Las siete iglesias y Jesús
Cómo el mensaje de Cristo a su pueblo ha cautivado generaciones y por qué precisamos oírlo hoy
“Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea” (Apocalipsis 1:11). Todo el contenido del Apocalipsis estaba destinado a las siete iglesias. El libro-carta fue dedicado a las siete iglesias, teniendo como remitentes al Padre, el Espíritu y el Hijo (1:4, 5). En la conclusión del libro, las “iglesias” vuelven a ser mencionadas (22:16). No se puede negar el hecho de que la carta original de Apocalipsis (o sus copias) hayan sido enviadas a esas iglesias.
Siete períodos
El lenguaje y la referencia a las iglesias en el principio y en el fin del libro indican fuertemente que el conjunto de las siete iglesias trasciende al de aquellas congregaciones de Asia Menor, aun más, considerando el número siete, que simboliza plenitud, compleción, perfección y universalidad. Así que: (1) si el Apocalipsis trata de la historia cristiana, iniciada con Jesús y que será concluida por él y (2) si los siete Espíritus representan la acción universal del Espíritu (Apocalipsis 1:4; 3:1; 4:5; 5:6), entonces las siete iglesias representan la universalidad de la iglesia, tanto en el espacio (mundo) como en el tiempo (hasta la eternidad).
Las siete iglesias se encuentran en una secuencia geográfica, definida por la carretera romana que las ligaba. O sea, hay un orden, una secuencia lógica. Aunque la referencia al transcurso de la historia no sea tan explícita, ella se nota claramente entre líneas. Tal vez, si hubiese sido explícita, no habría tenido tanta importancia para las iglesias de aquella época. Las palabras fueron colocadas de tal manera que tenían sentido para los cristianos de aquella época, así como lo tuvieron en las épocas subsecuentes, hasta nuestros días.
http://numinosumteologia.blogspot.com.br/2010/10/mapa-contendo-as-sete-igrejas-do.html
Ellen White fue contundente en cuanto a la simbología de las siete iglesias, enfatizando que representan siete períodos de la historia eclesiástica. “Los nombres de éstas son un símbolo de la iglesia en diferentes períodos de la era cristiana. El número siete indica algo completo, y significa que los mensajes se extienden hasta el fin del tiempo, mientras que los símbolos usados revelan la condición de la iglesia en diferentes períodos de la historia”.[1]
Conexión con Cristo
Los mensajes a las siete iglesias revelan una fuerte conexión entre Cristo y su pueblo a lo largo de la historia. Aunque la sección de las siete iglesias esté en el capítulo 2, la visión comienza en 1:9, con la visión de Cristo glorificado. Apocalipsis, antes de dar una visión de la iglesia, proporciona una visión de Cristo, pero junto a la iglesia. Antes de mirar las imperfecciones de la iglesia, necesitamos mirar la perfección de Jesús. Antes de ver las luchas de la iglesia, necesitamos detenernos en los sufrimientos de Cristo. Antes de exaltar los aparentes méritos y riquezas de la iglesia, recordemos que ellos no son más que pobreza y basura ante la justicia de Cristo (Filipenses 3:4-8; Apocalipsis 3:17). Así que, nuestra fe es fortalecida y somos preparados para enfrentar las luchas espirituales con mucho más confianza.
Las cartas a las siete iglesias están compuestas por seis partes: (1) Destinatario: “Escribe al ángel de la iglesia en _________”; (2) “Esto dice...”; (3) palabras de elogio a la iglesia; (4) consejo; (5) llamado a oír “lo que el Espíritu dice a las iglesias”; y (6) promesa al vencedor.
Uno de los aspectos más sobresalientes de las cartas es la forma personalizada como Jesús se presenta a cada iglesia. A ninguna iglesia se presenta de la misma forma. Por ejemplo, a la atribulada y amenazada de muerte Esmirna (2:9-11), se presenta previamente como aquel que estuvo muerto y volvió a vivir (2:8). Si la iglesia de Pérgamo tiene en su medio una mezcla de fieles y libertinos, Jesús se presenta con una espada afilada que actúa tanto para separarlos como para castigar a los malos elementos (2:12, 14, 15). Se vuelve evidente que la característica de Jesús en la visión del capítulo 1 es una respuesta previa a necesidades específicas de la iglesia en cada fase de su historia.
En las siete cartas, Jesús manifiesta un conocimiento profundo de las iglesias y habla de un modo muy práctico. A cinco de las siete iglesias les dice: “Conozco tus obras”. En otras palabras, aquello que hacemos es una expresión de nuestra fe, y, sin obras, la fe está muerta (Santiago 2:26). No obstante, Jesús reconoce nuestras luchas, a la vez que nos lleva a pensar en lo que debemos mejorar. Sí, él reprende, pero hace eso porque ama, como afirma abiertamente a Laodicea (3:19).
Promesas al vencedor
En cada mensaje a las iglesias, Jesús hace promesas al vencedor. Vencer es un tema importante en el Apocalipsis (2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21; 5:5; 12:11, 15:2; 17:14; 21:7), lo que revela la guerra espiritual en torno de la vida cristiana.[2] Pero, Cristo nos estimula a vencer. Al mismo tiempo en que hay una caída gradual en la fe y en la fidelidad de las iglesias, las promesas sólo aumentan en valor, mostrando que Dios desea llamar nuestra atención, inspirarnos en medio de las luchas, así como Jesús suportó todo sufrimiento pensando en la victoria final en favor de la humanidad.
Así que, el mensaje de las siete iglesias sirve para hacernos un análisis individual y como iglesia: ¿Cómo van nuestras obras? ¿Existe diferencia entre aquello que digo y lo que soy? ¿Qué espera Dios de mí hoy? ¿Y qué espera de nosotros como una comunidad y un pueblo? Estas preguntas resuenan desde el tiempo de las antiguas siete iglesias hasta hoy. Debemos estar abiertos a los cambios radicales a que ellas nos llaman, si queremos vencer. ¡La buena noticia es que Jesús quiere y por eso nos invita y nos capacita ahora a cambiar!
[1] White, Ellen G. Atos dos Apóstolos---Los hechos de los apóstoles, p. 585ººº467. Disponible en: Ellen White BooksºººEGW Escritos: <http://ellenwhite.cpb.com.brºººhttps://egwwritings.org> Acceso el 18ººº20 de abril de 2016.
[2] Stefanovic, Ranko, Revelation of Jesus Christ. 2 ed. Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2009, p. 116.