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¿Quién es Jesucristo?

Entienda quien fue Cristo bajo el punto de vista histórico y la narrativa de los evangelios. Artículo esclarecedor.


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Jesucristo es una persona fascinante, tanto por su personalidad, como por su carácter y obras. Pero, ¿será que realmente existió? ¿O es solo un producto de la imaginación y del sentimentalismo piadoso, y no de los registros históricos? ¿Qué dice la Biblia sobre él? ¿Cómo debemos aceptarlo en nuestra vida?

La historicidad de Cristo: ¡estuvo entre nosotros!

Hay diversos documentos extra bíblicos antiguos que atestiguan la historicidad de Jesucristo.[1] Plinio el Joven, fue uno de los mayores escritores de cartas del mundo antiguo, las cuales alcanzaron la condición de clásicos literarios. Hay una carta de Plinio al emperador Trajano sobre los cristianos de su provincia; fue escrita cerca del año 112 d.C.,  cuando Plinio era gobernador de Bitinia en Asia Menor. Esa carta da informaciones sobre el cristianismo primitivo desde un punto de vista no cristiano. Siguen algunas porciones de ella:

Es una regla, señor, que observo invariablemente, el dirigirme a usted en todas mis dudas. Pues, ¿quién me puede guiar en mi incertidumbre o informar en mi ignorancia? Nunca estuve en ningún juicio a cristianos, desconozco el método y los límites que deben observarse, ya sea al examinarlos o castigarlos, o si debe hacerse alguna diferencia en vista de la edad, o no está permitida ninguna distinción entre el más joven y el adulto; si el arrepentimiento lleva al perdón, o si en caso que alguien ya es cristiano, de nada vale retractarse; si la simple confesión de cristianismo, aunque no hayan cometido crímenes, o solo las acusaciones asociadas a ella son pasibles de castigo, en todos esos puntos me encuentro en considerable perplejidad…

…Los que negaron ser o jamás haber sido cristianos, y que repitieron conmigo una invocación a los dioses, ofreciendo adoración formal con libación e incienso ante vuestra estatua que yo ordené que sea llevada al tribunal con ese propósito, junto con las de los dioses, y que finalmente maldijeron a Cristo, ninguno de esos hechos, según se dice, los que son realmente cristianos pueden ser forzados a practicar, a esos consideré entonces apropiado libertar. Otros que fueron nombrados por el informante anónimo, al principio se confesaron cristianos, y después negaron. Es verdad que afirman haber participado de esa secta, pero habían dejado, algunos hace tres años, otros hace muchos años, y unos pocos ya hace veinticinco años. Todos ellos adoraron a vuestra estatua y a las imágenes de los dioses y maldijeron a Cristo.

El historiador Tácito es considerado confiable, un hombre en quien la sensibilidad y la imaginación no podrían perjudicar el sentido crítico y la honestidad documental. Tácito se hizo senador en el reinado de Vespasiano; posteriormente ocupó el cargo de cónsul, procónsul y gobernador. Además, fue orador respetado y amigo íntimo de Plinio el Joven. En sus escritos cerca del 116 d.C., el historiador describe la reacción del emperador Nerón al gran incendio que barrió Roma en el año 64 d.C. Circulaba un rumor persistente de que Nerón mismo era el que la había incendiado y entonces él tuvo que actuar a fin de interrumpir la historia. Tácito habla de los hechos de Nerón para impedir que el rumor se propagara:

 “[...] Ni la ayuda humana, ni la munificencia [generosidad] imperial, ni todos los medios de aplacar los cielos pudieron sofocar el escándalo o dispensar la creencia de que el incendio fuera provocado por mandato de alguien. Por consiguiente Nerón, para librarse de los rumores, acusó de crimen y castigó con torturas exageradas a aquellas personas, odiosas por causa de prácticas vergonzosas, a quien el vulgo llama cristianos. Cristo, autor de ese nombre, fue castigado por el procurador Poncio Pilato en el reinado de Tiberio […]”

 Aproximadamente en el año 50 d.C., el apóstol Pablo llegó a Corinto. Hechos 18:2 registra: “Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma”.  De manera interesante Suetonio, otro historiador romano y cronista de la Casa Imperial, escribió en el 120 d.C. aproximadamente, lo que recuerda el texto de Hechos: “Como los judíos estaban promoviendo disturbios constantes por instigación de Chrestus, fueron expulsados de Roma”.

Existen varias pistas indicando que Chrestus era probablemente Cristo (en griego “Christus”), mal deletreado. Primero, Chrestus es un nombre griego. Segundo, Chrestus debería tener un sonido muy similar a Cristo; lo cual con su significado de ungido sería poco familiar en el mundo gentil, de modo que no tendría dificultad de hacerse la sustitución del nombre griego familiar Chrestus.

Al escribir en torno al año 170 d.C., el escritor satírico griego Luciano de Samosata mencionó a los primeros cristianos y a su “legislador”. La naturaleza hostil de su testimonio lo hace aún más valioso: “Los cristianos, como todos saben, adoraban a un hombre hasta hoy, el distinguido personaje que inició sus nuevos rituales, y fue crucificado por ese motivo […] Vean bien, esas criaturas mal orientadas comienzan con la convicción general de que son inmortales para siempre, lo que explica el desprecio por la muerte y la dedicación voluntaria de sí mismos, tan comunes entre ellos. También escribió sobre ellos, su legislador original, que son todos hermanos, a partir del momento en que se convierten; y niegan los reyes de Grecia, adoran al sabio crucificado, y viven según sus leyes. Todo esto lo aceptan por la fe, con el resultado de despreciar todos los bienes materiales, considerándolos simplemente como propiedad común”.

Entendemos que los escritores mencionados arriba no tenían ninguna razón de fe o religiosa para testificar de la historicidad de Cristo. El testimonio de ellos, por lo tanto, es imparcial y muy importante, legitimando la historicidad de Jesucristo a partir de documentos no bíblicos.

Jesucristo en los EVANGELIOS: las cuatro “fases” del Mesías

Realmente la Biblia es el mejor documento para comprender quién es Jesucristo. Específicamente, los cuatro evangelios describen cuatro facetas diferentes de él.[2] El evangelio de Mateo presenta a Jesús como el Mesías, el Salvador que Dios había prometido enviar al mundo. Marcos, considerado el más antiguo de los cuatro evangelios, anuncia la buena nueva en relación a Jesucristo, con atención especial a su constante actividad y a su autoridad. Lucas, a su vez, presenta a Jesús no solo como el Mesías prometido por Dios, sino también como el Salvador de toda la humanidad.

Finalmente, Juan lo presenta como la Palabra de Dios que existió desde la eternidad con Dios; para Juan, Jesucristo es el Dios del AT, que por amor vino a la Tierra para estar a nuestro lado a fin de salvarnos de nuestro pecado.

LOS OFICIOS DE JESUCRISTO: lo que él hizo y hace en nuestro favor

En el judaísmo, los oficios de profeta, sacerdote y rey eran de carácter único; la Biblia los relaciona a la persona de Jesucristo, para describir sus oficios aquí en la Tierra y ante el Padre.[3]

Cristo profeta

Dios le reveló a Moisés el oficio profético de Cristo: “Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare” (Deuteronomio 18:18). Los contemporáneos de Cristo reconocieron que en él se cumplió la profecía (Juan 6:14; 7:40; Hechos 3:22, 23). Además, Jesús se refirió a sí mismo como “profeta” (Lucas 13:33) y reveló el futuro (Mateo 24:1-51; Lucas 41-44).

 Cristo sacerdote

Un juramento divino estableció con firmeza el sacerdocio del Mesías. “Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Salmo 110:4). Cristo no era descendiente de Aarón. A semejanza de Melquisedec, su derecho al sacerdocio provenía de la indicación divina” (Hebreos 5:6, 10). Su sacerdocio mediador estaba constituido por dos fases: una terrenal y otra celestial. Como Sacerdote terrenal, Cristo fue el eslabón entre Dios y el ser humano, así como fue el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (2 Corintios 5:21; 1 Juan 1:7; 1 Corintios 15:3). Entonces, durante su ministerio terrenal, Cristo fue tanto el Sacerdote como la Ofrenda. Como Sacerdote celestial, intercede en favor de la humanidad desde su ascensión (Hebreos 7:25; Romanos 8:34; Juan 16:23).

Cristo rey

Dios “estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos” (Salmo 103:19). Es evidente que el Hijo de Dios como integrante de la divinidad comparte el gobierno de todo el Universo (Salmo 2:6 y 7; Hebreos 1:5; Lucas 1:33).

LA PERSONA DE CRISTO: su divinidad y humanidad[4]

 Jesús era una persona especial. Nunca existió, ni existirá otra persona igual a él. La palabra griega monogenés (unigénito), aplicada a Cristo en el Nuevo Testamento muestra que él era único en su especie. ¿Por qué? Además de no tener pecado y ser el Salvador, al mismo tiempo era divino y humano; o sea, 100% Dios y 100% hombre. Es difícil explicar cómo el Dios infinito y el ser humano finito pueden unirse en una sola persona, pero después de mucha discusión, los principales teólogos cristianos llegaron al consenso, en el siglo V, de que Cristo es una persona con dos naturalezas: una totalmente divina y otra totalmente humana, las que no deben ser confundidas ni separadas. Solo en la eternidad este misterio será plenamente aclarado. La divinidad de Jesucristo aparece de manera muy clara en la Biblia.

ü Jesús tiene los mismos atributos de Dios. Es omnipotente (tiene poder en todo el Universo; Juan 17:2), omnisciente (tiene toda la sabiduría y el conocimiento; Colosenses 2:3), es omnipresente (puede estar en todos los lugares al mismo tiempo; Mateo 28:20), es inmutable (nunca cambia su carácter; Hebreos 13:8), es auto existente (tiene vida en sí mismo; Juan 1:4), es santo (no tiene pecado; Lucas 1:35) es misericordioso, amable y eterno (1 Juan 3:16; Isaías 9:6).

ü Jesús ejerce los poderes de Dios. Cristo es identificado en la Biblia como Creador y Sustentador del Universo; es la Fuente de vida y Juez del mundo. Perdonó pecados, cosa que solo Dios puede hacer (Juan 1:3; Colosenses 1:16, 17).

ü Jesús tiene nombres divinos. Se lo llama Emanuel (Dios con nosotros) e Hijo de Dios (Mateo 1:23; 8:29).

ü Jesús fue reconocido como divino. “Estaba con Dios y era Dios” (Juan 1:1).

ü Jesús se identificó como divino. “El Padre y yo somos uno”, dijo Jesús (Juan 10:30; 20:17).

ü Jesús está descrito como divino. En varios pasajes se lo presenta indirectamente en igualdad con el Padre y el Espíritu Santo: en el bautismo (Mateo 28:19), en la bendición apostólica (2 Corintios 13:13) y en la presentación de los dones espirituales (1 Corintios 12:4-6).

ü Jesús es adorado como Dios. Los ángeles deben adorarlo; los discípulos lo adoraron y él aceptó la adoración (Hebreos 1:6; Mateo 28:17).

Por otro lado, en cuanto a la humanidad de Cristo, las evidencias son también claras:

ü Jesús nació como ser humano. Aunque Jesús era singular, por haber sido generado por el Espíritu Santo, era hijo de María, descendiente del patriarca Abraham y del rey David (Mateo 1:1, 20-23); Romanos 1:3).

ü Jesús creció como ser humano. “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”, registra Lucas (2:52).

ü Jesús fue identificado como “hombre”. Jesús usó el título “Hijo del Hombre” 77 veces para para referirse a sí mismo. Juan el Bautista, Pedro y Pablo se referían a él como hombre, y el pueblo lo veía solo como hombre (Juan 1:30; Hechos 2:22; Romanos 5:15).

ü Jesús tenía características humanas. Sintió hambre, sed, se cansó, sintió pena, estuvo triste, lloró, sufrió y murió (Mateo 4:2; 9:36; 26:21; Marcos 1:35; 3:5).

Jesucristo: ¡una persona espectacular!

La Biblia presenta decenas de nombres, títulos y descripciones de Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Eso es muy importante en el contexto bíblico, pues en los tiempos del Antiguo y Nuevo Testamentos, el nombre revelaba el carácter de su poseedor. Compruebe a continuación una lista con 55 de ellos. Al mismo tiempo en que lee esos nombres, títulos y descripciones, reflexione sobre lo que significan para su vida personal. [5]

Abogado (1 Juan 2:1)

Alfa (Apocalipsis 1:8; 21:6)

Autor de la fe (Hebreos 12:2)

Buen pastor (Juan 10:11)

Cabeza de la Iglesia (Efesios 5:23)

Camino (Juan 14:6)

Consolador (Juan 16:7)

Cordero de Dios (Juan 1:29)

Creador (Isaías 40:28)

Defensor de viudas (Salmo 68:5)

Deseado de todas las naciones (Hageo 2:7)

Dios de mi salvación (Salmo 51:14; 88:1)

Dios de la paz (Romanos 16:20)

Dios de toda gracia (1 Pedro 5:10)

Dios fuerte (Isaías 9:6)

Emanuel, Dios con nosotros (Isaías 7:14; Mateo 1:23)

Esperanza de Israel (Jeremías 14:8; 17:13)

Espíritu de sabiduría y de inteligencia (Isaías 11:2)

Espírito de verdad (Juan 14:17; 15:26)

Estrella de la mañana (Apocalipsis 22:16)

Yo soy (Éxodo 3:14; Juan 8:58)

Hijo del hombre (Mateo 12:40; 24:27)

Gran Sacerdote (Hebreos 4:14)

Inmortal (1 Timoteo 1:17)

Juez  de toda la Tierra (Génesis 18:25)

Legislador (Isaías 33:22; Santiago 4:12)

Lirio de los valles (Cantares 2:1)

Luz del mundo (Juan 8:12)

Admirable Consejero (Isaías 9:6)

Mediador (1 Timoteo 2:5)

Mesías (Juan 1:41)

Maestro (Mateo 26:18; Lucas 5:5)

Omega (Apocalipsis 1:8; 21:6)

Padre (Mateo 6:9; 11:25)

Padre de gloria (Efesios 1:17)

Padre de las luces (Santiago 1:17)

Padre de los huérfanos (Salmo 68:5)

Pan de vida (Juan 6:35)

Pastor (Salmo 23:1)

Piedra angular (1 Pedro 2:6)

Príncipe de paz (Isaías 9:6)

Redentor (Job 19:25)

Amparo y fortaleza (Salmo 46:1)

Rey de gloria (Salmo 24:7)

Rey de reyes (Apocalipsis 19:16)

Renuevo (Isaías 4:2; 1:1)

Resurrección y vida (Juan 11:25)

Rosa de Sarón (Cantares 2:1)

Señor de señores (Apocalipsis 19:6)

Siervo (Mateo 12:18)

Ungido (Salmo 2:2)

Verbo (Juan 1:1)

Verdad (Juan 14:6)

Vida (Juan 14:6)

Vid verdadera (Juan 15:1)

¿Y ahora?

Sí, Jesucristo es el niño que nació en un pesebre, y que se recuerda en Navidad; pero es más que eso. Es el niño que nació para ser el Salvador de todos nosotros. Por eso, es urgente que tomemos una posición y hagamos una elección de nuestra parte. El Dios Hombre necesita que lo recibamos como Salvador, asumido como Señor, y aceptado como Juez. De esta forma, nuestro regalo tendrá sentido y nuestro futuro estará asegurado.

[1] Esta sección se basa, básicamente, en el clásico de Josh McDowell & Bill Wilson, Él anduvo entre nosotros  – evidencias de Jesús histórico. São Paulo: Candeia, 1998. Algunos pueden cuestionar la autenticidad de los documentos mencionados aquí, pero ellos permanecen como registro histórico confiable.

[2] Adaptado del artículo disponible en la Biblia Online, CD publicado por la Sociedad Bíblica de Brasil.

[3] Adaptado de Damsteegt, P.G. editor. Nisto Cremos – Ensinos Bíblicos dos Adventistas do Sétimo Dia. Tatuí: CPB, 1997, p. 79-82.

[4] Adaptado de BENEDICTO, Marcos de. Fé Inteligente – um guia para você entender e viver o cristianismo. Tatuí: CPB, 2001, p. 17 e 18.

[5] BENEDICTO, Marcos de. De Bem Com Jesus. Tatuí: CPB, 2000, p. 122.

Adolfo Suárez

Adolfo Suárez

Escuchando la voz de Dios

Reflexiones sobre la teología y el don profético

Teólogo y educador, es el actual decano del Seminario Adventista Latinoamericano de Teología (SALT) y Director del Espíritu de Profecía de la DSA. Máster y doctor en Ciencias Religiosas, con posdoctorado en Teología, es autor de varios libros y miembro de la Sociedad Teológica Adventista y de la Sociedad de Literatura Bíblica.