El pasado 22 de marzo, en el marco del Día Mundial del Síndrome de Down, la Iglesia Adventista en Zabala, al norte de Quito, abrió sus puertas y su corazón para vivir una jornada llena de amor, aceptación e inclusión. Como parte del Ministerio de las Posibilidades, la iglesia se unió para aprender, compartir y celebrar la diversidad, reafirmando que en Cristo todos somos valiosos.

Desde las primeras horas de la mañana, el espíritu de unidad se hizo presente. A las 7:00 a. m., los asistentes llegaron con medias diferentes, un gesto simbólico que representa la diversidad y la importancia de la inclusión. El día comenzó con un desayuno, donde el calor de la hermandad se sintió en cada sonrisa y cada conversación.

Uno de los momentos más conmovedores fue el mensaje central, que destacó cómo Jesús practicó la inclusión en su ministerio, acogiendo a todos con amor incondicional. Además, la iglesia preparó una galería especial con cuadros pintados por Stephan, miembro activo de la comunidad que tiene Síndrome de Down. Sus obras, llenas de color y emoción, reflejaban su amor por Dios y su iglesia.

Para Ruth Procel, directora del Ministerio de las Posibilidades en la Iglesia Adventista de Zabala y madre de Stephan, este evento fue más que una actividad; fue una vivencia transformadora. “Me siento profundamente bendecida. Este ministerio cambia vidas, tanto de quienes lo reciben como de quienes lo impulsamos”, expresó conmovida.

Y sin duda, el impacto se sintió en cada corazón presente. Stephan, con una gran sonrisa, compartió su sentir tras haber participado en la plataforma esa mañana: “Me siento feliz en la iglesia. Me abrazan, me entienden y me tratan con amor. Tengo amigos que me respetan. Amo los sábados”.

Este encuentro no solo creó conciencia, sino que fortaleció el compromiso de la iglesia para ser un espacio más empático, amoroso y accesible para todos. El Ministerio de las Posibilidades sigue creciendo en Ecuador, recordando a cada iglesia que Dios tiene un propósito especial para cada persona, sin importar sus desafíos.

Porque en Cristo, todos somos valiosos.