El maniqueísmo de las redes sociales
Más como observador que como actor en las redes sociales, noté una inequívoca beligerancia entre los amigos que expresan “me gusta”, comparten “hashtags”, entran a “links” y registran sus comentarios. ¿Qué fue lo que generó esa guerra de argumentos?...
Más como observador que como actor en las redes sociales, noté una inequívoca beligerancia entre los amigos que expresan “me gusta”, comparten “hashtags”, entran a “links” y registran sus comentarios. ¿Qué fue lo que generó esa guerra de argumentos? La política encendió la mecha de la pólvora. En lo que nos toca en particular, por el hecho de asumir una ciudadanía cristiana, la trinchera político partidaria provocó, como dirían los más antiguos una cizaña virtual y real entre los creyentes.
Comienzo mi análisis diciendo que escribir no es fácil. Comunica mucho más lo que el otro entiende y mucho menos lo que queríamos afirmar. Y como las redes sociales se alimentan de palabras e imágenes, y estas últimas son traducidas por palabras, queda la idea anti-paulina de que “las muchas letras te vuelven loco”. De ahí que toda la habilidad de las Escrituras no nos libra de la palabra de moda, llamada “polarización”. ¿Qué quiere decir esto? Es el fenómeno que demarca territorios, líneas, posiciones, pensamientos a uno u otro lado diametralmente opuestos. Se elimina el centro, porque no hay lugar para la neutralidad entre los polos.
Para efecto del argumento, prefiero sustituir polarización por el concepto de maniqueísmo. La idea de polarización está cargada políticamente, mientras el concepto maniqueísmo amplía más el espectro. Si no, veamos: el maniqueísmo contrapone dos visiones, expone un dualismo originario del concepto de que la materia o cuerpo, malos por naturaleza, necesita del espíritu o alma, buenos en esencia, para libertarse de la prisión del cuerpo. Así, veo el maniqueísmo como una vertiente capaz de contraponer gremialistas y colorados, petistas y tucanes, creyentes y ateos, pobres y ricos, nordestinos y sureños…
Como resultado, solo uno es bueno y precisa sobreponerse al malo para darle libertad. Lo que me asombra, desde el punto de vista cristiano, es que se desconozca, para efectos de retórica, la lisonja del joven rico ante Jesús al preguntarle sobre lo que debía hacer para heredar la vida eterna. ¿Recuerdan? “Maestro bueno, ¿qué bien haré para heredar la vida eterna?” “Ninguno es bueno, sino sólo uno, Dios”, respondió Cristo. Ahora, si el propio Dios (Jesús) prefirió disminuirse a fin de exaltar al Padre, ¿quiénes somos nosotros para atribuir a este o a aquel polo la primacía de la virtud, de la honradez, del error o del acierto?
Pienso que en el estado actual de la vida en sociedad no puede haber espacio para maniqueísmos que expresan “dislikes” [disgustos] a cada manifestación contraria a nuestros intereses político-partidarios, espirituales, futbolísticos, económicos o de cualquier otra naturaleza.
Yo soy del tiempo de las llamadas “actualizaciones” de Windows. Y hoy veo funcionar a las redes sociales como actualizaciones de lo que la Teoría de la Comunicación llamó Agenda Setting, es decir, la capacidad de los medios de comunicación de organizar la vida de las personas. Fuera del espacio para las digresiones personales (fotos, ideas, paseos, frases y dichos populares o no), comunes en la red, son cajas que reverberan lo que imponen los medios. Lo que me preocupa es la cantidad de esos “apocalípticos integrados” a la derecha o a la izquierda que van a ser tan ciudadanos para cobrar, fiscalizar y opinar como lo fueron en esos tiempos electorales de maniqueísmo.
Apocalípticos e integrados
Es así como los “apocalípticos e integrados” del medio social, lo son también los “apocalípticos e integrados” del medio religioso. ¿Difícil de entender? No tanto. Los mismos que proliferan con opiniones de izquierda o de derecha en tiempos electorales, radicalizando y rechazando a los contrarios, se encuentran a la izquierda y a la derecha religiosa cuando surgen boatos en torno del decreto dominical, de la nueva sucesión papal o de la nueva onda ecuménica.
En el fondo, somos “encasillados” de uno y de otro lado, afloramos en nuestro maniqueísmo, y somos raros los que tenemos agenda propia.
Para no decir que no tomé una posición, termino con la oración atribuida a San Clemente: “Guía nuestros pasos para andar en santidad, justicia y sinceridad de corazón, y para hacer cosas buenas y aceptables a tu vista, y a la vista de los que nos gobiernan. Sí, Señor, haz que tu rostro brille en paz sobre nosotros para nuestro bien, de modo que estemos protegidos por tu mano fuerte y nos libres de todo pecado por tu brazo extendido. Líbranos de los que nos odian sin motivo. Danos concordia y paz a nosotros y a todos los que habitan en la Tierra, como hiciste con nuestros padres cuando clamaron a ti con fe, fidelidad y santidad, mientras prestamos obediencia a tu omnipotente y excelso nombre, y a nuestros legisladores y gobernadores.
Tú, el Señor y Maestro, les has dado autoridad para ejercer soberanía mediante tu excelente e indescriptible poder, para que nosotros, reconociendo la gloria y la honra que les diste, nos sometamos a ellos, no resistiendo en nada a tu voluntad. Concédeles pues, oh Señor, salud, paz, concordia y estabilidad, para que puedan ejercer sin tropiezo el gobierno del cual los investiste. Pues tú oh Señor de los cielos, Rey de los siglos, das a los hijos de los hombres la gloria, la honra y el poder sobre todas las cosas que existen en la Tierra. Dirige, Señor, su consejo conforme a lo que es bueno y aceptable a tus ojos para que ellos administren en paz, con bondad y piadosamente el poder que les confiaste y obtengan tu favor”.