Depresión: la vida en un avión en caída
Hace algunos días supe de un acontecimiento triste. Usted debe haber leído o mirado algo sobre la caída del avión Airbus A320 en el sur de Francia. Al comienzo fue informado como accidente. Con el acceso a las grabaciones de la caja negra, la atenció...
Hace algunos días supe de un acontecimiento triste. Usted debe haber leído o mirado algo sobre la caída del avión Airbus A320 en el sur de Francia. Al comienzo fue informado como accidente. Con el acceso a las grabaciones de la caja negra, la atención se dirigió al copiloto Andreas Lubitz y a su salud mental. ¿Habría Lubitz derribado el avión debido a su depresión?
Esta no es la primera vez que veo algún tipo de crimen asociado a la depresión o algún problema de salud mental. Me imagino que usted también ya ha visto algunas noticias donde estas enfermedades son abordadas casi como la explicación del comportamiento criminal.
En otra publicación divulgada hace algún tiempo, escribí un poco sobre la depresión (haga clic aquí para leer) y los pensamientos equivocados que normalmente circulan en el mundo cristiano acerca de esta enfermedad. Por lo tanto no repetiré lo que ya se escribió. Quisiera atenerme, hoy, a uno de los síntomas de la depresión: ideación suicida.
Quiero que quede bien claro que no toda persona con depresión tiene pensamientos de muerte o planea matarse. La ideación suicida es apenas un síntoma, y no necesita estar necesariamente presente para establecer un diagnóstico de depresión.
¿Ya se detuvo a pensar en lo que pasa por la mente de alguien que ve en el suicidio una solución para detener su dolor? Querido amigo lector, ¿ya dedicó algún tiempo para reflexionar sobre cuán doloroso le pueden resultar a una persona sus conflictos emocionales al punto de optar por la muerte?
¿Usted se sorprendió al oír o leer que Andreas Lubitz provocó voluntariamente la caída del avión? ¿Por qué esto le sorprende? Tal vez su mente no consiga concebir la idea de que alguien actúe de esta forma. Puede ser que para usted él haya actuado con crueldad. Es posible que algunos de nuestros lectores hayan pensado que él podría haberse matado sin matar a otras personas con él.
No sé lo que pasó por su mente. Tampoco sé si la depresión sufrida supuestamente por aquel piloto tuvo alguna relación con lo sucedido. No pensé tanto en ese acto suicida/homicida. Al conocer la noticia, pensé en cuán terrible debe haber sido para las demás personas que estaban en aquel avión, el tiempo durante el cual tuvieron conciencia de lo que estaba ocurriendo e intentaron de alguna forma actuar en pro de la preservación de la vida. No sé cuántos segundos o minutos puede haber durado esto, ¡pero debe haber sido una aflicción terrible!
¿Y si le dijera que existen miles de personas alrededor del mundo que viven como si estuviesen en un avión en caída? Ellas sienten una angustia horrorosa a diario; un dolor que apenas logran describir, y la sensación de impotencia para librarse de una enfermedad llamada depresión.
Sabe, querido lector, conozco muchas personas que ya pensaron en quitarse su propia vida, y a algunos no les fue bien en esas tentativas de suicidio. Y no quiero, de ninguna manera, defender el comportamiento suicida. Pero quiero que usted entienda que alguien no llega a tal punto porque lo deseó. ¡Imagine despertarse todos los días viendo la vida gris, sin gracia, sin propósito! Esto es demasiado triste, demasiado pesado. Imagine ahora despertarse todos los días esforzándose para dar cada paso, sintiendo como si sus pies pesaran una tonelada, y una fuerza mucho mayor que la gravedad lo empujara para abajo.
Imagine la energía que se gasta para ofrecer una simple sonrisa a las personas que están a su alrededor. Peinar el cabello, bañarse, lavarse los dientes… ah, eso es demasiado desgastante. ¿Comer? No hay hambre. En verdad, parece que nada puede producir aunque sea un poco de placer. Para estas personas, vivir tiene un costo muy elevado, y al no ver más alternativas para sí, muchos intentan detener el dolor a través de la muerte.
Todos los días nos cruzamos con personas para quienes la vida no tiene más sentido. Ellas están en el ascensor que usamos, en los ómnibus donde viajamos hacia nuestro trabajo, en los supermercados y shoppings que frecuentamos… puede haber alguien muy cerca de usted. Puede ser que usted, que está leyendo estas palabras, esté en esta condición.
Las personas que viven este dolor necesitan ayuda, necesitan ser recibidas en vez de ser criticadas, necesitan apoyo profesional y de esperanza. Me tomé la libertad de escribir esta publicación de manera bien personal, del ser humano que soy para el ser humano que usted es. Y porque escribo así, le pregunto: ¿Qué tiene usted para ofrecer a estas personas?
Ahora quiero dirigirme a usted que se ha sentido en un avión en caída. Créame, hay solución, hay vida real, existe la felicidad verdadera. ¡No camine solo! ¡Busque ayuda! La Iglesia Adventista posee clínicas donde usted encontrará profesionales capacitados. También hay sicólogos y siquiatras que pueden trabajar con usted. Y hay un Piloto que desea asumir el control del avión para que el aterrizaje sea tranquilo.