Haga del limón una limonada
De nuevo significado a los momentos de dificultad.
“Estamos en tiempo de crisis”. Escucho esto en cada lugar donde me encuentro con personas. No me detendré en discutir acerca de la crisis que estamos viviendo, no solo como país, sino también como mundo (estuvimos acompañando la crisis europea hace algún tiempo). Quiero concentrarme, al escribir las próximas líneas, en nuestras actitudes frente a la crisis, cualquier crisis.
En 2008/2009, cuando enfrentamos una crisis económica en Brasil, yo hacía una pasantía en una multinacional. Lo que viví durante esa crisis me enseñó algo importante que me gusta compartir con las personas, siempre que ellas se quejan de sus problemas.
En el sector de reclutamiento y selección, donde hacía la residencia, teníamos muchos contactos con empresas contratadas para algunos servicios. Una empresa grande, como esa donde yo trabajaba, tiene procesos selectivos continuamente. Son miles de empleados esparcidos por Brasil y por el mundo. Por lo tanto, esas empresas contratadas eran esenciales para que pudiéramos abarcar la demanda de trabajo que teníamos allí. En resumen, nosotros quedábamos con la parte más interna y operacional de los procesos de reclutamiento y selección y las contratadas hacían el trabajo más externo; se filtraba bastante lo que llegaba hasta nosotros.
Con la crisis, algunos contratos tuvieron que ser reducidos o hasta cancelados, pues era necesario disminuir gastos. De repente, recibí más actividades y responsabilidades que antes, ya que no teníamos tanta mano de obra contratada. Eso fue simplemente fantástico. No era que yo consideraba fantástico el exceso de trabajo. No me entienda mal. Sino que era una oportunidad enorme de desarrollar competencias y habilidades que, por la comodidad de la existencia de las empresas contratadas, no había necesitado desarrollar todavía. Ahora me encontraba, no solo mediando procesos, sino también tratando con la línea de frente, actuando en todas las etapas de la actividad de nuestro sector. Lo que aprendí en el período de crisis que comenzó a afectarnos hasta el final del año 2009, cuando me gradué y terminé mi contrato de residente, no lo aprendí en el tiempo de bonanza, en el período de las vacas gordas, en la época en que todo estaba bien.
Es cierto que trabajé mucho más que antes. Había más presión, más responsabilidad, todo era más apresurado, pero si me hubiera concentrado en eso, habría terminado estresada, insatisfecha con el trabajo y quejándome de la crisis. Pero, cada vez que escuchaba “Karyne, necesitamos que hagas esto o aquello”, no lo consideraba una sobrecarga, sino una oportunidad única de llegar a ser una profesional mucho más preparada para el mercado.
Las quejas que escucho en mi consultorio acerca de la crisis son recurrentes. Yo incentivo a mis pacientes a hacer de ese limón una limonada. Me siento feliz al ver que algunos están aprendiendo a dar un significado nuevo a este momento, y transformarlo en una oportunidad. Lo mismo se da con las crisis que enfrentamos en otras áreas de la vida. ¿Por qué necesitamos verlas solo como problemas? ¿Qué beneficios podríamos tener al mirar hacia ellas como posibilidades, oportunidades?
Cada vez más Dios me ha convencido de que cuando una cosa está resultando, puede ser positiva. Pensar así me hace actuar de un modo que posibilite que las cosas funcionen, y a confiar en Aquel que puede actuar en una dimensión en la que soy completamente limitada. Yo no sé cómo usted enfrenta los problemas de su vida, ni los problemas de nuestro país. Pero, propóngase transformar esos problemas en algo más útil, más ventajoso, ¡y con seguridad usted vivirá mejor!