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Las trampas de la carrera por la innovación

Innovar no es solo hacer algo diferente. Es necesario agregar valores.


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El camino que lleva a la innovación puede traer algunos peligros. (Foto: Shutterstock)

“Las 100 personas más creativas del mundo”. Hace algunos días, este título en la tapa de la revista Fast Company me llamó la atención. Al final, ¿qué hicieron esas personas para entrar en la lista? Me sorprendí  al percibir que conocía menos de la mitad de aquellos nombres y casi nada de sus hechos innovadores. Pero, entonces, ¿qué es necesario para ser reconocido como un súper creativo? ¿Qué impacto es necesario causar en el mundo para ser considerado un innovador?

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Cuando era niño, la curiosidad me hizo encontrar un pote de plástico dentro de uno de los armarios de nuestra casa. En él había un polvo que parecía ser oro. Mi padre me explicó que durante el tiempo en el que fue colportor, una persona que vivía cerca de una mina de oro en el norte de Brasil, pagó por sus libros con una pepita de oro con el valor equivalente al precio pedido, algo común en aquella región.

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En aquella época, los hombres venían de varios lugares para encontrar el mineral precioso que podría cambiar el rumbo de sus vidas.  En 1848, en un lugar bien distante de la región donde mi padre había trabajado, más precisamente en California, en los Estados Unidos, ocurrió algo parecido. Aquel tiempo es conocido como “la fiebre del oro”. Quien llegara primero al Río American podría encontrar la piedra preciosa con facilidad.

Pero existe una diferencia en lo que ocurrió en estas dos regiones: una trae explotación irregular de la naturaleza y de las personas. La otra, innovación en transporte de cargas pesadas y en el desarrollo para el lugar donde vivían los trabajadores. Es decir, una verdadera innovación.

Así como en la época de la “fiebre del oro”, hoy en día muchas personas están dejando todo para buscar ciegamente lo que llaman “la nueva idea disruptiva”, o la solución de los problemas de las personas en varios asuntos. Es común principalmente en libros y exposiciones sobre negocios, la promesa de cambiar la forma de ver el mundo, o como algunos prefieren, cambiar el mindset [la mentalidad o forma de pensar]. Pero no todo son piedras preciosas en este llamado a lo nuevo.

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Con el aumento de la cultura disruptiva en el mercado, la disminución de burocracias para la apertura de negocios nuevos y la llegada de las facilidades propuestas por Internet, innovar se convirtió, para muchos, en un orden ilusorio, todos en busca de ser portada de una revista o de atraer la atención al llamarse la próxima Uber o "Netflix-de-algo".

Realmente, estos servicios crearon un nuevo modelo de negocio, y crear algo basado en estas ideas ya es un buen comienzo para un proyecto eficiente. Sin embargo, la cuestión principal es: Mi idea creativa, ¿genera algún valor para las personas?

Innovar por innovar es algo fácil y no genera casi ningún tipo de esfuerzo. Cambiar un embalaje o solo cambiar el nombre de algo que quedó obsoleto no es innovación, sino un paso cierto para el fracaso en cualquier planificación estratégica. Saber cuándo cambiar y qué cambiar es el secreto para un cambio de imagen y posicionamiento de marca correcto. Por eso, haga un análisis y vea si su proyecto o idea encaja con alguna de estas trampas de la carrera por la innovación:

Innovación superficial:

Usted debe haber visto este tipo de artimaña por ahí: cambiar el nombre, cambiar la visual o cambiar alguna palabra no es innovar. Es solo cambiar. Esa práctica está más para una actitud muchas veces llevada hacia el gusto personal en lugar de una acción pensada en el crecimiento y mejora.

Innovación limitada:

Ok, la idea es buena y hasta puede generar un cambio de cultura, pero ¿hasta cuándo va a durar? La innovación verdadera es aquella que toca la raíz de una organización y no solo pinta las hojas de del árbol. Busca innovar de una manera que olviden que antiguamente algunos procesos eran hechos de otra forma.

Innovación desvalorizada

La innovación que cambia al mundo es aquella que trae con el cambio una serie de valores agregados. Si su idea o proyecto no agrega valor al usuario final, no vale nada.

Busque no caer en las trampas de la innovación: aquella que lo hipnotiza para querer cambiar las cosas a su alrededor, pero que no genera un cambio real, es limitada y no agrega ningún valor a las personas a su alrededor. Por último, usted estará cercado por la presión de los resultados que posiblemente no vendrán y frustrado por los desgastes emocionales.

Geyvison Ludugerio

Geyvison Ludugerio

Fuera de Caja

Todo lo que usted conocía, conózcalo de nuevo. Innovación y Creatividad en la práctica

Publicitario, posgraduado en Gestión en Marketing y con especialización en Dirección de Arte para Web. Coordinó el departamento de Estrategias Digitales de la Iglesia Adventista para el Estado de Sao Paulo y hoy es director de Web de la Red Novo Tempo, y profesor del curso de Publicidad y Propaganda del Centro Universitario Adventista de Sao Paulo (Unasp), Brasil.