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Falta de lectura y el perjuicio religioso individual

La falta de lectura o la lectura de mala calidad puede afectar, incluso, el tipo de cristianismo que se tiene y el tipo de cristianos que se forman.


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Foto: Shutterstock

Un informe del Banco Mundial, divulgado hace algunos días, contiene un dato curioso; y también preocupante. Dice el informe World Development Report que Brasil demorará 260 años para alcanzar el nivel educativo y de lectura que tienen los países desarrollados. En Matemática se estima que demoremos (los brasileños) hasta 75 años. Esta evaluación fue hecha con datos relacionados a Brasil, pero sirve tranquilamente para cualquier otro país que tenga índices tan bajos.

El informe obviamente no trata solo de lectura, sino del rumbo de la educación en general. Los datos que componen ese cálculo fueron presentados en base al desempeño de los estudiantes brasileños en las ediciones del Pisa, una evaluación internacional de nivel educacional.

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Pero, ¿qué tiene que ver eso con la vida religiosa de las personas? Bien, puede tener mucha relación. Si miramos este problema desde un determinado ángulo, podremos entender que la falta de lectura o lectura de mala calidad (típica del analfabetismo funcional) es un factor altamente perjudicial a la religiosidad individual en ciertos aspectos. En mi opinión crea perezosos mentales y cristianos superficiales. Veamos algunos problemas en base al diagnóstico:

Poca lectura en general puede significar poca lectura de la Biblia

La poca lectura de los brasileños es un indicativo de que puede haber, también, poca lectura de la Biblia, un libro con decenas de autores diferentes, centenas de temas y un lenguaje a veces difícil para algunos. Además, la Biblia, que es una verdadera colección de libros inspirados, exige una lectura más cuidadosa, minuciosa, detallada, de donde sea posible extraer aplicaciones espirituales prácticas para la vida. Si no hay lectura del libro, o si ocurre una lectura superficial, las conclusiones y las aplicaciones, o no van a suceder, o serán igualmente superficiales. Para reflexionar sobre el mensaje de la Biblia, Dios indica la lectura del libro, la asimilación de los conceptos, no solo el hábito de oír a otros hablar acerca de la Biblia. Hay personas que, por un hábito perezoso, optan por intentar aprender solo escuchando lo que otros dicen acerca de un tema bíblico. Sería mucho más provechoso si hicieran ellas mismas la lectura y la meditación del texto (Josué 1:8).

Poca lectura en promedio puede significar poca comprensión del texto

La falta del hábito de lectura, o la falta de un estímulo a la lectura, en países como Brasil (según esa y otras investigaciones), puede llevar, también, a un comportamiento en que las personas pasan a leer y no entender lo poco que leen. Y eso refleja en la lectura de la Biblia. Las profecías de los libros como Apocalipsis y Daniel, por ejemplo, son interpretadas especialmente, a partir del entendimiento de textos de otros libros de la Biblia, sobre todo en el Antiguo Testamento. Es necesario hacer una comparación, un análisis de los textos leídos, y entender la relación entre un contexto y el otro, en fin, estudiar, para entender mejor lo que la Biblia quiere enseñar. Y eso definitivamente no sucederá con la lectura simple, superficial, cuando las personas logran explicar poco de lo que leen. Esa práctica de leer mal la Biblia ocasiona interpretaciones polémicas totalmente descontextualizadas y que dan margen a opiniones personales, especulaciones o mera reproducción de lo que siempre oyeron y nunca comprobaron.

¿Qué hacer?

Desarrolle el hábito de la lectura de un trecho corto de la Biblia por día. Evite leer varios capítulos si usted no está acostumbrado a leer ni siquiera un libro de 80 a 100 páginas regularmente. Comience con un capítulo de un libro que le llame la atención en la Palabra de Dios. Dedique tiempo para reflexionar sobre lo que terminó de leer.

Intente escribir un pequeño resumen sobre lo que usted terminó de leer, haciendo una aplicación práctica para su vida. Eso fortalece la idea de lectura un poco más profunda, y conecta la lectura con su vida cotidiana.

Adquiera buenos comentarios y libros de apoyo para el estudio de la Biblia. Eso siempre contribuye a aumentar el nivel de información acerca del tema estudiado.

Y lo más importante: ore mientras lee y estudia. La Biblia declara que las palabras de Cristo “son la verdad” (Juan 17:17) y que, por lo tanto, quien da el entendimiento no es el hombre, sino el Espíritu Santo que siempre nos conduce a la verdad (Juan 16:13).

Que Dios nos permita ser buenos lectores, estudiantes de la Biblia interesados y humildes, y no perezosos mentales.

 

 

 

 

 

 

 

Felipe Lemos

Felipe Lemos

Comunicación estratégica

Ideas para una mejor comunicación personal y organizativa

Periodista, especialista en marketing, comunicación corporativa y maestro en la línea de Comunicación en las Organizaciones. Autor de crónicas y artículos diversos. Gerencia la Asesoría de Comunicación de la sede sudamericana adventista, ubicada en Brasilia. @felipelemos29