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Comunicación

El Espíritu Santo y la estrategia comunicacional

La acción del Espíritu Santo para una comunicación eficiente no anula la importancia del método y de la estrategia comunicacional. Lo dice la Biblia.


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La Biblia tiene hoy interesantes lecciones comunicacionales válidas para organizaciones en diferentes aspectos. (Foto: Shutterstock)

Hace algunos días me deparé con una escena ocurrida frente al edificio donde vivo. Escuché el sonido de una predicación religiosa resonando por la calle. Fui a mirar por la ventana y constaté que se trataba de un camión, provisto con equipos de sonido, pero detenido con la señal intermitente de alerta activada. Ese vehículo obstruía una de las vías más transitadas de la región.

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Arriba del camión, había personas agrupadas en torno a un hombre que hablaba de Cristo, de Dios y citaba pasajes bíblicos. La música que se oía también tenía una letra acorde con el mensaje expresado por el orador. También vi a algunos conductores intentando desviar el camión mientras otros tocaban bocina detrás de él.

Eso me hizo reflexionar, en mi opinión, en algo relevante para nuestros tiempos. Tiene que ver con el aparente dilema que parece existir entre la acción sobrenatural divina para comunicar y la estrategia comunicacional organizada por el ser humano, cuando se trata de llevar adelante el mensaje religioso. Pensemos en dos aspectos importantes sobre eso, y ya regreso a mi relato inicial.

El papel de lo sobrenatural

Al leer la Biblia y creer en ella como revelación divina, no tengo dudas de que Dios puede hacer que su mensaje llegue hasta donde él desea por los más diferentes medios. Hay explícitos y evidentes relatos en el texto del Antiguo y Nuevo Testamentos capaces de justificar esto. El hasta entonces vacilante Moisés y su hermano Aarón, como lo enseña el libro de Éxodo, recibieron la capacitación divina para conducir la salida del pueblo hebreo esclavizado en tierras egipcias.

Más tarde, en la historia bíblica narrada en el libro de Números, leemos que un asno habló y alteró a un obstinado y corrupto profeta llamado Balaam. Efectivamente, él no logró maldecir y tener una comunicación eficiente en contra del pueblo de Israel. Dios puso impedimentos.

En el período del cautiverio babilónico, el poder divino fue determinante para que el humilde exiliado Daniel pudiera expresar un mensaje contundente al rey opresor. Más tarde, y ya anciano, Daniel realizó una acción semejante de comunicación eficiente, al interpretar el mensaje en código presentado por Dios en la blasfema fiesta ofrecida por el soberano Belsasar. Obras divinas.

En resumen, creo totalmente en la soberanía divina para comunicar la salvación a los seres humanos. La autoridad del Espíritu Santo es inigualable e infalible cuando se trata de convencer a las personas de la necesidad de un cambio espiritual profundo. Por eso, entiendo que el mensaje transmitido desde el camión puede llegar a ser lo que más necesita una persona, mientras vive una pésima experiencia individual.

Estrategia comunicacional

Hasta ahora, al leer esto, puede dar la impresión de que, por lo tanto, no hay necesidad de considerar la estrategia comunicacional en el contexto de la difusión de mensajes religiosos. Sin embargo, existe una reflexión digna de ser mencionada para enriquecer la discusión.

En la misma Biblia puedo observar una estrategia comunicacional clara de parte de Dios. Volviendo al ministerio del profeta Daniel, podemos notar una metodología divina para hacer que la comunicación sea tangible y relevante para sus públicos de interés. El rey Nabucodonosor, en el capítulo 4 del libro de Daniel, recibió el sueño de un árbol. Lo interesante es que el sueño con el mensaje fue dado al monarca en el contexto que él podía entender. Comunicación eficiente.

El teólogo y comentarista Jacques Doukhan explica que “el simbolismo del árbol no era extraño para Nabucodonosor. Herodoto habla del caso de Astíages cuñado de Nabucodonosor, que también había soñado con un árbol que simbolizaba su dominio sobre parte del mundo. Y Nabucodonosor mismo compara en una inscripción a Babilonia con un gran árbol que refugiaba a las naciones del mundo”.[i]

Comunicación de Jesús y Pablo

Hay también varios otros ejemplos, inclusive de parte de Jesús. Cito las parábolas contadas por el Maestro, siempre con la preocupación de ser comprendido por los públicos con los que se relacionaba. En el episodio de la conversación con la mujer samaritana (Juan 4), Jesús comenzó el diálogo con ella utilizando datos e informaciones comunes, de acuerdo con la realidad cotidiana de esa persona.

Efectivamente, Jesús estableció una comunicación de profunda conexión con su público. Y lo hizo a partir de una estrategia. No habló con ella como se expresaba ante los gentiles, ante los líderes judíos o en las conversaciones con sus discípulos más cercanos.

También puedo mencionar el episodio de Pablo al recibir la invitación de hablar en el Areópago, en Atenas, como está registrado en Hechos 17. Al iniciar su discurso, su esfuerzo comunicacional fue dirigido a un público poco familiarizado con la teología judía y con el cristianismo embrionario. Sus primeras palabras evocaron imágenes y textos que formaban parte del conocimiento del público griego. Ahí tenemos una preocupación con el público a partir de una estrategia comunicacional.

No me voy a extender más, porque quiero profundizar otros aspectos de ese asunto en artículos posteriores. Sin embargo, esta reflexión vuelve a mi relato inicial. La comunicación del predicador arriba del camión con el equipo de sonido seguramente tiene un mensaje relevante para muchas personas. Y puede llegar hasta las personas por obra sobrenatural divina.

Pero, al mismo tiempo, noto que Dios también usa la estrategia comunicacional. En la Biblia no veo una exclusión de métodos y principios que tienen en cuenta el mejor momento o lugar para hablar de salvación divina ni el abordaje más apropiado para públicos, muchas veces, indiferentes o poco dispuestos a escuchar el discurso religioso convencional.

La estrategia comunicacional para amplificar y potenciar el mensaje bíblico es perfectamente compatible con el profundo interés divino por sensibilizar y cambiar la vida de las personas. No veo las dos acciones como excluyentes, sino mutuamente esenciales y capaces de producir excelentes resultados.

Sigo creyendo firmemente en los medios nada previsibles de Dios para hacer que su mensaje vaya mucho más lejos. Creo, al mismo tiempo, en el uso de estrategias adecuadas para que públicos cada vez más segmentados y específicos comprendan la comunicación en su realidad.


Referencia:

[i] Doukhan, Jacques. Segredos de Daniel – sabedoria e sonhos de um príncipe no exílio. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2017, p. 65.

Felipe Lemos

Felipe Lemos