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Si algunas iglesias dejaran de existir, eso sumergiría en la tristeza a la comunidad que las rodea

En muchos lugares, las congregaciones se volvieron esenciales para sus habitantes. ¿Qué hacer para replicar esa realidad?


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Las iniciativas sociales crean un puente entre la iglesia y la comunidad. (Foto: Shutterstock)

“Aprendí que las personas olvidan lo que uno dijo, lo que uno hizo, pero nunca olvidarán lo que uno las hizo sentir”, reflexionó la escritora norteamericana Maya Angelou. ¿Cómo hizo sentir la Iglesia Adventista a las personas durante la pandemia? Para más de cuatro millones de personas en Sudamérica, fue esencial para que se sintieran cómodos en uno de los momentos más desafiantes de sus vidas.

Es lo que señala el informe de la institución sobre el impacto asistencial en las comunidades, para cuidar necesidades variadas, desde la inseguridad alimentaria a la salud mental. Particularmente, tuve la oportunidad de acompañar varios momentos de acciones similares, haciendo la diferencia en la vida de las personas.

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Presente en la vida de la población en los períodos más difíciles de los últimos dos años, la Iglesia, a ejemplo de cualquier organización humana, encuentra ante sí el desafío de mirar al futuro e imaginar el mundo pospandemia, en la medida en que las soluciones para enfrentar esta crisis sanitaria ayudan a la humanidad a coexistir con el virus.

Especialmente en las poblaciones más vulnerables, lo que se ve hacia adelante son adversidades sociales, económicas, emocionales y espirituales que fueron impulsadas por los efectos de la COVID-19. Y surge la pregunta: ¿cómo la Iglesia Adventista, que fue tan activa en la movilización de voluntarios según el relato anterior, puede inspirar ahora en templos locales, que de a poco vuelven a retomar sus actividades presenciales, para que hagan la diferencia en la respuesta a las necesidades de las personas que las rodean?

Conocido y admirado por muchos líderes religiosos en Brasil, el pastor Thom S. Rainer, autor de libro Igreja Simples [iglesia sencilla], señala caminos para responder a esta pregunta en su nueva obra A Igreja Pós-Quarentena [la iglesia pos cuarentena]. Rainer muestra seis desafíos de la pospandemia que se convierten en oportunidades para que la Iglesia sea relevante en sus objetivos de misión. Entre ellos está ampliar la atención a las comunidades. En muchas de ellas, dice Rainer, la iglesia local es lo que más se acerca a un centro comunitario para muchas familias. Y deja la sugerencia: es hora de que cada iglesia reevalúe el uso de sus instalaciones para impulsar la atención a familias vulnerables en la comunidad, más allá de los miembros de la congregación.

Templos al servicio de la comunidad

Rainer reflexiona sobre las consecuencias no intencionales de una iglesia local orientada solo a la atención de los miembros y enfocada casi exclusivamente en su calendario. “Algunos miembros estaban tan ocupados ‘yendo a la iglesia’ que no lograron estar en misión en su comunidad”, escribe. Advierte sobre una realidad: las instalaciones de las iglesias quedan ociosas la mayor parte del tiempo.

Frente a las necesidades comunitarias de la pospandemia, Rainer imagina que estas instalaciones pueden ser usadas para atender a familias vulnerables, de maneras diversas. Para eso, es necesario cambiar la mentalidad e incluir a la comunidad en la planificación del uso de las instalaciones del templo. Él razona: “¿Y si preguntamos a la comunidad cómo podrían atender mejor las instalaciones de nuestra iglesia? ¿Y si cambiáramos de arriba a abajo el propósito de nuestros edificios? ¿Y si las instalaciones se volvieran un lugar para la comunidad, además de un lugar en la comunidad?” Son provocaciones instigadoras.

El libro presenta algunos ejemplos. Una iglesia abrió sus instalaciones para realizar fiestas de cumpleaños para los habitantes de la comunidad. Otra, en una zona rural, funcionó durante los períodos sin actividades como una especie de centro comunitario, dada la ausencia de una estructura como esta para realizar registro de servicios públicos, asistencia de salud y clases de alfabetización de adultos.

En Salvador, Bahía, vi suceder algo semejante antes de la pandemia. Más de seis mil personas recibieron atención en templos adventistas en los suburbios de la capital de Bahía, con cursos profesionales que iban desde panificación y corte y confección, hasta decoración de fiestas. Entrevisté a una joven de veinte años feliz porque consiguió su primer trabajo después de hacer un curso de decoración de fiesta en un templo adventista.

Fue una iniciativa de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) en colaboración con el Servicio Nacional de Aprendizaje Comercial (Senac). En el período inactivo, la iglesia en esas comunidades estaba abierta y evangelizaba con el mensaje del amor y de la compasión. En esos lugares, si la iglesia dejara de existir, los habitantes se sentirían tristes.

Sensibilidad ante las adversidades

Los desafíos enfrentados por las comunidades se ampliaron durante la pandemia y permanecen. En los países de América Latina y el Caribe el número de los que viven en extrema pobreza llegó a 86 millones de personas [1]. En las villas periféricas, en Brasil, el 71% de las familias perdieron la mitad de sus ingresos. Faltó dinero para comprar comida casi del 70% de los habitantes de las villas pobres [2]. La desigualdad social se amplió. Los diez hombres más ricos del mundo duplicaron sus fortunas durante la pandemia, mientras que el ingreso del 99% de la humanidad cayó. [3] La pandemia dejó 244 mil niños y jóvenes brasileños fuera de la escuela [4]. Por falta de productos de higiene femenina, una de cada cinco jóvenes, faltaron a la escuela [5]. Los niños de seis a diez años fueron los más afectados por la exclusión escolar en la pandemia, según alerta de Unicef [6].

Las iglesias que logren ajustar sus actividades para ocupar períodos inactivos en favor de la asistencia a esas necesidades tendrán relevancia capaz de atraer la atención de las personas al evangelio que necesita comunicar. Ante tantas adversidades, es un buen momento para ser la iglesia como escribió Tim Keel: “En la pos cristiandad, la iglesia es la comunidad de personas que busca descubrir lo que Dios hace activamente en el mundo a su alrededor y después se une a ese trabajo. La iglesia es la comunidad de personas reunidas alrededor de Jesucristo para participar de su vida y encarnarla en el contexto en el que él las colocó”. [7]

Lo mismo aconsejó la escritora Elena de White en un mensaje inspirador a la Iglesia, en un momento cuando ella misma se encontraba enferma, para llamar la atención sobre el compromiso cristiano con los más vulnerables. Ella escribió, el 20 de marzo de 1891: “Ha llegado a ser de buen tono el despreciar a los pobres. [...] Pero Jesús, el Maestro, fue pobre y simpatiza con los pobres, los desplazados, los oprimidos y declara que cada insulto que se les haga es como si fuera hecho a él. Estoy más y más sorprendida cuando veo que los que pretenden ser los hijos de Dios poseen tan poco de la simpatía, ternura y amor que había en Cristo. ¡Ojalá que cada iglesia, en el norte y en el sur, estuviera imbuida con el espíritu de la enseñanza de nuestro Señor!”. [8]

Son palabras que animan a las iglesias a ampliar el alcance de su misión en las comunidades con la práctica del Evangelio por medio de acciones de amor y compasión.


Referencias:

[1] CEPAL. Pobreza extrema en la región sube a 86 millones en 2021 como consecuencia de profundizarse la crisis social y sanitaria derivada de la pandemia del COVID-19 https://www.cepal.org/pt-br/comunicados/pobreza-extrema-regiao-sobe-86-milhoes-2021-como-consequencia-aprofundamento-crise. Publicado el 25 de enero de 2022.

[2] CBB Brasil. En la pandemia, el 71% de las familias habitantes de favelas perdieron la mitad de sus ingresos. https://www.cnnbrasil.com.br/business/na-pandemia-71-das-familias-moradoras-de-favelas-perderam-metade-da-renda/. Publicado el 28 de marzo de 2021.

[3] Oxfam Brasil. Un nuevo billonario surgió cada 26 horas durante la pandemia, mientras la desigualdad contribuyó a la muerte de una persona cada cuatro segundos. https://www.oxfam.org.br/noticias/um-novo-bilionario-surgiu-a-cada-26-horas-durante-a-pandemia-enquanto-a-desigualdade-contribuiu-para-a-morte-de-uma-pessoa-a-cada-quatro-segundos/. Publicado el 16 de enero de 2022.

[4] Portal R7. Pandemia deja 244 mil niños y jóvenes brasileños fuera de la escuela. https://noticias.r7.com/educacao/pandemia-deixa-244-mil-criancas-e-jovens-brasileiros-fora-da-escola-02122021. Publicado el 2 de diciembre de 2021.

[5] Portal Uol. Por falta de absorbente, una de cada cinco jóvenes falta a la escuela, dice el estudio. https://educacao.uol.com.br/noticias/2022/02/06/jovens-pobreza-menstrual-falta-absorvente.htm. Publicado el 6 de febrero de 2022.

[6] Unicef Brasil. Niños de 6 a 10 años son los más afectados por la exclusión escolar en la pandemia, alertan UNICEF y Cenpec Educación. https://www.unicef.org/brazil/comunicados-de-imprensa/criancas-de-6-10-anos-sao-mais-afetadas-pela-exclusao-escolar-na-pandemia. Publicado el 29 de abril de 2021.

[7] KEEL, Tim. Intuitive Leadership. Embracing a Paradigm of Narrative, Metaphor, and Chaos. Baker Books. 2007.

[8] White, Elena de.  El ministerio de la bondad. Asociación Casa Editora Sudamericana, p. 178.

Heron Santana

Heron Santana

Iglesia Relevante

Estudios y acciones innovadoras que promueven cambios sociales y ayudan a la Iglesia a ampliar su relación e interacción con la sociedad

Periodista, trabajó en la Radio CBN Recife y en la sucursal del Jornal do Commercio, en Brasil. Fue director de la radio Novo Tempo de Nova Odessa, en el interior de Sao Paulo, y hoy está al frente del departamento de Comunicación de la Iglesia Adventista para los estados de Bahía y Sergipe, Nordeste de Brasil.