Existen muchos desafíos en un matrimonio, pero depender diariamente de Dios es la clave para vivir en amor. (Foto: Shutterstock)

Reapareciendo después de unos meses ausente del sitio web adventistas.org, debido a que tomé un nuevo rumbo en mi vida; me casé con un europeo y yo soy latinoamericana ¿y ahora qué? Hace un poco más de dos meses nos prometimos ante la presencia de Dios amarnos hasta el fin y aquí estamos, aprendiendo diariamente a encajar nuestras ideas en uno, estamos reaprendiendo a ser humildes de corazón, pacientes, amantes y la lista puede seguir.

Puede que me estés leyendo y estás casado y concordarás conmigo que los desafíos del matrimonio son muchos. O puede que seas soltero y que pienses que para el amor no hay nada imposible.

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Para darte una idea de nuestra nueva vida. Te comento que nos casamos, con el que en la época era mi novio, a inicios del mes de julio de este 2021. Yo soy peruana y él es noruego. Él habla noruego y yo castellano. El idioma que nos unió fue el inglés. Tuvimos una relación de miles de kilómetros de distancia, yo en el continente americano y él en el continente europeo, pero gracias a Dios, que permite que la tecnología avance, nos comunicábamos todos los días por video llamada. Nuestro amor fue creciendo basado en oraciones constantes, visitas esporádicas, hasta que decidimos nunca más estar separados, sino unidos para siempre.

Hoy te escribo desde Noruega sentada al frente de la ventana de nuestra casa, con esperanza de que mi inserción en este nuevo lugar tomará tiempo, pero al inicio será difícil. La cultura noruega es diferente a nuestra cultura americana y la grande barrera es el idioma. Ante esa situación, ¿qué hacer? Bueno, depender mucho más de Dios, pedir diariamente que su Espíritu Santo nos llene el corazón y de esa manera vivir en amor.

El famoso capítulo de 1 Corintios 13 resume que somos metal que resuena o címbalo que retiñe sino tenemos y hacemos las cosas con amor.

¿Has visto un címbalo? Son dos platos de metal que si se chocan provocan un sonido poco agradable, que si los tienes muy cerca te puede ensordecer. Sí, así de mal suena un cristiano que no tiene amor. Cuando hay amor hay armonía y la música va y va con notas que nos llenan el alma.

Si la Biblia nos dice que Dios es amor (1 Juan 4:8) y nosotros decimos llamarnos cristianos, debemos beber de la fuente del amor que es Cristo. Cuando nos hidratamos bebiendo de la Fuente del amor, nuestro matrimonio se llena de vida, se fortalece; porque si vivimos en amor los frutos del Espíritu Santo serán no sólo letra, sino hechos que nos ayudarán a vivir en paz y armonía dentro del hogar.

Junto a mi esposo estamos reaprendiendo que si no bebemos diariamente de la Fuente del amor, en especial las primeras horas de la mañana, ese día será un címbalo que retiñe, un metal que resuena. Pero qué diferente es estar hidratados y llevar la orquesta afinada, al compás.

Querido lector (a) si estás comenzando la vida de a dos, recuerda beber diariamente de la fuente del amor que es Cristo. Si aún estás soltero (a) con miras a casarte, aprende por favor a depender de Dios, a buscar esa bebida poderosa que trae salvación, que traerá paz y blindará tu hogar. De lo contrario, si no aprendes a hacer esto antes del matrimonio, el proceso de inicio será doloroso y desgastante.

Finalmente, acepta que no podrás cambiar a tu cónyuge, él o ella es diferente a ti; que tendrás que aprender a escuchar y a respetar la opinión del otro te guste o no, que si es necesario tendrás que perdonar e iniciar de cero. Si aún no te has casado aún estás a tiempo de escoger con sabiduría, porque lo que se escoge para toda la vida, no tiene devolución, a menos que sea por una agresión emocional o verbal.

Proverbios 16:3 en la Nueva Traducción Viviente dice: “Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito”.