La mensualidad es más que dinero
Más que dar dinero, orientar a los hijos en relación a las finanzas es preparar a los niños para administrar sus propias vidas con responsabilidad.
Por medio de la mensualidad es posible enseñarles a los niños valores sobre administración de la vida que valen más que el dinero, como la confianza en Dios, la fidelidad, el cuidado con la familia y la salud, la solidaridad para con los necesitados, sustentabilidad y compromiso con la misión cristiana. Entre las varias advertencias de Jesús sobre el uso del dinero, en una de ellas dijo que debíamos tener cuidado con las ganancias materiales, porque la vida es mucho más que los bienes que poseemos (Lucas 12:15).
Si Brasil pasa por un momento financiero difícil hoy, parte de esa crisis podría haber sido minimizada, a nivel familiar, si muchos hogares brasileños hubieran sido más prudentes en el período de prosperidad. En marzo, una investigación divulgada por la Confederación Nacional de Comercio de Bienes, Servicios y Turismo (CNC), mostró que el 58% de las familias brasileñas estaban endeudadas, lo que equivale a casi seis de cada diez.
Es probable que buena parte de ese grupo haya llegado a esa situación por falta de planificación financiera. Son familias que saben de la importancia de hacer un presupuesto mensual y seguirlo, pero que no logran mantener las cuentas al día porque han entrado en un círculo vicioso.
Educación financiera
Y para transformar ese círculo vicioso en uno virtuoso, un camino es enseñarles a los niños a formar buenos hábitos financieros. De esa manera, toda la familiar se involucrará en el cambio de esa realidad. Los padres deben enseñarles a los niños por medio del ejemplo, de la participación de los pequeños en la elaboración del presupuesto familiar y en la orientación sobre cómo los hijos deben usar sus propias mensualidades. Más importante que la cantidad que les damos a los niños mensualmente es orientarlos en cuanto a los principios de deben regir el uso de las finanzas. Es importante que entiendan que la sabiduría vale más que el oro (Proverbios 16:16). Este trabajo de base en casa es fundamental para que, cuando los hijos tengan el primer contacto con el dinero, no sean controlados por los llamados de una sociedad consumista.
Algunos padres pueden pensar, sin embargo, que es poco probable que un niño de 4 o 5 años logre desarrollar autocontrol. Es verdad que, desde la desastrosa elección de Adán y Eva en el jardín del Edén, existe una inclinación natural a la impulsividad y a la inmediatez. Sin embargo, lo que mostró el conocido estudio del doctor Walter Mischel, ya en la década de 1960, es que los niños pequeños se saben controlar, o sea, pueden inhibir impulsos.
Al ver que su hija, después de los 4 años de edad, ya demostraba la capacidad de esperar una recompensa tardía, como que le den dos golosinas en vez de una si esperaba un plazo establecido por el padre, el psicólogo estadounidense decidió observar a otros niños. El estudio denominado marshmallow [malvavisco] también indicó que los niños que esperaron la recompensa desarrollaron, años después, mayor habilidad de concentración, equilibrio para tratar con las frustraciones y resistencia con relación a las drogas (Revista Planeta, abril de 2015).
Los impulsos son generados por el sistema límbico, área de nuestro cerebro responsable por nuestras emociones, pero que no se conecta con el lóbulo frontal, la región cerebral destinada a la toma de decisiones. Por eso, cuando uno o varios de nuestros sentidos son estimulados, la tendencia es reaccionar con base en las emociones, en la orientación del sistema límbico.
“Quiero”, una expresión típica de los niños, es repetida por muchos adultos delante de la vidriera de un centro comercial o cuando están navegando por una tienda virtual y un objeto que siempre deseó está a un clic de distancia. El riesgo de tomar decisiones con base en el sistema límbico es ser movido por cuestiones meramente circunstanciales, que después dejan de ser adecuadas o, incluso, se vuelven destructivas. Si una decisión preventiva no se toma en el sentido de planificar los gastos, el costo de esa elección demandará intereses y correcciones monetarias. Y ahí entra el presupuesto familiar para evitar esas trampas financieras.
Lecciones para la vida
En el libro El hogar cristiano (capítulo 63), la pionera adventista Elena de White ofrece sabias y prácticas instrucciones a los padres sobre cómo enseñarles a los hijos a ganar y usar el dinero. A continuación, vemos diez orientaciones que extraje de esa lectura:
(1) Enséñeles a los niños a comprender los algoritmos para que mantengan anotaciones sobre el control de los propios gastos.
(2) Explíqueles a sus hijos de dónde viene el dinero que mantiene a la familia, cuánto cuesta sustentar una casa y que los gastos familiares no pueden ser más que lo que ingresa al hogar.
(3) Concientice a los niños de que el dinero que ellos reciben no les pertenece, sino que es de Dios; por eso, deben usarlo de acuerdo con las orientaciones de Dios, en especial invirtiendo parte de ese dinero en la misión.
(4) Los hijos deben recibir orientación para aprender a separar el dinero de la ofrenda a partir de su propia mensualidad, ya que deben aprender que la ofrenda es sacrificio.
(5) Se les debe enseñar a evitar gastos en cuestiones superficiales en la ropa y la alimentación.
(6) Deben también desarrollar el hábito de ahorrar, aunque sean centavos, para que el dinero se emplee en la misión. Se puede separar una alcancía para ese fin en algún lugar visible para los pequeños.
(7) El ahorro de los recursos para contribuir a la misión les enseñará a sus hijos lecciones importantes de abnegación y equilibrio.
(8) Los padres no pueden esperar esa postura en los hijos si antes no les dan el ejemplo de sencillez y dedicación al trabajo.
(9) Los hijos no deben recibir todo de los padres. Deben “comenzar de abajo” y construir su propio camino.
(10) El mayor legado que los padres pueden dejarles a sus hijos es el ejemplo de una vida de trabajo útil y altruismo. Los hijos deben aprender que el verdadero valor del dinero está en suplir las necesidades propias, en las de los demás y en la contribución con la misión de Dios.
Estas son algunas lecciones de vida que los hijos pueden aprender por medio de una educación financiera saludable, que prioriza a Dios y los valores de su reino. No sé cómo ha sido su relación con las finanzas y si usted tuvo de oportunidad de haber sido educado de acuerdo con los parámetros mencionados, pero nunca es tarde para romper un círculo vicioso o perfeccionar el círculo virtuoso. Y tal vez el mejor camino para eso sea enseñarles a los niños, por medio de la mensualidad, a tratar con el “dios de este siglo”: el dinero.
Ore para pedir sabiduría, arme un plan financiero con su familia y cumpla mensualmente con ese compromiso. Lo ideal es que esa mensualidad tenga como base la colaboración en las tareas domésticas, ya que los niños deben entender que es su obligación y que todos los miembros de la casa son colaboradores del bienestar de esa familia. Ayude también a los pequeños a poner a Dios en primer lugar en cuanto a los diezmos y ofrendas y a ahorrar regularmente, para así también reducir el consumo, generen menor impacto en el medio ambiente y orienten una cantidad creciente a la caridad y la misión. Para eso deben tener un plan financiero de corto, mediano y largo plazo.
Finalmente, recuerden el consejo de Jesús: no se apeguen a las cosas de este mundo, ni acumulen cosas que son pasajeras, porque donde esté su tesoro, ahí estará también su corazón (Mateo 6:19-21).
Conozca más
Descargue una planilla (http://bit.ly/2eSwPQQ) con orientaciones prácticas para establecer un círculo virtuoso en el uso de las finanzas. Este material tiene en cuenta el presupuesto mensual, los sueños financieros y la eliminación de posibles deudas.
Enseñar a los niños
En esta edición especial de la revista Nosso amiguinho [Mis amigos], los niños aprenderán a tratar con el dinero de manera consciente. Por medio de historias y actividades se presentan temas como la ofrenda, el diezmo y la gratitud. Además, la revista presenta a Dios como Dador y Sustentador de todo lo que tenemos, reforzando en el niño el deseo de cuidar y preservar lo que fue dado por el Señor. Los contenidos de esta edición especial siguen los requisitos de la Especialidad Mayordomo sabio del Club de Aventureros.