La semana fue realmente agitada. Para trabajar, el matrimonio Silva toma una combi hasta la terminal y luego embarcan en el ómnibus lleno y terminan el trayecto en tren. El estrés forma parte de la vida de Getulio y Marta. Además, ambos estudian a la noche en la universidad.

Al estar tan cansados, la vida les parecía sin sentido. Hacía bastante tiempo que habían dejado de asistir a una comunidad de fe, aunque la iglesia no estaba lejos. Un día, cuando ya estaban muy cansados, algo extraordinario sucedió. De repente se escuchan voces por la ventana que cantan: “Es la hora y nuestra redención ya no demora; el mal que hiere al mundo acabara. Es la hora, el cielo pronto se abrirá”.

La luz se prende y ellos asustados continúan escuchando: “es la hora señales ya lo anuncian; al fin mi fe su triunfo alcanzara; es la hora y mi cristo volverá”. No hay nada más perturbador para una noche sin luna y silenciosa: “Esta es la hora de abrir el corazón, y; amar sin condición; cuando el regrese listo voy a estar. Nada demasiado sofisticado, solo una guitarra, muchas voces y una mirada 360⁰. Las canciones eran del CD joven del 2008.

La noche pasó rápido, pero ¿dónde estaba la valentía para volver a la iglesia? El último canto que hizo el grupo de alabanza fue “Mi todo”: “Estaba perdido, Jesús me encontró. Yo era un esclavo y me liberó. Yo soy tan indigno tan vil pecador. Jesús me cubrió con su manto de amor”. Fue así que una canción del CD del Ministerio Joven del 2012 de la Iglesia Adventista del Séptimo Día se transformó en una invitación de gracia y redención.

Después de algunas dudas, Getulio y Marta fueron a la iglesia donde todo los sorprendió. No hubo muchas preguntas, solo amabilidad y, sobretodo, la oportunidad de participar del culto. ¿Quiénes estaban en el frente? Los jóvenes de la “serenata”, liderando el momento de alabanzas. “Que los sedientos vengan a las aguas” del CD 2008. Enseguida, el pastor predicó sobre Isaías 55: “venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche”. La historia es hipotética, pero puede ser real en su iglesia.

Secreto

La mirada 360⁰ del Ministerio de Música es una competencia. Sin embargo, lo que era una técnica de gestión, cuando se subordina al poder del Espíritu Santo, se trasforma en un don espiritual para transformar vidas. Este es el secreto. La idea de cantar en la casa de ese matrimonio surgió en una reunión entre los equipos de recepción y música. La planificación también involucró al departamento de ancianos y al área pastoral. Se decidió que debería haber una conexión entre la música, el sermón y las acciones de apoyo.

Una mirada más amplia hará de la alabanza una experiencia inolvidable para quienes participen del culto. Elena de White en “Obreros evangélicos” destaca dos principios: “Tan a menudo como se pueda, participe en él la congregación” (pág. 370) y a los líderes de la alabanza la autora sugiere: “No es un canto fuerte lo que se necesita, sino una entonación clara, una pronunciación correcta y una articulación distinta” (p. 370).

Si la música “afina el corazón para recibir la Palabra”, según dice Harold Miller en “La música y la congregación”, entonces quienes ministran la Palabra cantada deben ser sensibles a las necesidades espirituales del adorador, al “ministrar músicas de ánimo y reflexión, canciones de alegría y de contrición, himnos que quebranten el espíritu y que nos motiven a proseguir la caminata cristiana”, exhorta Joêzer Mendonça , en “Ministro de alabanza según el corazón de Dios”. ¡Ore por esto! Sea un líder 360º.

WHITE, Elena. G. OBREROS EVANGÉLICOS. Buenos Aires, Argentina: Casa Editora Sudamericana, 1971.
MILLER, Harold. LA MÚSICA Y LA CONGREGACIÓN. www.musicaeadoracao.com.br