Una llamada misteriosa…
Un hombre estaba a punto de suicidarse y de pronto recibió una llamada misteriosa. Testimonio que nos hace reflexionar a través de un viaje cómo podemos salir victoriosos de los momentos trágicos que la vida presenta.
Mientras pensaba sobre el mensaje que Dios quería que escriba para ustedes y para mí, queridos lectores, el Señor comenzó a armar todas las ideas como un rompecabezas, en mi mente, y el resultado de las manos de Dios es simplemente hermoso, acompáñenme por este viaje…
¡Aquí vamos! Uno de aquellos emails que sé borrar antes de leerlo, me llamó la atención. El título era: “Engaño, discúlpeme”. Contaba la historia de una iglesia cristiana en los Estados Unidos, en la cual un sábado de noche el pastor de aquella iglesia se quedó trabajando hasta más tarde y decidió llamar a su esposa por teléfono para avisarle que se quedaría más tiempo en el local. Cerca de las 22:00 horas la esposa no atendió el teléfono, a pesar de que el pastor la llamó varias veces. Él pensó que su esposa estaba ocupada y continuó haciendo sus diligencias.
Más tarde, intentó de nuevo comunicarse con su esposa y ella atendió de inmediato. Él le preguntó por qué no había atendido el teléfono y, ella le dijo que este ni siquiera había sonado. El lunes siguiente, el pastor recibió una llamada en su oficina de la iglesia del número que él había marcado el sábado por la noche. A propósito, era un hombre. El individuo con quien habló quería saber por qué el pastor lo había llamado el sábado.
El pastor no entendía lo que aquel hombre le estaba diciendo. Entonces el hombre le dijo: “Mi teléfono sonó, sonó, pero no respondí”. El hombre agregó: “No se preocupe. Permítame contarle mi historia. Estaba planeando suicidarme el sábado por la noche. Antes, sin embargo, oré a Dios diciendo: “Dios, si tú existes y me estás escuchando y no quieres que haga esto, dame una señal, ahora”. En aquel momento, el teléfono comenzó a sonar. Y cuando miré la pantalla de mi teléfono estaba escrito: Dios Todopoderoso. No atendí por miedo”.
¡Qué historia! Sí, a mí también me causó emoción. Ni siempre sabemos cuán cerca está Dios de nosotros y cómo está dispuesto a responder nuestras plegarias, aún en los momentos más difíciles de nuestra vida.
Pero, ¿qué relación tienen en esta historia la depresión, la tristeza, el desánimo con la oración? O ¿en qué convergen? Hace unos días atrás analizando la situación del mundo de hoy, con un grupo de amigos, llegamos a la conclusión que es cierto lo que muestran las investigaciones científicas sobre la depresión. Por ejemplo, la OMS alertó al mundo que hasta el 2020 la depresión será la enfermedad más incapacitante del mundo. El trastorno afecta a 120 millones de personas en el globo. Se estima que solo en Brasil, son 17 millones. Y cerca de 850 mil personas mueren, por año, con la enfermedad.
Si bien es cierto que la depresión es causada por factores genéticos, factores fisiológicos y factores personales, también puede ser causada por factores ambientales; lo cual podría ser evitado. Entre los factores potenciadores de la aparición del trastorno se encuentran el estrés, la ansiedad, la incapacidad de encauzar problemas en los ámbitos laboral y familiar. En especial si el sujeto se encuentra en situación de alcohol, tabaco, drogas, etc, señala el neurólogo y neurocientífico, Facundo Manés.
Retrocedamos un poquito. ¿Se han puesto a pensar que la mayoría de las veces llegamos a un punto de tristeza que- puede ser confundida con depresión o que puede llegar a ser- queremos darle un control Z a la vida o un Delete? Es un sentimiento doloroso y del cual el enemigo de Dios se aprovecha para hundirnos más en aquello. Pero, ¿cómo es que llegamos a eso? Una vez alguien dijo que cuando dejamos de mirar las necesidades de los demás pasamos a situación de vulnerables. Y es que viajando más allá, nos damos cuenta de que cuando dejamos de mirar a Cristo comenzamos a mirarnos a nosotros mismos y empezamos a ver todas nuestras necesidades hasta que el despreciable YO se apodera de nuestra mente y debido a nuestra iniquidad y a los daños que el pecado ha causado en nuestra vida nos vemos sumidos en desesperación, tristeza, depresión, y no sabemos a dónde ir y comenzamos a pedirle a Dios una serie de cosas que como humanos creemos que llenará aquel vacío existencial. ¿Solución? Ninguna, simplemente continuaremos cavando el hoyo hasta sepultarnos. Trabajo perfecto del mismo Satanás.
Pregunto, ¿le permitiremos al diablo que haga lo que quiera con nuestra vida? Que lo único que busca es hacerla miserable.
Aquí hay un PARE. Pensemos, y si dedicásemos más tiempo a contemplar la cruz de Cristo, su sacrificio por nosotros, si tan solo pasásemos más tiempo en oración y en el estudio de la Biblia, en testificación, no sería mucho más fácil y nos ahorraríamos todo ese trayecto de angustia. ¿Para qué crear más desiertos mentales?
Próxima señal: ABRA CAMINO. Y si en vez de mirarnos a nosotros mismos mirásemos las necesidades de los demás, y cuántas otras personas sufren más que nosotros, ¿no creen que nuestros problemas o dificultades se reducirían de tamaño ante nuestros ojos?
¿Perciben? Exacto, el secreto de una vida feliz es dejar el YO de lado, mirar el objetivo diario que es Cristo y comenzar a pensar en cómo ser de ayuda a las personas que más lo necesitan. Personas que jamás te podrían devolver el favor. La matemática de Dios es muy diferente a la nuestra. Si te sientes solo, abandonado, o rechazado, multiplícalo por amor, el resultado será simplemente extraordinario. Así funciona. No te sientas culpado (a), yo tampoco lo sabía, todos aprendemos de las pruebas de la vida y es el Señor mismo quien permite que nos demos cuenta que él nos creó para ser felices.