Medite en cada capítulo de la Biblia
Reflexionar diariamente sobre el texto bíblico te traerá lecciones que no te imaginas.
Además de la oración, la vida devocional se compone de otro elemento indispensable: el estudio diario de la Biblia. Así, deberíamos meditar, cada día, en un capítulo de ese libro. Sin embargo, meditar es un término controversial en nuestra cultura.
Algunas personas ven la práctica como una experiencia mística que nos saca de la realidad que nos rodea, algo así como la contemplación y sin conexión con la vida práctica.
Una búsqueda en internet de la palabra “meditación” nos lleva, increiblemente, a 11.400.000 resultados. Pero la mayoría de ellos no tienen ninguna conexión con lo que la misma Biblia presenta sobre el asunto.
¿Qué es meditar?
De acuerdo con el teólogo Adolfo Suárez, el término “meditar” usado en las Escrituras viene de la palabra hebrea “hagah” y significa, literalmente, “murmurar”, “balbucear”. El razonamiento es el siguiente: cuando alguien “balbucea” continuamente la Palabra de Dios, piensa constantemente en ella. Es como si la persona estuviese todo el tiempo hablando de la Biblia en un tono bajo y suave.
Siendo así, meditar está más conectado a estudiar, pensar, reflexionar, y razonar que con los aspectos místicos y contemplativos presentados por la cultura oriental y asimilados por muchos cristianos.
Hace algunos años vengo disfrutado de la bendición de tener un método de estudio de la Biblia. Permítanme compartir mis descubrimientos al respecto. Nací en un hogar cristiano y dese pequeño fui orientado a leer la Biblia diariamente. En un punto de mi vida, alguien me presentó un plan de lectura llamado “año bíblico”. El objetivo era leer cuatro capítulos por día para, en un año, leer todas sus páginas de la Biblia.
Usé ese método por unos 12 años, pero en algún momento aquella lectura comenzó a ser un peso para mí. No sentía ningún placer en leer la Biblia. Todo era mecánico y sin vida. Entonces me di cuenta que simplemente estaba leyendo, y no estudiando o meditando.
Descubrí en la práctica lo que había sido escrito hacía decenas de años: “No debemos satisfacernos con un conocimiento superficial, sino que debemos tratar de aprender el pleno significado de las palabras de verdad, y beber profundamente del espíritu de los oráculos divinos. El leer un cierto número de capítulos cada día, o confiar a la memoria una cierta cantidad sin pensar cuidadosamente en el significado del texto sagrado, es un trabajo de poco provecho” (Nuestra elevada vocación, p. 207).
Un método para usted y para mí
Hace unos ocho años, cambié el método y adopté los siguientes pasos:
- Capítulo del día: Leo un capítulo por día, preferentemente acompañando el proyecto Reavivados por su Palabra;
- Versículo preferido: Separo un cuaderno y en él escribo el versículo bíblico que más me llamó la atención e intento memorizarlo a lo largo del día;
- Mensaje para hoy: Escribo lo que entendí del texto bíblico. Y si no entendí alguna parte, anoto una observación para investigarlo más adelante;
- Aplicación para mi vida: registro cómo puedo aplicar ese versículo en mi vida práctica. Esta es, para mí, una de las partes más importantes del estudio de la Biblia. Es lo que Dios desea decir a mi corazón.
Cambio de rumbo
No tengo palabras humanas para describir lo que ese método de estudio de la Biblia ha significado en mi vida, pero uno de mis autores preferidos puede ayudarme a describirlo. A. W. Tozer dice: “Un hombre sincero con una Biblia abierta, un cuaderno de notas y un lápiz sin duda encontrará bien rápido el mal que hay dentro de si mismo”.
Por lo tanto, tengo un desafío para usted: Comience a estudiar la biblia siguiendo un método. No necesita ser lo que describí, pero, de forma urgente, deje de leer la Biblia y comience a estudiarla.