Vida de madre
La maternidad es una experiencia que moldea la vida de la mujer.
Ser madre es una experiencia maravillosa y, en algunos aspectos, preocupante. Con el acto de quedar embarazada se aprende a contar el tiempo en semanas. En nueve meses nuestro cuerpo sufre tantas transformaciones que necesitamos readaptarnos constantemente para realizar tareas que antes eran mucho más sencillas.
Lea también:
Si antes nos gustaba leer libros impresos, ahora los e-books parecen ser el formato más ideal. Y si antes sentíamos repugnancia de algunas cosas, curiosamente comenzamos a examinar cada pañal sucio de bebé como si hubiéramos perdido algo allí dentro.
Cambios profundos
Pero los cambios también ocurren en el campo de las emociones y de los pensamientos. Inseguridad y culpa suelen ser sentimientos más presentes. La alegría también, pues los hijos llenan nuestra vida de ella.
Como el cuerpo sufre cambios, la imagen que se tiene de una misma también puede sufrir. Además, nos aventuramos en un terreno desconocido (aunque sea el quinto hijo, pues los hijos son todos diferentes). Eso puede generar en nosotros inseguridad. Nuestras fallas afectan nuestra autoestima. Finalmente, nos vemos derrumbadas constantemente y en todo momento necesitamos reajustarnos, a final de cuentas, los hijos crecen y cuando son adultos continúan transformándonos.
Resiliencia materna
La gestación puede transcurrir llena de problemas de salud, el parto traumático, la primera infancia de los hijos puede causar impactos en la relación conyugal, la fase escolar está llena de expectativas y tensiones, la adolescencia llena de conflictos. Entonces los hijos crecen y parece que ya no les importa tanto la opinión materna. Cuando todo se vuelve más estable, ellos se casan y el nido queda vacío.
Así es como muchas madres experimentan la maternidad. Pero a pesar de todo tipo de cambio que ocurra en nuestras vidas y de todo tipo de trabajo que tengamos con nuestros hijos, podemos tener satisfacción y alegría por la gracia de ser madres que nos fue concedida.
Concentrarnos en las cosas buenas, depositar en Dios las ansiedades y cuidar de nosotras mismas son actitudes que podemos cultivar como mujeres y madres. No necesitamos ser la Mujer Maravilla, pero podemos tener resiliencia, sentirnos realizadas y felices.
La salud mental de una madre tiene influencia sobre toda la familia. Cuando la madre nutre buenos pensamientos, produce buenos sentimientos, el clima familiar se hace más llevadero. Especialmente los bebés absorben mucho de lo que sentimos.
La madre que deposita la ansiedad y la preocupación de cada día en Dios les enseña a sus hijos a confiar en el Padre Celestial. Y la que se cuida a sí misma les enseña a sus hijos el valor que posee. Hablo un poco más sobre eso en este video (en portugués):
Les deseo a todas ustedes un feliz Día de las Madres. Tengan mucha felicidad y paz.