuánta persecución sufrieron los creyentes, incluso perdieron el derecho a tierras, casas y bienes para sostener la bandera del evangelio de Jesucristo.

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De la carta a la iglesia de Esmirna podemos extraer una aplicación profética que se desdobla en el transcurso de la historia, aun sin afirmar las fechas con precisión, que se estima fue entre los años 100 al 313 d.C. Ese período estuvo marcado por innumerables crisis en la esfera económica, política, social y sanitaria.

En la segunda guerra de Barkokeba (“hijo de la estrella”, en traducción libre), según Dio Cassius (150 d.C.) murieron 580 mil judíos, además de un sinnúmero de ellos, de hambre y enfermedad. En ese tiempo, los cristianos ya habían cortado vínculos con el judaísmo porque eran víctimas de la opresión judía. Ya en el segundo siglo, para alejar las prácticas cristianas del judaísmo, se introdujo en algunas comunidades cristianas del imperio romano (en su mayoría gentil) el ayuno sabático, que comenzaba el viernes y se extendía al sábado, que era el día más severo de hambre. [ii]

Plinio, gobernador romano, en el 111 d.C. dijo que los templos paganos estaban abandonados y que no se encontraban compradores de carne para sacrificar a los ídolos. Según él, el cristianismo había penetrado en las ciudades, pueblos y campos. [iii]   Esas palabras del gobernador indican que los cristianos primitivos habían comprendido la orden de Jesús de ir y hacer discípulos (Mateo 28:18-20).

El estado requería a los cristianos la invocación a sus dioses, la adoración al emperador y que maldijeran a Cristo. La política establecida por el emperador Trajano, y que seguiría contra los cristianos durante todo el segundo siglo, era: si alguien los acusaba y el acusado no negaba la fe cristiana, debía ser ejecutado. Pero, si no había acusación, el Estado no debía emplear recursos para perseguirlos. Desgracia, la historia relata que los cristianos fueron perseguidos y ejecutados. Ignacio de Antioquía dijo: “estoy comenzando a ser discípulo […] fuego y la cruz, multitudes de fieras, huesos rotos […] todo aceptaré, con tal que alcance a Jesucristo. […] Y con él resucitaré en libertad”. [iv] Policarpo, obispo de Esmirna (69-155 d.C.) y discípulo de Juan, el apóstol, dijo antes de ser quemado vivo ante los romanos: “Yo sirvo a Jesús hace 86 años y él no me hizo ningún mal. ¿Cómo blasfemaría a mi Rey, que me salvó?” [v]

En el año 161 d.C., Marco Aurelio era el emperador del estado romano. Durante su reinado, hubo varias invasiones, inundaciones, epidemias y otros desastres. El pueblo y los líderes políticos imaginaban que esas catástrofes surgían porque los cristianos atraían esos males y la ira de los dioses estaba sobre ellos. Los cristianos fueron acusados de ser antisociales, de practicar uniones incestuosas, de comer carne humana y de adorar a un asno crucificado. [vi]

La sabiduría de Dios

Los romanos creían que la verdadera sabiduría se había originado con los griegos por la filosofía y que de los cristianos no provenía nada bueno. Después de todo, en su mayoría, los creyentes que defendían la bandera del príncipe Emanuel eran de la clase pobre. En ese período, surgieron los apologistas en defensa de la fe cristiana, defendían que la verdadera filosofía provenía de aquel que era el Logos de Dios.

Griegos y romanos creían en la inmortalidad del alma, pero, el centro de la esperanza cristiana no era ese, sino la resurrección del cuerpo por el poder de Jesucristo y por su segunda venida. El segundo siglo estuvo marcado por la herejía proveniente del gnosticismo. Esto es, la creencia en un conocimiento secreto dado por Jesús en el que la materia era mala y el espíritu bueno. Para esa filosofía, Cristo no poseía un cuerpo físico como nosotros, sino solo la apariencia de un cuerpo.

Otra herejía que sacudiría el cristianismo primitivo fue la que introdujo Marciano, un hereje reconocido por la iglesia en el siglo II (85-160 d.C.). Él rechazaba todo y cualquier origen del cristianismo en el judaísmo, por eso creó un canon que excluía el Antiguo Testamento y buena parte de los libros del Nuevo Testamento que poseen una fuerte correspondencia con el Antiguo Testamento. A pesar de que el ayuno sabático fue introducido en Roma por los cristianos antes de Marciano, él ordenó a sus seguidores que “ayunaran en sábado, justificando de ese modo: ‘Porque es el reposo de Dios a los judíos. Nosotros ayunamos ese día para no realizar en él lo que fue ordenado por el Dios de los judíos”. [vii]

Continuará…


João Renato Alves da Silva es pastor distrital en Cuiabá, Mato Grosso. Graduado en Teología, y tiene un posgrado en Interpretación y Enseñanza de las Escrituras por el Seminario Adventista Latinoamericano de Teología de Bahía, Brasil.


Referencias:

[i] LADD, George Eldon. Apocalipse: introdução e comentário. Tradução de Hans Udo. São Paulo: Vida Nova, 2020, p. 34.

[ii] BACCHIOCCHI, Samuele. Do sábado para o domingo: Uma Investigação do Surgimento da Observância do Domingo no Cristianismo Primitivo. The Pontifical Gregorian University Press, Roma, 1977, p. 108, 109.

[iii] GONZÁLEZ, Justo L. História ilustrada do cristianismo: a era dos mártires até a era dos sonhos frustrados. Tradução de Hans Udo. 2ª edição, São Paulo: Vida Nova, 2011, p. 45.

[iv] Ibíd.

[v] Ibíd., p. 51

[vi] Ibíd., p. 55, 56.

[vii] BACCHIOCCHI, Samuele. Do sábado para o domingo: Uma Investigação do Surgimento da Observância do Domingo no Cristianismo Primitivo. The Pontifical Gregorian University Press, Roma, 1977, p. 106.

Leonardo Godinho Nunes

Leonardo Godinho Nunes

Conexión Profética II

Profecías, en su contexto, explicadas para quien quiere entender el tiempo en que vive.

Es casado con Beverly S.M. Nunes y es padre de Larissa y Eduardo. Pastor durante más de 25 años, dieciséis de los cuales se desempeñó como profesor de teología. Doctor en Teología Bíblica de la Universidad Andrews. Actualmente se desempeña como Coordinador del Seminario Latinoamericano de Teología Adventista en el Instituto Adventista Paranaense.