Forma y contenido de Génesis 1 y el Sábado
Descubre como el texto original traduce la poesia de la creación.
Los dos textos anteriores tratan de Génesis 1:1 y 2, respectivamente, para preparar el ambiente en el que la narrativa siguiente se desarrolla. Mientras tanto, el propósito no es resolver las constantes preguntas sobre la luz y las lumbreras, o lo que sería el firmamento, o la posible visión de una tierra plana o redonda que esa palabra, firmamento, podría implicar. El propósito simple es observar la forma como el contenido es presentado y si la misma indica algún tipo de interpretación, pues como ya dijo el erudito Franz Rosenzweig, “Como alguna es dicha no es periférico a lo que es dicho”.
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Así que, partiendo de una observación inicial, nótese una serie de refranes en el texto hebreo que se repiten insistentemente a lo largo de la narrativa. De Génesis 1:3-31 tenemos las siguientes construcciones repetidas seis veces: “Y fue la tarde y la mañana un día…” (v. 5, 8, 13, 19, 23 y 31) marcando el final de cada día de la creación; diez veces “y dijo Dios” (v. 3, 6, 9, 11, 14, 20, 24, 26, 28* y 29) marcando todas las acciones creativas divinas; siete veces “y vio Dios que era bueno” (v. 4*, 10, 12, 18, 21, 25 y 31*); seis veces “y fue así” (v. 7, 9, 11, 15, 24, 30) al final de las acciones creativas. Uno de los aspectos importantes de esas repeticiones es percibir sus apariciones. “Y fue la tarde y la mañana” aparece regularmente al final de cada día. “Y dijo Dios” aparece una vez en el primero, segundo, cuarto y quinto días, dos veces en el tercer día y cuatro veces en el sexto. Es decir, se nota una concentración de acción divina en el tercero y, principalmente, en el sexto día, apuntando a una especie de crescendo. La propia expresión “y vio Dios que era bueno”, aparece una vez en cada día, con excepción del segundo, pero dos veces en el tercero y sexto, siendo que en el sexto los modificadores se acrecientan. “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. Quiere decir que ese refrán también apunta a una intensificación de la obra creativa divina. La misma idea aparece en “y fue así” presente en el segundo y cuarto días una vez, y dos veces en el tercer y sexto días.
En cuanto a algunas palabras específicas, ellas también están curiosamente esparcidas por el texto. El verbo “dividir” es usado en el primer, segundo y cuarto días (v. 4, 6, 7, 14, 18). El verbo “ser, haber” aparece extensamente, pero usado para describir un acto creativo aparece en el primero, segundo y cuarto días (v. 3, 6, 14, 15). El verbo “hacer” también es usado en la acción creativa en el segundo, cuarto y sexto día (v. 7, 16, 25, 26). Por fin, el verbo “crear” ya explicado en el primer texto de esta columna, aparece solamente en el quinto y sexto días (v. 21, 27).
Otras palabras importantes que se repiten en el texto: “firmamento” que aparece ocho veces, concentrada en el segundo, cuarto y quinto días (v. 6, 7, 8, 14, 15, 17, 20); “aguas” que aparece en el segundo, tercero y quinto días (v. 11, 12, 21, 24, 25). Por último, la expresión “alma viviente” aparece en el quinto y sexto días, en relación a los animales.
La cuestión, obviamente, no es solo notar las repeticiones del hebreo, sino entender el posible propósito de ellas. Observando las veces en que ocurren y sus conexiones, se percibe una serie de conexiones. El primer día de la creación (v. 3-5) se une al segundo por el uso del verbo “ser” y del verbo “dividir”, pero también se conecta con el cuarto día con la cuestión de la luz/tinieblas y de las lumbreras. El segundo día se vincula al tercero y al quinto por el uso de “aguas”, pero al cuarto y al quinto por el uso de “firmamento”. Solo en los tres primeros días tenemos a Dios dando nombre a las cosas (v. 5, 8, 10), por lo tanto, también se conectan en ese aspecto. El tercer día se conecta al quinto y al sexto por el uso de la palabra “especie” y también por la cuestión de los alimentos del sexto día. El quinto y sexto día están unidos por el uso de la expresión “alma viviente” y por el uso del verbo “crear”. Además de esas conexiones menores mencionadas, todavía están los refranes mencionados al principio de ese texto.
A pesar de haber una consagrada división basada en paralelos temáticos (primero con el cuarto, segundo con el quinto, y tercero con el sexto), que no es incorrecta, el texto apunta a vínculos más complejos que crean una unidad textual impresionante. No hay forma de dividir a los seis días en bloques, ni en dos ni en tres. Son un todo indivisible qua apunta a un crescendo de complejidad y que desembocan en el séptimo día, cuando todos los refranes y repeticiones son abandonados.
La unidad de los seis primeros días contrasta con las marcadas diferencias del séptimo día. Es decir, la construcción literaria, de cierta manera, rígida con que el autor construyó el texto de Génesis 1: 3- 31 y después entonces, en Génesis 2:1-3, rompe, y enseña que hay una clara distinción entre los seis primero días y el séptimo.
Por último, la trama anunciada en Génesis 1:2, de que la Tierra no tenía vida, como es visto en el texto anterior, es revertido. Ahora la tierra tiene vida, produce vida, genera vida. No hay más un desierto improductivo e inhabitado, ahora hay plantas, animales, seres humanos, Dios es el único que puede de la no vida (tôhu vavôhu) crear (br’). Lo que no era, pasa a ser. Y esa transformación solo es posible por la acción de Él.
Bibliografía
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