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La crisis de 1844 y las lecciones para hoy

El gran chasco de 1844 fue, y sigue siendo, una invitación para el estudio en profundidad de la Biblia.


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Guillermo Miller y su esposa aguardan el regreso de Cristo el 22 de octubre de 1844 en escena de la película Cómo todo comenzó. (Foto: Reproducción)

Una mezcla de tristeza y decepción se trasluce en el rostro de cientos de personas que durante años establecieron en su vida una expectativa alentadora. La mayoría eran norteamericanos residentes en regiones de características agrícolas y rurales, y en su mente nutrieron el deseo de ver confirmados sus ideales de una vida nueva, fuera de este mundo.

Muchas lágrimas rodaron, no solo porque no se confirmó lo esperando, sino por la frustración de verse todavía viviendo la misma realidad terrenal. La aspiración de una eternidad con Jesús quedaba postergada sin la perspectiva de concretarse pronto.

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Esta es una descripción resumida de lo que significó el día 22 de octubre de 1844 en diferentes regiones de los Estados Unidos para los milleritas, integrantes del movimiento adventista, adeptos a las creencias de que Cristo volvería al mundo en esa fecha.

El historiador George Knight logró ser preciso en una síntesis del sentimiento que prevalecía por esos días. “La crisis mayor del millerismo había llegado. Jesús no volvió. Los creyentes todavía estaban en la Tierra. El chasco de octubre fue mucho más devastador para el movimiento que el de primavera, no solo porque fue el segundo, sino también porque los adventistas depositaron todas las esperanzas en una fecha específica. Esa vez no existía la flexibilidad de fechas como había sucedido en primavera. Como resultado, no hubo amortiguación en la caída”.

La crisis

Pero ¿en qué consistía el chasco? ¿Por qué razón quedaron chasqueados? Como bien sintetizó Renato Stencel, coordinador del Centro de Investigaciones Elena de White en Brasil, “así como el primer advenimiento de Jesucristo está profetizado en Daniel 9, su segunda venida está identificada en Daniel 8:14, y afirma: ‘Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado’. Siendo que la Tierra debe ser el santuario a ser purificado, sucederá por medio del fuego cuando Jesús regrese. Comenzando en el año 457 a.C., la profecía de los 2.300 días/años de Daniel 8:14 terminará alrededor de 1843-1844. Jesús vendrá otra vez más o menos en ese tiempo”.

Los cálculos de Schwarz y Greenleaf, dos historiadores del adventismo, son de que en aquel momento del chasco del movimiento adventista, por lo menos 100 mil personas probablemente estaban esperando el regreso de Jesús. El preanuncio del regreso de Cristo, y en consecuencia, el fin de los tiempos movilizó buena parte de la población religiosa de la época.

Oportunidad pos crisis

Las crisis organizacionales, como las que formaron parte de la historia del adventismo, no son simplemente problemas a ser olvidados o superados como si tuvieran poca importancia. Llegan a ser grandes oportunidades para el crecimiento y el desarrollo de una mirada nueva sobre las situaciones que son parte de nuestra realidad.

En el mundo corporativo, las crisis suelen ser vistas solo como una amenaza o arañazo a la imagen de las entidades. Estudios de la comunicación organizacional muestran, sin embargo, que las crisis pueden tener efectos sobre la propia identidad de una organización. Primero porque son situaciones obviamente desfavorables que causan una ruptura significativa. O sea, hacen que la organización tenga que pensar en cambios. Además, es necesario admitir que la identidad organizacional puede dividirse en su estructura (fija, formada por los valores de la organización) y su expresividad (modificable, la forma como se relaciona con sus públicos). Por esa razón, si la organización, a pesar de la crisis, logra conducir o administrar el hecho negativo, ameniza el impacto desagradable. Puede hasta ser una oportunidad de crecimiento, afirmación y aprendizaje.

El gran movimiento adventista de la época terminó fragmentándose. Por lo menos tres grupos emergieron de esa profunda crisis. Uno de ellos, que en 1863 organizó la Iglesia Adventista del Séptimo Día, presenta esencialmente dos características bien importantes que enseñan lecciones valiosas para los cristianos de la actualidad. Una tiene que ver con el nuevo significado de lo que se pensó, y otra tiene que ver con aprender de los propios errores.

Fortalecimiento del estudio de la Biblia

Si los pioneros adventistas eran dedicados estudiosos de la Biblia, los que emergieron de la crisis de 1844 lo fueron más todavía. El motivo principal para seguir creyendo con fe en Dios y en las profecías bíblicas fue la correcta decisión de buscar en el Libro sagrado la explicación para la crisis. Volvieron a estudiar el papel del Santuario y otros aspectos relacionados al regreso de Jesucristo.

En vez de que cada uno intentara encontrar culpables de la crisis, o imaginaran que la religión o Dios no tenían más sentido, optaron por darle un significado nuevo a su propia forma de ver las cosas. Ese nuevo significado del movimiento adventista estaba totalmente basado en mucha oración y más estudio de la Biblia.

Esta lección es esencial para el cristianismo de hoy. Con tantas formas de interpretación, tantas maneras de intentar afirmar lo que es la religión cristiana, la mejor salida es ir a la Biblia. Y, así como hicieron los reformadores del nivel de Lutero o Calvino, se concentraron en encontrar lo que realmente revela la Palabra de Dios y dejar que Dios realce lo que él espera que hagamos.

Aprender de los errores

El movimiento adventista ¿cometió errores de interpretación? ¡Sin duda! ¿Fijaron fechas, algo que Jesús había dicho que no debía hacerse? Sí lo hicieron. Por eso, un mérito del grupo emergente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día fue el de humillarse delante de Dios. Sus integrantes aprendieron de los errores y se sometieron una vez más al poder divino para seguir adelante.

Y frente a eso, no perdieron lo más valioso que se dejó como legado del movimiento precursor adventista de Miller y demás cristianos. ¿Y qué fue? El sentimiento permanente de la necesidad de una preparación espiritual para el regreso de Jesucristo.

Ellos mantuvieron su fe firme en la seguridad de que Cristo volverá. Si antes estaban consagrados al Señor, después del chasco ese ímpetu se consolidó más todavía.

No tengo dudas de que las crisis, como la de 1844, son una invitación fantástica y una oportunidad para pensar en entender el significado de lo que hacemos (en este caso, el estudio de la Biblia) y de aprender de los errores confiando siempre en Dios.

Para entender más sobre el asunto, vea la película Cómo todo comenzó:

Referencias

FORNI. Gestão de Crises e Comunicação: o que os gestores e profissionais de comunicação precisam saber para enfrentar crises corporativas [Gestión de crisis y comunicación: lo que los gestores y profesionales de la comunicación deben saber para enfrentar las crisis corporativas]. São Paulo: Editora Atlas S. A, 2013, p. 11.

KNIGHT, George. Adventismo. Origem e impacto do Movimento Milerita [origen e impacto del movimiento millerita]. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2015.

SCHWARZ & GREENLEAF. Portadores de luz. Engenheiro Coelho, SP: Unaspress, 2009.

 

Felipe Lemos

Felipe Lemos

Comunicación estratégica

Ideas para una mejor comunicación personal y organizativa

Periodista, especialista en marketing, comunicación corporativa y maestro en la línea de Comunicación en las Organizaciones. Autor de crónicas y artículos diversos. Gerencia la Asesoría de Comunicación de la sede sudamericana adventista, ubicada en Brasilia. @felipelemos29