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Proyecto mantendrá a 50 misioneros sudamericanos transculturales

La Iglesia Adventista amplía sus inversiones para el envío de familias a la región de la Ventana 10/40, donde los desafíos del cristianismo son grandes.


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La misión global, abrazada por los adventistas, es una visión mantenida por la denominación desde el siglo XIX. (Foto: Shutterstock)

¿Cuál es el costo de la predicación del evangelio? Es altísimo si pensamos en misioneros como los apóstoles, o muchos cristianos del segundo y tercer siglo de la era común. Y los que enfrentaron dificultades y hasta dieron sus vidas durante el período medieval en Europa. Históricamente, la Iglesia Adventista del Séptimo Día mantiene una creencia sólida en la importancia de la misión transcultural. Es cuando el misionero sale de su región de origen y enfrenta una realidad cultural completamente diferente para predicar el evangelio bíblico. Muchas veces, corre diferentes riesgos en nombre de esa misión.

El martes 12 de noviembre, la sede sudamericana adventista realizó un programa especial de consagración y envío de misioneros transculturales de su territorio. En total, cincuenta familias servirán en diferentes países de la llamada Ventana 10/40. Son regiones donde el mensaje de Jesús todavía no se conoce. Una parte de este grupo de misioneros ya está en acción hace algún tiempo y los otros 25 están recibiendo la preparación adecuada para iniciar sus actividades luego de la ceremonia de consagración. La inversión total para mantener el grupo debe alcanzar los 16.947.500 dólares en cinco años.

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Durante el encuentro, el pastor Stanley Arco, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Sudamérica, resaltó que el mismo ímpetu que llevó a los pioneros a enviar a John Andrews hasta Suiza en el siglo XIX es el que mueve hoy a los líderes adventistas. Él animó a los misioneros a permitir que Dios los guie y a depender completamente de él.

El secretario ejecutivo de la sede mundial adventista, el pastor Erton Köhler, recordó que la Iglesia Adventista sudamericana es la que más enviará misioneros para fuera de su territorio dentro del plan global llamado Mission Refocus. “Necesitamos ser protagonistas en la misión local, pero colaboradores en la misión global”, afirmó el líder.

El principio bíblico

El concepto de este tipo de misión está basado en la Santa Biblia. El mandato de Jesucristo a los discípulos ilustra su preocupación a fin de que el mensaje de salvación sea predicado a todos. Y el apóstol Juan confirma el carácter global de este movimiento en el capítulo 14 de libro de Apocalipsis.

En el libro Life Sketches of Ellen G. White, está registrado que en abril de 1874 la profetisa y cofundadora de la Iglesia Adventista, Elena de White, recibió una visión contundente sobre el asunto. Se le dijo que “…su casa es el mundo. Nunca pierda de vista el hecho de que el mensaje es mundial. El mensaje irá con poder a todas partes del mundo”.

¿Cómo se llama a una persona?

Cada misionero posee su propia historia de llamado. Es difícil encontrar una receta para el tipo de experiencia singular y bastante personalizada. En el caso de misionero brasileño Pablo (nombre ficticio por cuestiones de seguridad), casado y con dos hijos, la decisión familiar de salir del confort de su país y las actividades de la iglesia local tuvo su motivación en los recuerdos de la infancia. “La lectura de la biografía de misioneros, como la de David Livingston (1813-1873), por ejemplo, me inspiró mucho”, recuerda. Su familia está en el grupo de los cincuenta que aceptaron el llamado para servir en el envío de 2024.

Pablo nunca vivió fuera de Brasil, país donde nació y vive hasta ahora. Está consciente de los desafíos que están por delante, pues se mudará a un país con una cultura muy diferente. Y desde ya atribuye cualquier éxito que tenga en la misión al poder de Dios. “Aprender otro idioma, vivir en un lugar con costumbres diferentes, alimentación, clima, vestimenta y creencias diferentes a las nuestras, solo me lleva a creer que, si no fuera por la presencia y el poder del Espíritu Santo, no será por ningún otro criterio, estrategia o habilidad humana”, explica.

Misión en Irak

La visión de quien ya pasó por el campo misionero transnacional es realmente enriquecedora. El pastor procedente de Goiania, Everson Torres, de 39 años, sirvió con su familia (esposa y dos hijos de 7 y 5 años) en la región norte de Irak, en la ciudad de Erbil. Para efectos históricos, Erbil está ubicada cerca de 60 km de la legendaria Nínive (del antiguo Imperio Asirio), famosa en el libro del profeta Jonás, que fue enviado allí a predicar a los habitantes de la región. Torres y su familia convivieron durante nueve años con los nativos de esa región conocida como Curdistán, un área semiautónoma con cerca de dos millones de habitantes. Ellos fueron parte del proyecto adventista mundial de envío de misioneros a regiones de la Ventana 10/40 en 2015.

En su caso, Torres actuaba registrado como pastor y tenía autorización para cuidar de la comunidad adventista en la región. La Iglesia Adventista del Séptimo Día era una de las dieciséis organizaciones cristianas autorizadas por el gobierno local para desarrollar actividades en el país.

Aun así, tuvo que enfrentar los típicos desafíos de estar en una región como esa. Comenzando por los idiomas curdo y árabe, predominantemente hablados. Además, obviamente Torres y su familia se encontraron con una mayoría de personas musulmanas, pero recuerda que uno de los secretos de los misioneros es entender la cultura local y fortalecer las relaciones de amistad. “Felizmente, a las personas les gusta mucho Brasil y en seguida me identifiqué como brasileño. La gente hablaba de temas como comida, fútbol y hasta del automóvil antiguo Passat. En la época en que viví allá, ese vehículo era muy exportado a Irak. Todo ese enfoque fue parte del proceso de contacto con los habitantes de la región”, recuerda.

El misionero comenta que aprendió mucho sobre otras religiones. Y entendió que las personas tienen en común la necesidad de dialogar con amigos. Durante un tiempo, él jugaba básquet con los habitantes locales y un adulto llegó a buscarlo tratando de obtener mayores informaciones sobre la Biblia.

Uno de los mayores desafíos fue convivir cerca de la región donde actuaban grupos ligados al Estado Islámico. La organización extremista solía practicar asesinatos y otros tipos de crímenes no muy lejos de donde él vivía. Debido a eso, hasta los desplazamientos por distancias relativamente cortas tenían que ser cuidadosamente estudiados a fin de garantizar la seguridad. En la práctica, la experiencia en Curdistán permitió que él y su familia convivieran de cerca con muchos refugiados de guerras, lo que resultó en un aprendizaje único.

Torres y su esposa siempre tuvieron el deseo de enfrentar un desafío misionero como ese. Ambos ya habían participado de movimientos anteriores semejantes antes de ir a Irak. “Mi esposa llegó a vender productos de belleza por un tiempo para conseguir participar de una misión con los ribereños del Amazonas. O sea, este tipo de trabajo ya era parte de nuestra familia”, comenta el misionero.

Cuando habla de misión transcultural, los ojos le brillan. El matrimonio comprende y asimila la idea de que es necesario salir de la comodidad típica de una evangelización cerca de casa. De manera práctica, ellos realmente viven la máxima expresada por la pionera adventista Elena de White al final del siglo XIX: “Su casa es el mundo”.


Referencias:

1. Elena G. White, Life Sketches of Ellen G. White [Pacific Press Publishing Association, 1915], p. 208, 209).