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Comportamiento

El cristiano y las apuestas en línea 

El mundo digital ha potenciado un sistema de juegos en línea donde muchos se envician, pierden dinero y contradicen los principios bíblicos


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Los sistemas de apuestas, que muchas veces están relacionados a los deportes, poseen muchos riesgos para la vida de personas que se rigen por la Biblia. (Foto: Shutterstock) 

Las apuestas en línea son una de las tendencias de la era digital; se puede apostar en eventos deportivos, casino, loterías y otros tipos de juegos de azar por Internet. Con la popularización de los dispositivos móviles (celulares, tabletas, etc.), las apuestas en línea se volvieron extremamente accesibles, permitiendo que casi cualquier persona participe de ellas.  

¿Por qué son peligrosas? 

Las apuestas en línea son peligrosas por varias razones. En primer lugar, la facilidad de acceso y la disponibilidad las 24 horas del día pueden llevar al desarrollo de comportamientos compulsivos y la adicción. Además, la ilusión de control y la promesa de ganancia fácil aumentan el riesgo de gastar dinero de manera irresponsable.  

Aunque existen historias de personas que ganaron grandes cantidades, la realidad es que la mayoría de los  apostadores pierde dinero. Las casas de apuestas están proyectadas para garantizar ganancia a los operadores, y las probabilidades son siempre desfavorables para el jugador. La esperanza matemática de quien apuesta es extremamente baja, y los precios que pagan las casas no llegan en promedio ni al 10% del valor que recaudan. 

Las casas de apuestas utilizan complejos programas de computadoras y análisis estadísticos para garantizar que siempre salgan ganando. Aunque un apostador tenga un conocimiento profundo sobre un deporte en el cual apuesta, las probabilidades reales de ganar dinero son mínimas. 

“Carnadas” para los apostadores 

Las casas de apuestas utilizan varias estrategias para atraer y mantener a los apostadores. Las publicidades con famosos, los bonos de bienvenida, las apuestas gratis y las promociones son algunas de las carnadas comunes. Además, la aplicación de dinámicas en las plataformas de apuestas, con gráficos atractivos y la posibilidad de apuestas en vivo, aumenta la excitación y la participación de los usuarios, haciendo más difícil que dejen de apostar.  

La adicción al juego se denomina ludopatía. Ese trastorno se caracteriza por el impulso incontrolable de apostar, aunque el individuo tenga consciencia de las consecuencias negativas. Si el individuo ya sufre otros trastornos emocionales como depresión y ansiedad, la ludopatía puede agravarse, pues la sensación de euforia de la apuesta causa alivio temporario de los síntomas. Pero, después de terminada esa excitación, el cuadro empeora.  

Las consecuencias de la adicción a las apuestas son muchas. No solo pueden perderse los bienes, como en los casos de personas que llegan a perder su automóvil o el único inmueble que sirve como residencia de la familia, sino que otras áreas de la vida también pueden verse afectadas. No son raros los casos de divorcio causados por la adicción a los juegos de azar, como también la ruptura de otros lazos familiares. Finalmente, la adicción al juego puede llevar a la persona a tener deudas en el sistema de usura, y queda así sujeta a crímenes violentos como extorsión o asesinato.  

Asociación con organizaciones criminales 

Por desgracia, el sector de apuestas online también ha mostrado diversos casos de asociación a actividades criminales. La naturaleza de esa actividad facilita prácticas como el lavado de dinero y otras acciones ilícitas. 

Se han descubierto algunos casos de manipulación de resultados en eventos deportivos, en relación con los sistemas de apuestas en líneas. Por ejemplo, la Operación Penalidad Máxima, liderada por el Ministerio Público de Goiás, Brasil descubrió que los atletas profesionales recibían dinero para influenciar el resultado de partidos de fútbol. En solo uno de los partidos investigados, la organización criminal involucrada facturó más de 300 mil dólares. 

Además, hay casos de sitios fraudulentos de apuestas que se fugan con el dinero de los apostadores. Una operación reciente de la policía descubrió que hasta las máquinas de “pescar” animalitos de peluche no son inmunes a los fraudes. Muchas de ellas poseen un microchip para dificultar la obtención del premio, y otras utilizaban juguetes “piratas”.  

En los últimos años, se han promulgado leyes y establecido regulaciones para las apuestas deportivas en algunos países. Pero, aunque las autoridades hayan legalizado algunas de esas actividades, como cristianos, no nos “convienen” (1 Corintios 6:12). 

¿Por qué la Biblia no aprueba los juegos de azar? 

Apostar en juegos de azar o en cualquier emprendimiento de rendimiento dudoso es condenado por la Biblia y por los escritos de Elena de White. Las apuestas pueden ser una forma de idolatrar el dinero, mientras las Sagradas Escrituras dan importancia a valores como el trabajo honesto y el contentamiento con lo que se tiene. Elena de White afirma en el libro Mente carácter y personalidad, t. 2, p. 375, que “Estos entretenimientos abren la puerta a un gran mal. No tienen una tendencia benéfica, sino que su influencia es excitante, y suscita en algunas mentes una pasión por esos entretenimientos que conduce a los juegos de azar y a la disipación. Todas estas diversiones deberían ser condenadas por los cristianos”. 

En la Biblia, Dios le dice a Adán: “Con el sudor de tu rostro comerás tu pan” (Génesis 3:19). Lejos de ser una maldición, nuestro Padre celestial desea que sus hijos sean felices al recibir un sueldo honesto, no ganado en costo a esperanzas vacías de miles de apostadores, sino como fruto del trabajo útil que agrega valor a la sociedad.  

Finalmente, el Señor no desea que arriesguemos perder los bienes que él nos dio, produciendo sufrimiento a nosotros y nuestras familias. “Las riquezas de la vanidad disminuirán; pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta” (Proverbios 13:11). 


Alexander D. da Silva es doctor en Administración y auditor en una institución financiera. Es miembro del movimiento de los Científicos Adventistas.