Vestirse con descuido es pecado
Descuidar la vestimenta no es bueno según los consejos de Elena White.
El que sigue mi columna debe haber visto una publicación que dio de qué hablar. Cuando alguien anda mal vestido dificulta la comunicación. Vea aquí. Debemos recordar que nuestro hogar no es aquí, pero tampoco es en Marte. Nuestro objetivo nunca fue llegar a ser un extraterrestre o un “objeto de curiosidad”, como dice la escritora norteamericana Elena de White.
No olvide que nuestro Dios es un artista, y de muy buen gusto. Vistió con la mayor dedicación hasta a los lirios del campo, entonces no espera que el ser humano (hijo del Rey) ande por ahí de manera relajada, sin aseo, como dicen las abuelas. ¡Su ropa habla! Inclusive tiene que ver con el marketing de su creencia, una recomendación (o no) de su estilo de vida.
Seré sincera al decir que algunas “modas evangélicas” generan prejuicio cuando nuestra imagen debería transmitir un mensaje bueno y modesto. Hice un post en mi blog sobre los errores de la llamada “ropa del creyente”. Vea aquí. No es secreto que existe un principio bien definido en cuanto a nuestra apariencia. Pero, así como la vestimenta dice mucho en el mercado de trabajo, en ocasiones políticas y hasta a la hora de elegir un cónyuge, vale (y mucho) nuestro testimonio religioso.
Y no necesita ser publicitario para saberlo. Observe estos textos interesantes de Elena de White sobre ser descuidado y negligente. Ella demostraba en sus escritos que vestirse con mal gusto y de manera descuidada ofende a las personas y denigra la imagen cristiana. ¡Qué mujer centrada era!
“El ministro que es negligente en su vestido, a menudo hiere a los que tienen buen gusto y sensibilidad refinada. Los que están faltando en este aspecto deben corregir sus errores y ser más circunspectos. Finalmente se descubrirá que la pérdida de algunas almas fue causada por la falta de pulcritud y el desaseo del ministro. La primera vez que se presentó, afectó a la gente en forma desfavorable porque no pudieron, de ninguna manera, vincular su apariencia con las verdades que presentaba. Su vestimenta lo condenaba, y la impresión que causó fue que la iglesia que él representaba estaba compuesta por personas negligentes que no tenían ningún cuidado en su forma de vestir; y sus oyentes no quisieron tener nada que ver con tal clase de persona...” (Mensajes selectos, t. 3, p. 286).
“Algunos que ministran en las cosas sagradas arreglan de tal manera la indumentaria que visten, que destruyen por lo menos, en cierto grado, la influencia de su trabajo. Hay una evidente falta de gusto en materia de colores, y su traje no es limpio ni pulcro. ¿Cuál es la impresión que se da con esta forma de vestir? Que se considera que la obra en la cual están ocupados no es más sagrada o elevada que un trabajo común, como arar la tierra […]” (Mensajes selectos, t. 3, p. 286).
“Debemos ser aseados y estar bien arreglados, aunque sin adornos. Los hijos de Dios deben ser limpios en su interior y exterior” (Joyas de los testimonios, t. 3, p. 21).
“Como pueblo, no creemos que sea nuestro deber salir del mundo para escapar de la moda […] No. No debemos ser raros o singulares en nuestra vestimenta para diferenciarnos del mundo, porque nos despreciarían si lo hiciéramos”. (Consejos sobre salud), p. 606.
¿Usted conocía esos consejos? Tenga cuidado para no vestir de una manera fuera de la realidad, porque en definitiva esto puede disminuir la credibilidad de las personas en usted. Es mucho más fácil creer en lo que dice una persona bien arreglada y con principios de higiene, que en alguien con apariencia descuidada, ¿verdad? Cuéntenos lo que piensa sobre el asunto.