La iglesia y la crisis de los refugiados: hora de transformar la conmoción en acción
Es un asunto candente y corre el riesgo de ser el tema de actualidad, esperando que llegue la próxima gran crisis que ocupe el noticiario. La foto del niño sirio muerta por ahogamiento, enterrado en la arena de una playa turca, trajo conmoción, vergü...
Es un asunto candente y corre el riesgo de ser el tema de actualidad, esperando que llegue la próxima gran crisis que ocupe el noticiario. La foto del niño sirio muerta por ahogamiento, enterrado en la arena de una playa turca, trajo conmoción, vergüenza y desagrado. Ayudó a pasar el drama de los refugiados de las páginas internacionales al debate popular. La imagen salió de la esfera del periodismo fotográfico a la iconografía, el retrato a ser estudiado de una era y de un espíritu de época. Viendo la fotografía, recordé la cara de otra imagen, igualmente icónica, retratando la desesperación de una niña vietnamita corriendo desnuda desesperada, poco después del bombardeo de su aldea, en plena Guerra de Vietnam, en 1972.
La fuerza de las imágenes despierta el interés por el drama de los refugiados sirios, que intentan huir de una crisis política insostenible, una guerra civil violenta y un Estado Islámico cimentado en la barbarie. Los medios supieron explotar el interés que despertó aquella foto en la playa turca, y el noticiario dedicó espacio para esas familias de países pobres que salen de su tierra, arriesgando la vida, en busca de paz y de oportunidad. La triste imagen de Aylan Kurdi, el niño menudo símbolo de esa tragedia, despertó un interés exponencial por un problema que no surgió ahora y que precisa de algo más que la conmoción internacional. Carece de compasión universal, aquella capaz de provocar una cadena de acciones para acoger a esas personas y minimizar su sufrimiento.
En el Antiguo Testamento, la descripción del proceso civilizador de los hebreos libres de la esclavitud de Egipto comprende la atención y el cuidado del forastero, esclavo o exiliado. Las leyes que orientaban la vida después del cautiverio de los hebreos eran igualmente válidas para esas personas. La bendición del sábado debería ser compartida también con “el extranjero que viva contigo” (DHH), como describe el mandamiento, una referencia a los refugiados. El sentido divino de justicia fue capaz hasta de crear ciudades refugio para personas que mataban a otras personas involuntariamente. Refugiadas en esas ciudades, esas personas tenían un juicio aparte del sentido de “ojo por ojo, diente por diente” predominante en esa época. Lo que prevalece aquí es la necesidad de evitar derramar sangre inocente, para impedir la banalización de la violencia. Hoy en día, muchos de los problemas de los refugiados se deben a problemas de interpretación religiosa. La religión sin trascendencia resulta en equívocos y distorsión deliberada. La violencia y la intolerancia son las consecuencias.
En el pasado reciente hay registro de un éxodo casi bíblico de otros refugiados, antecediendo la oleada que vemos hoy en Oriente Medio. En la década de los 80 era la masa de cubanos intentando llegar a Estados Unidos. A principios del siglo XXI hubo una explosión de refugiados africanos, de países como Túnez y Libia, intentando llegar especialmente a España e Italia. En todos estos casos el guión es el mismo: vidas que se arriesgan en altamar, en embarcaciones improvisadas y sobrecargadas.
El drama actual es el espectro más nuevo rondando la comunidad europea. Sólo Alemania debe recibir entre 500 mil a 800 mil refugiados en los próximos años. Más que una crisis geopolítica, asistimos a una crisis humanitaria sin precedentes. Es tiempo de transformar la conmoción en acción. Es lo que ADRA está intentando hacer desde el Líbano. En Beirut, la agencia humanitaria adventista acompaña a millares de refugiados sirios. Los niños refugiados están sin estudiar; el gobierno del Líbano no permite que los refugiados estudien en la red pública, pues sobrecargaría un sistema que ya está al límite. ADRA mantiene una escuela con capacidad para unos 70 niños. Hay una fila de espera de centenas. En Siria no hay presencia de la iglesia adventista, cerrada hace algún tiempo. Hay adventistas iraquíes y sirios esparcidos por el país. No hay estadísticas precisas de la presencia adventista. En medio de tanta inestabilidad, ADRA proporciona proyectos de salud, educación y seguridad alimentaria. E intenta llevar agua, saneamiento y abrigos para la población.
Recibí esta información de Gunther Wallauer, especialista en acciones humanitarias que está trabajando en la región. Su relato parte el corazón. En un rápido intercambio de e-mails, describió tres pasos que pueden ser adoptados por todos los que quieran ayudar a minimizar la durísima realidad de los refugiados y especialmente de los niños sirios. Los comparto ahora con ustedes:
1) Oración, mucha oración por todos los que ya están trabajando allí. Por los proyectos existentes, por las personas que están siendo alcanzadas, por las nuevas iniciativas.
2) Motivar a los jóvenes adventistas, profesionales, comprometidos con Dios a ir a estudiar, trabajar en la UMONA (organización adventista responsable de la evangelización en los países de Oriente Medio). Para quien desea servir, el requisito mínimo implica nociones de inglés o francés, comunicación básica, como mínimo.
3) Enviar recursos financieros. Las personas pueden enviar vía MoneyGram u otro servicio de transferencia de dinero. O, si hubiera un gran volumen de recursos, es posible enviar por medio de la sede sudamericana de la Iglesia Adventista, que puede recibir y transferir para las acciones de la UMONA.
Los problemas éticos y económicos de Brasil son bien serios, van a empeorar, y ciertamente pueden afectar a la iglesia en nuestro país. Pero nada de eso se compara con la dureza experimentada en Siria y en otros países de Oriente Medio. Compasión y empatía. La invitación es a que usted se ponga en el lugar del refugiado y perciba que cualquier atención internacional para esta angustia puede hacer una enorme diferencia. Haga planes para ayudar. Converse e involucre a su iglesia en esta movilización. Haga campañas en las redes sociales. Esta participación señala un posicionamiento en favor de la esperanza.