El fantástico mundo de la luna
No tener imaginación puede ser una de las principales causas de dispersión de los jóvenes en la iglesia.
Algunos años atrás vi una película de esas que pasan de tarde por un canal abierto, titulada El niño que podía volar. Un clásico. La película contaba la historia de un niño con un trastorno mental que tenía una manía muy extraña: pararse sobre la terraza y fingir que estaba volando. No quiero ser un aguafiestas, pero como la película fue estrenada en 1987, pienso que ya puedo contar el final. Después de mucho tiempo en la terraza, al apasionarse por una chica, en un acto de heroísmo, finalmente saltó de una ventana y…
¡Comenzó a volar! Sí, como siempre había practicado, voló de manera natural, como si nada de anormal sucediera. ¡Ah! ¿Usted pensó que se mató? Puede ser que usted necesite de un poco más de imaginación. Y es sobre eso que trata este texto, el poder de la imaginación (en verdad, es solo sobre imaginación, pero ¿ya se dio cuenta de que todo queda más interesante cuando colocamos la palabra “poder” antes? #ficaadica).
El poder de la imaginación
El libro Libertando o Poder Criativo [Liberando el poder creativo] escrito por Sir Ken Robinson, especialista en creatividad y educación, y uno de los disertantes más vistos en el sitio TED, presenta el resultado de una encuesta hecha con las mayores empresas del sector público, que muestra sus tres perspectivas para el futuro: la primera es el aumento acelerado de la complejidad de los problemas, la segunda, que sus empresas no están preparadas para este escenario global más complejo, y la tercera perspectiva con la que todas concuerdan es que solo un liderazgo creativo puede combatir esta complejidad creciente. Está cada vez más raro encontrar este tipo de líder, los que consiguen imaginar un mundo mejor.
De acuerdo con Robinson, una de las principales causas para la falta de creatividad en las personas es cómo les enseñamos a nuestros niños en las escuelas. Con una broma explica mejor esta realidad.
En la sala de clases, la maestra observa a una niña empeñada en su dibujo, y después le pregunta:
--¿Qué estás dibujando?
--Estoy dibujando a Dios, maestra.
--Bueno, pero nadie sabe cómo es Dios.
La niña deja de dibujar y dice:
--En un minuto lo sabrán.
El sistema educativo que vemos hoy en la sociedad existe hace años, pero se estandarizó en el período de la revolución industrial, donde niños, la mayoría hijos de obreros, incluso hasta obreros principiantes, tenían que acostumbrarse con ese estilo de vida estructurado de libertad. En el período escolar, seguían un conjunto de reglas y normas, explícitas o disimuladas, que Foucault llama “normalización”. Así, en el futuro, estos alumnos estarían capacitados para ocupar el lugar de los padres, ajustando un tornillo en alguna línea del armado. No es por acaso que una escuela está normalmente compuesta de edificios cuadrados, divididos en salas iguales, con sirenas y uniformes. ¿Eso le recuerda algo? Sí, la escuela también es una fábrica, pero infelizmente no una fábrica de creatividad.
La falta de creatividad no es solo un problema en el sistema educativo. No tener imaginación puede ser una de las principales causas de dispersión de los jóvenes en la iglesia. Existe un método muy usado en la propaganda llamado “prospección”. Este artificio tiene como objetivo hacer que la persona se imagine en el lugar del personaje de la propaganda y quiera tener la vida perfecta con todos sus problemas solucionados. Es muy común en las “propagandas de margarina”. Hacer imaginar una vida perfecta es la mejor forma de producir un deseo intenso por ese producto.
¿Será que los jóvenes de hoy logran proyectarse para el cielo? Estoy hablando del Cielo verdadero que describió Elena de White en el libro Visiones del Cielo (libro en PDF), no el monótono lleno de angelitos sentados en nubes, tocando arpas. ¿Ya experimentó decirle a un adolescente que en el cielo no tendrá wi-fi? Tenemos el desafío de presentar el verdadero Cielo, un reino preparado con lindas casas, calles de oro, río de cristal, donde no habrá rencor, ni dolor, donde se hablará un idioma nunca usado y donde habrá músicas con melodías nunca cantadas. Es cada día más difícil imaginar.
El peligro está cuando creemos que quedarse de pie en la terraza practicando levantar vuelo es cosa de locos y de quien no sabe lo que es la realidad. Los jóvenes no quieren vivir la realidad; tanto es así que prefieren una versión nueva de ella.
¿Cuándo fue la última vez que usted imaginó el regreso de Jesús? ¿Cuál fue la última vez que se imaginó jugando con los animales en el Cielo? ¿Quién va a descender primero del cuello de la jirafa? Yo sé que parece cosa de niños, pero al final ¿no es de ellos el reino de los cielos?
“Esta tierra es el lugar de preparación para el cielo. El tiempo que pasamos aquí es el invierno del cristiano. Los vientos fríos de la aflicción soplan sobre nosotros, y las olas de los problemas nos arrollan. Pero en un futuro cercano, cuando Cristo venga, las penas y los lamentos habrán desaparecido para siempre. Entonces será el verano del cristiano. Todas las pruebas habrán concluido, y no habrá más enfermedad ni muerte. “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. Apocalipsis 21:4 (Alza tus ojos, MM, p. 309).
La esperanza de vivir un día al lado de Jesús nos da fuerza para enfrentar nuestras tristezas y decepciones. Llenar esa esperanza con creatividad e imaginación puede ser una de las formas de mostrar mejor el camino para la vida eterna.
Comience a vivir en el mundo de la Luna, que un día conocerá a su Creador.