Hace pocos días me enteré de que en Brasil se estaba vendiendo carne vencida y molida con cartón. Pero ¿qué tiene que ver este asunto con una columna escrita por una psicóloga?

Bien, el comportamiento humano siempre me llama la atención y siempre me hace pensar. Y, desde que tuve acceso a informaciones acerca de la contaminación de la carne vendida en Brasil, he observado el comportamiento de las personas en las redes sociales. Especialmente de vegetarianos y veganos.

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En tiempos de redes sociales y memes, todo parece transformarse en una broma. Pero, a pesar de vivir un momento donde uno se divierte con todo, reírse de la desgracia ajena no combina con los discursos en pro de la salud y la vida. Esos son los discursos que suelen salir de los labios (y de los dedos) de quien no consume carne.  Pero, estos últimos días, no solo las carnes están contaminadas, sino los discursos de muchos vegetarianos y veganos.

El amor a la vida (presente en esos discursos) parece no aplicarse a la vida de quien consume carne como alimento. Es eso lo que revelan las bromas y burlas acerca de lo que está siendo noticia.  Parece que el amor es selectivo. ¡Hasta llego a preguntarme si de verdad existe!

Al leer las declaraciones de personas ofendidas por la falta de respeto de quien se ha animado a compartir imágenes y textos burlándose de este asunto, me acordé de una cita que leí hace mucho tiempo atrás, de un ilustre analista del comportamiento: "En circunstancias adecuadas, el tímido puede dar paso al hombre agresivo. El héroe puede luchar para ocultar al cobarde que anida dentro del mismo organismo. [...]

[...] El hombre piadoso que los domingos asiste al a iglesia puede convertirse el lunes en un hombre de negocios agresivo y sin escrúpulos" (B. F. Skinner, Ciencia y conducta humana, pp. 260 y 261).

Como suele decirse, “la ocasión hace al ladrón”. ¡Lamentablemente!

 ¿Por qué soy vegetariana?

Hace casi nueve años que soy vegetariana estricta. Mi decisión de convertirme en vegetariana se dio a partir del estudio de algunos asuntos proféticos y del libro Consejos sobre el régimen alimenticio de Elena de White. Este libro se escribió hace más de 100 años. Y en él existen varias advertencias, como la siguiente, acerca del consumo de alimentos de origen animal:

"Enséñese a la gente a preparar alimentos sin mucho uso de leche o mantequilla. Expliquémosle que llegará pronto el tiempo en que será peligroso usar huevos, leche, crema o mantequilla, porque las enfermedades aumentan proporcionalmente a la maldad que reina entre los hombres. Se acerca el tiempo en que, debido a la iniquidad de la especie caída, toda la creación animal gemirá bajo las enfermedades que azotan nuestra tierra" (Elena de White, Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 415).

La inseguridad que existe hoy en nuestra mesa es fruto de la maldad humana. La codicia y la ambición han llevado a la industria alimenticia a envenenar mucho de lo que llega a los platos. La degradación moral es tanta que no podemos confiar ni en la compra de hortalizas orgánicas, ya que también hay en el mercado falsos orgánicos. Pero la razón principal de mi decisión no fue tanto el miedo a consumir venenos, sino el amor a Dios y al prójimo. Entendí que una alimentación saludable coopera para que mi mente esté más receptiva a escuchar la voz de Dios y a relacionarse con él.  Entendí que cuidar mi salud es una forma de amar a mi marido, a mi hijo (cuyo principal alimento en los primeros años de vida es generado por mi cuerpo, y para quien deseo ser un buen ejemplo) y a mi comunidad, pues si tengo hábitos saludables, puedo ayudar a otras personas a tener más salud también.

Y mis razones para ser vegetariana no me permiten bromear con la situación actual. Me he preguntado en los últimos meses cómo influenciarán las modificaciones en los alimentos a la salud mental de las personas. Lo que comemos afecta nuestra mente. ¿Qué enfermedades mentales aumentarán en las próximas décadas como resultado de la manipulación que sufren los alimentos? Me da miedo ver un mundo en el que alimentarse (algo tan natural y necesario para nuestra supervivencia) dejó de ser algo seguro.