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La verdadera prosperidad

La confianza que demostraron Daniel y sus amigos en el momento cuando enfrentaron desafíos demuestra el poder real de Dios


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La confianza en Dios es la demostración de que quien es fiel reconoce su poder. (Foto: Shutterstock)

En los textos anteriores, usted encontrará artículos de una serie basados en mi libro Herdeiros do Reino, publicado por la Casa Publicadora Brasileña (CPB). Con base en el libro bíblico de Daniel, presento lecciones que extraje de él para mi vida. Abajo comparto con usted una versión resumida del quinto capítulo. En el caso de que todavía no haya leído los demás, léalos aquí.


“Así como Jacob, nosotros nos pasamos la vida buscando bendiciones en los lugares equivocados” (Timothy Keller).

La Biblia está repleta de ejemplos de personas que se entregaron completamente, sin esperar respuesta o reconocimiento. Los héroes de la fe entendieron el verdadero sentido de la fidelidad.

Uno de los ejemplos más extraordinarios, para mí, está en el libro de Daniel. El capítulo tres registra la historia de una enorme estatua que el rey Nabucodonosor mandó construir. Todos los que estuvieran presentes en la convocación que él había hecho deberían adorar esa estatua. El que no la adorara sería echado en un horno. Los tres amigos de Daniel eligieron el camino de la fidelidad a Dios. Eso era incomprensible para el rey. Al recibir la información de la desobediencia de ellos, el rey mandó llamarlos, y les preguntó: “¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?” (Daniel 3:14). Y después, les hizo una terrible amenaza: “Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo” (Daniel 3:15).

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¿Qué estaba realmente diciendo el rey? “Ser fiel es arriesgado. ¿Ustedes están dispuestos a correr ese riesgo?”. Hasta ese momento, Sadrac, Mesac y Abed-nego estaban en silencio, pero cuando el rey dijo: “¿Y qué dios será aquel que os libre de mis manos?” (Daniel 3:15), los tres judíos no pudieron quedarse callados. El rey había afirmado que su fidelidad no daría un buen resultado, porque, en la concepción religiosa de Nabucodonosor, solo valdría la pena ser fiel a un dios que demostrara poder con una liberación. Para el rey, el Dios de los hebreos no tenía la capacidad de librarlos.

El Dios presente

Muchas veces, creemos que nuestro Dios es más parecido al dios de Nabucodonosor que al Dios de los tres jóvenes. Mentalmente formamos la idea de un dios que tiene como principal función librar, bendecir y proteger, siempre de acuerdo con nuestra concepción de liberación, bendición y protección. Necesitamos entender que Dios es soberano y sabio. Su principal objetivo es transformarnos y, no necesariamente, hacernos felices en esta vida.

“Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Daniel 3:16-18). 

La respuesta de ellos nos enseña las siguientes verdades:

1) El Dios de Israel es capaz de librar y socorrer. Por eso, ellos dijeron, en otras palabras: “Creemos que el Dios a quien servimos es capaz”. ¿Usted realmente cree en un Dios capaz de librar? Necesitamos tener la seguridad de que nuestro Dios es un Dios vivo, que actúa y poderoso. Es capaz de hacer milagros, de librar y socorrer. Nunca dude de esto. Cuando las dudas intenten dominar su mente, vaya a la Biblia y recuerde que el Dios a quien servimos trajo el mundo a la existencia, abrió el Mar Rojo, resucitó muertos, calmó tempestades, curó enfermedades graves. Ese es nuestro Dios; en él debemos confiar.

2) No lo servimos debido a su liberación, sino porque él es nuestro Dios. La mayor recompensa de quien es fiel no es la bendición de Dios, sino Dios mismo. Esa fue la respuesta de los amigos de Daniel al rey Nabucodonosor. Con confianza, ellos estaban afirmando: “Dios nos puede librar del horno y de tus manos, oh rey, pero si en su soberanía, él decide no librarnos, nosotros continuaremos siendo fieles a él”. Eso es extraordinario. Ellos mostraron su completa confianza en Dios, mientras le dejaban a Dios la libertad de hacer lo que quisiera. Ellos estaban seguros de la capacidad de Dios de realizar milagros, pero servirían a Dios, aunque no realizara ningún acto sobrenatural en su favor.

Confianza sin restricciones

El profeta Habacuc expresó la misma idea con un maravilloso himno: “Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación” (Habacuc 3:17, 18).

Habacuc escribió para una sociedad agrícola y pastoril. Para sobrevivir, los judíos dependían completamente de los productos de la higuera, la vid, el olivo, las ovejas y el ganado. Y la realidad era que, en aquel momento, todo eso había fallado. Era el momento de que el profeta le dijera al pueblo que había un Dios que permanece cuando todo falla. Si tenemos la presencia de Dios, podemos seguir confiados aun cuando solo existan razones para dudar. Las condiciones eran adversas, pero la fe del profeta permanecía invariable.

Los fieles no esperan recompensas de Dios en esta vida, pues cualquier recompensa terrenal es infinitamente menor que la recompensa que ellos ya recibieron por la fe en Cristo Jesús. Eso no significa que el fiel se conforme con poco. La verdad es que él ya disfruta de muchas bendiciones.

Josanan Barros

Josanan Barros

Primero Dios

Historias y pruebas de fidelidad a Dios en todos los momentos y circunstancias de la vida

Josanan Alves de Barros Júnior está formado en Teología. Es el actual director del departamento de Mordomía Cristiana de la sede sudamericana de la Iglesia Adventista. @JosananAlves