Durante mi viaje a Brasil en mayo de 2017, fui a ver la película Hacksaw Ridge (“Hasta el último hombre”). Es una producción biográfica estrenada en 2016 que retrata el drama de Desmond Doss, un estadounidense pacifista que participó de la Segunda Guerra Mundial como paramédico, y era miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Desmond se negó a portar o utilizar armas de fuego o de cualquier otro tipo (informaciones de Wikipedia). Fue condecorado con la medalla de honor estadounidense por haber salvado más de 75 soldados heridos en la batalla de Okinawa, inclusive soldados japoneses.

Para mí, la película fue un proyecto evangelístico, a pesar de la sangre y de las muertes bien evidentes en las escenas. La película demuestra claramente que Doss era miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, guardaba el sábado y se negaba a portar armas para matar – y para aquello, usaba como argumento el sexto mandamiento bíblico: No matarás.

Doss representó a la Iglesia y nunca cedió a la presión para acomodarse al sistema y comprometer sus principios. Él tenía siempre en su mano su Biblia, en cuyos mensajes meditaba periódicamente en sus devocionales. Al comienzo fue ridiculizado por los compañeros, maltratado y burlado por su comportamiento “extraño” y por no portar armas. Sin embargo, fue respetado y considerado héroe luego de salvar a sus colegas heridos.

Otra parte interesante de la película, muestra a Doss en la isla de Okinawa, al final de una batalla. Mientras descansaba y comía algo, su compañero le preguntó si no iba a comerse las latas de proteína de carne, y él respondió que no, porque no comía carne. O sea, Doss era vegetariano, otra característica adventista.

Es interesante notar que, a pesar de que el apetito común se dirige a los alimentos de origen animal, la Iglesia Adventista, por más de 150 años, ha promovido el régimen vegetariano y subrayado una dieta rica en nueces, granos enteros, legumbres, verduras y frutas.

Considero a Doss un José moderno, que no se dejó vencer por principios humanos, sino que, con la ayuda de Dios, demostró amor y heroísmo en un ambiente de guerra totalmente dominado por fuerzas satánicas. Lo que ocurrió en Okinawa fue un milagro, en el que Dios usó a uno de sus siervos como protagonista.

Queda como ejemplo para nosotros. Debemos tener una conducta irreprensible. Lamentablemente, algunos de nuestros jóvenes son llamados para las fuerzas armadas y no hacen ningún caso de portar armas. Muchos ya no guardan el sábado y no siguen los principios bíblicos. Muchos ya no son vegetarianos, o nunca lo fueron.

Uno de estos días fui a un evento llamado “Festival Herbívoro”. Se realizó a unos 10 kilómetros de Loma Linda, organizado por una escuela pública que promueve el veganismo. Muchos de los participantes son evolucionistas o pertenecen a religiones de filosofía oriental. El programa tuvo una repercusión extraordinaria, con la presencia de centenares de personas en busca de una dieta vegetariana, y también un anhelo espiritual muy grande.

Estuvimos con nuestro stand representando a la Universidad de Loma Linda, sin embargo, en términos de espiritualidad, ninguna iglesia estaba presente. El ambiente espiritual estaba totalmente dominado por teorías espiritistas, orientales y místicas. Una pena que no hubiese nadie para defender al cristianismo, o creacionismo o el régimen original designado por Dios en la creación del hombre.

Pero, debo mencionar aquí que existe, por lo menos en Brasil, un gran despertar en relación con el cuidado de la salud. Son muchos los proyectos de promoción del vegetarianismo: exposiciones de salud, clases de cocina, y así sucesivamente. En la Feria de Santana, en Bahía, presencié una feria de salud realizada durante una mañana de sábado en medio de la plaza principal de la ciudad, con tests de glucemia, edad biológica, entre otros servicios, entre una gran cantidad de folletos, libros y otros materiales promoviendo el mensaje adventista. Realmente, el brazo derecho en acción. ¡Felicitaciones para los feriantes!

Versículo para meditar:

“Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mat 4:23).